Teresa del Conde /II
Frida. La película
Este texto es continuación del anterior sobre el mismo tema. Antes de proseguir con mis comentarios, creo necesario señalar que la producción de la película se debe por lo menos a 10 instancias. No es justo, por tanto, atribuir a Salma Hayek la responsabilidad total sobre el elenco de actores, además de que es falso que no hayan trabajado en la misma actrices y actores mexicanos: allí está Margarita Sáenz interpretando a Natalia Trotsky; el papel por cierto le quedó como anillo al dedo. En cambio la guapa y talentosa Patricia Reyes Spíndola no resulta bien como madre de Frida, aunque sé que le gustó bastante trabajar en la película. También pienso que fue un acierto la elección de Alfred Molina como Diego Rivera. Lo que no entiendo es por qué Antonio Banderas personifica a Siqueiros. Claro que resulta muy curioso verlo en ese papel, que le queda como las pistolas a un Santo Cristo, y no porque a Banderas, como actor, le resulten mal las pistolas. Su acción en el filme es mínima y el guión oculta la participación siqueiriana en el primer atentado contra Trotsky.
Igualmente, el guión deja entrever que el primer affaire que tuvo Frida con un varón después de su matrimonio con Diego Rivera, fue Trotsky, y eso no es cierto, hay otras liassons bien documentadas, por ejemplo la que tuvo con el pintor y grabador Nacho Aguirre. El fotógrafo Nicholas Murray, muy importante en la vida amorosa de Frida brilla por su ausencia, cosa que no me parece pecata minuta.
Uno de los personajes mejor logrados es Nelson Rockefeller, interpretado por Edward Norton. Esa secuencia es buena en su totalidad.
Ya sabemos de sobra que no era posible filmar los cuadros originales de Frida, pero las versiones de los mismos están tan desvirtuadas por los artistas que los recrearon que destantean enormemente al espectador; en cambio, algunas de las animaciones son adecuadas, principalmente la referida a Nueva York. Igual la alusión a la pintura Lo que el agua me ha dado constituye un acierto y también me pareció atinado el modo como se recreó el accidente. Esa secuencia es ejemplar en cuanto a trabajo propiamente cinematográfico, pero los primeros pasos que Frida da para sorprender a sus padres avanzando trabajosamente hacia ellos es melodramática a morir y también inverosímil, porque casi al mismo tiempo baila tango con todo el desenfado del mundo.
Hay ambientaciones sumamente logradas, v. gr. el puesto de fruta en el mercado, casi literalmente tomado del cuadro La vendedora de fruta, de Olga Costa. Más detalles como ése hubieran enriquecido enormemente la película, que si falla en convencer es debido al exceso de convenciones hollywoodescas y a la plétora de errores en torno a la biografía de Kahlo. Pero la cosa es que ni todo mundo conoce tal biografía, ni hay la condición sine qua non de conocerla para disfrutar la película. Porque la verdad es que como espectáculo es atractiva, las locaciones están bien elegidas y la banda sonora (con una que otra excepción, entre las que se cuenta la incursión de Chavela Vargas) va de acuerdo con la fotografía. Por eso lo que hay que hacer si es que uno decide verla es tener en cuenta, muy en primer término, que se trata de una película, y que una película no equivale ni a un libro ni a un artículo de investigación.
La comparación con el filme Frida, naturaleza viva, de Leduc, se impone. Si se quiere éste es más "serio", al encontrarse armado básicamente mediante viñetas que no pretenden propiamente "narrar", se corresponde en mayor medida con lo que los interesados en Frida Kahlo esperan encontrar. Pero tampoco éste convenció del todo, a pesar de la impresionante caracterización de Ofelia Medina. El mejor espectáculo sobre la iconografía de Frida Kahlo que me ha sido dado observar sigue siendo el de Jesusa Rodríguez, se titula Trece señoritas y la única protagonista es ella. Ojalá con la vigencia de la película decida reponerlo.