El Pifas y La hija de los apaches
Epifanio, Pifas Leyva Ortega trabaja como despachador de la pulquería La hija de los apaches, ubicada en la avenida Cuauhtémoc casi esquina con Puebla, en la colonia Roma. Dice que habitantes distinguidos de la zona visitaban en calidad de "incógnitos" ese expendio de pulque hace 60 años.
Pero, sobre todo, agrega, La hija de los apaches "era un lugar de remanso para muchos trabajadores de oficinas públicas y privadas".
Recuerda que era tanta la gente que la llegó a visitar, que muchas veces las personas tenían que salirse a la calle; "cuando me daba cuenta les decía que se metieran, pues si pasaban los inspectores de reglamentos me podían multar, pero ni caso me hacían; unos gritaban: šno cabemos, en nombre sea de Dios que no pase nada!
La hija de los apaches era un lugar de ambiente, "cada quien agarraba su tema de plática; otros jugaban dominó, cartas o rayuela, la cual un día tuve que suspender porque muchos jugaban a puro valor mexicano (apostando sin dinero) y se armaban muchos pleitos".
De sus más asiduos y antiguos visitantes ya sólo va don Nicolás Cruz García, quien trabajó como mensajero en una oficina de la calle de Versalles hasta que se jubiló. A pesar de asistir diariamente a esa pulquería desde hace más de 50 años, advierte, "yo siempre digo que desde hace 30, porque algunas veces he fallado".
El Pifas agrega que ojalá el pulque corra con la misma suerte que el tequila, "que resurgió de la nada". Con cierto resquemor, apunta: "hasta hace muy pocos años el tequila era la bebida de los teporochos, pero le hicieron publicidad, y ya ve".
Ojalá el pulque volviera a resurgir, "qué a todo dar sería, porque además el ambiente de una pulquería es más amigable que el de una cantina. El ambiente siempre ha sido más amigable, si usted entra en una de ellas, aunque ni lo conozcan lo invitan a sentarse y a convivir, en cambio si usted entra a una cantina, ni lo fuman".
BERTHA TERESA RAMIREZ