Estamos atentos a la evolución del reconocimiento
de los derechos indígenas, dice
Izquierda Unida apoya la propuesta zapatista de diálogo
para resolver el conflicto vasco
Gaspar Llamazares, coordinador general del partido,
agradece a Marcos que se preocupe por ellos
Estimado subcomandante Marcos:
Déjeme, en primer lugar, darle las gracias por
acordarse de nuestro país, especialmente en un momento en el que,
al calor de todas las demencias guerreras que atraviesan el planeta, arrecian
los problemas para el zapatismo y los pueblos indígenas. Tenemos
que agradecerles el esfuerzo de preocuparse por algunas cosas nuestras,
de manera especial ahora, cuando ven ustedes muchas esperanzas propias
frustradas y su silencio no ha sido oído por quienes debían
haber estado atentos a su estruendo.
Desde
el 11 de septiembre de 2001 la democracia está especialmente amenazada
en todo el mundo, pero no sólo por la violencia asesina del integrismo
islámico o de otros tipos de terrorismo, sino también por
el integrismo neoliberal que tanto daño ha hecho a México
y que, ahora mismo, ha devastado con su lógica criminal las costas
de Galicia, de Asturias, de Cantabria y del País Vasco.
Un integrismo que representa de manera ejemplar la administración
Bush con las medidas puestas en marcha recientemente: escudo antimisiles,
autorización del asesinato de opositores, creación de organismos
de intoxicación informativa, desestabilización de la democracia
en Venezuela, sostenimiento de la represión en Palestina, imperialismo
comercial o preparación de la guerra contra Irak para hacerse con
el control de las reservas de crudo de la zona.
Y no se nos escapa que también tiene recetas para
el resto de América Latina. El Plan Puebla-Panamá no es sino
una forma indirecta para disciplinar al continente y mantener su hegemonía.
Ya hemos visto los efectos de esa política en Argentina, pero no
parece que se saquen las lecciones que corresponden.
España también tiene su parte de responsabilidad
en esta generalización del neoliberalismo en el subcontinente latinoamericano,
ejemplificado de manera clara en la falta de compromiso del actual gobierno
y de los anteriores con causas tan eminentemente justas como los derechos
y la identidad de los pueblos indígenas.
Esa responsabilidad también puede medirse en el
seguidismo que el gobierno Aznar hace del gobierno Bush. Como bien saben
ustedes, los gobiernos nacionales no siempre cuidan de sus propios ciudadanos.
De esa ración deben comer buena parte de los pueblos de la tierra.
Es ahí donde aparecen ustedes. La dignidad del zapatismo siempre
ha sido un obstáculo para los planes de los poderosos y de los responsables
del mal gobierno. Como está ocurriendo ahora mismo en Montes Azules,
cualquier excusa es buena para que los que no creen en los derechos que
ustedes representan intenten dar marcha atrás en los logros alcanzados.
Sepan que desde Izquierda Unida condenamos, ahora igual
que antes, cualquier agresión a las comunidades indígenas,
así como la mercantilización de bienes y tierras que son
propiedad de la humanidad a través de los pueblos que han habitado
siempre en esas tierras. Estar en contra de los que pretenden hacer de
la vida una mercancía no es sino estar en contra de la injusticia.
La lógica guerrera que atraviesa el mundo (y que usted menciona
en la carta que ha mandado a los responsables políticos de España)
quiere simplificar la realidad en dos grandes bandos: los que están
con ese impulso de dominación y los que son catalogados como sospechosos
por el simple hecho de no querer plegarse a esos dictados.
Estamos acostumbrados en nuestro país a que todas
y todos aquellos que recuerdan que la verdad anida en los matices sean
puestos bajo sospecha y acusados de complacencia con el terrorismo, esa
lacra que tanto daña a todos los españoles y que usted ha
criticado con tanta contundencia. Y nos acusan los mismos que no dudan
después en hacer electoralismo con este problema.
Le agradecemos por ello que no haya mostrado en su carta
la mínima complacencia con el terrorismo etarra. Y nos estremece
que, siendo una vez más coherente, como nos tiene acostumbrados
el zapatismo, lleve hasta las últimas consecuencias su oposición
a la banda terrorista llegando al punto de ofrecerse usted mismo como víctima
del comportamiento irracional y asesino de la banda. Después de
su carta a ETA, quien quiera presentarle a usted o al EZLN como cómplices
del terrorismo etarra, necesariamente quedará como un mentiroso.
Pero no se dé por satisfecho, porque si es verdad
que ya nadie podrá vincularle con la banda terrorista, tarde o temprano
le sacarán algún parentesco con Bin Laden (o con el Mulá
Omar, ese que se fugó de Afganistán en una vieja mobylette)
para intentar desprestigiar la lucha por la dignidad que ustedes representan.
De cualquier forma, y volviendo a lo que mejor conocemos,
quisiéramos decirle que, a veces, los matices no se incorporan con
claridad desde la distancia que marca un océano y en el breve espacio
que comprende una carta. Hay temas que llevan tanto tiempo enredando que,
de no tenerse bien situados sus hilos, puede terminar enmarañando
a uno en la madeja. En sus cartas hemos echado en falta algunas cuestiones
que forman parte de la posición de Izquierda Unida respecto del
comportamiento de ETA, banda a la que no dudamos en calificar de asesina.
Es la condena sin fisuras de su comportamiento criminal lo que nos hace
identificar como nuestro el dolor de las víctimas, así como
postergar cualquier discusión con los que extorsionan, amenazan
y asesinan hasta que el cese total de la violencia sea un hecho. Algo que,
como ya ha podido comprobar usted mismo, no parece formar parte de sus
planes.
Desde nuestro punto de vista, el terrorismo es genéticamente
contrario a la izquierda transformadora. Y conviene que no se confundan
las formas de resistencia que, por ejemplo los zapatistas, han desarrollado
frente a siglos de opresión y miseria, con la actividad terrorista
de una organización que ni representa ni puede arrogarse bajo ningún
concepto la representación de la voluntad del pueblo vasco. Los
esencialismos, que tan pronto empiezan a adjetivar a los que discrepan
de traidores y malos patriotas, son ajenos a nuestra tradición y
a la buena inteligencia.
La sociedad vasca es tan plural políticamente como
muestran los diferentes proyectos que defienden los ciudadanos de aquel
país. No hay, como algunos pretenden, vascos buenos y vascos malos.
Por eso, cualquier solución que aspire a considerarse democrática
debe guiarse por un principio de integración, que consiga mayores
grados de consenso que el que en su día alcanzó el Estatuto
de Guernika.
Sin embargo, hemos insistido siempre en la necesidad de
un diálogo político que debe iniciarse por el entendimiento
de todos los partidos democráticos. Es por eso que, ante lo que
hemos entendido como un cierre de salidas, nos hemos opuesto a un pacto
antiterrorista que nos parecía excluyente. Y de igual manera hemos
votado contra una Ley de Partidos que lesiona a la democracia y no soluciona
ningún problema. Y por lo mismo nos hemos posicionado de manera
entusiasta en favor de la iniciativa de diálogo puesta en marcha
por Elkarri. Siempre, como hacen ellos, desde la condena tajante de cualquier
asesinato: sea de un civil, un concejal, un militar o un policía:
no hay asesinatos justificables. Ni creemos de partida en la violencia
ni el escenario español justifica en modo alguno el uso de las armas.
Esta actitud, conforme con lo que pensamos, nos da además toda la
legitimidad para reprochar al gobierno la mala gestión de un problema
que no ha hecho sino empeorar políticamente desde que el gobierno
del Partido Popular obtuvo la mayoría absoluta en 2000.
Salvados estos matices, tenemos que agradecerle su interés
por comprometerse en una solución dialogada y pacífica a
un problema político que lastra el vuelo de la rebeldía en
España, que consume demasiado tiempo a ciudadanos y partidos, que
oscurece otros problemas y que tanto dificulta la normalidad democrática,
especialmente a los que creemos que sólo una democracia radical
puede solventar el mal gobierno del mundo. El interés que usted
muestra es también el nuestro. En un mundo crecientemente global,
nunca fue tan cierto que "nada de lo humano me es ajeno".
Le agradecemos también su humildad al disculparse
ante todas aquellas personas que fueron provocadas en alguna de sus cartas.
Es otra señal de la grandeza del zapatismo. La sociedad española,
que ahora mismo está dando la respuesta popular que el gobierno
es incapaz de dar ante la catástrofe ecológica más
terrible en Europa de los últimos años, será, como
usted recoge, la que exija el diálogo como solución al conflicto
en el País Vasco. En esas vías de diálogo siempre
se encontrará Izquierda Unida.
Pero no crea que se nos olvida lo más relevante.
En Izquierda Unida estamos muy atentos a la evolución (o involución)
del reconocimiento de la identidad y los derechos de los pueblos indígenas.
Creemos que la ley indígena no ha solucionado el problema, al no
seguir los acuerdos anteriores que habían negociado con ustedes.
Por eso, es de justicia que la voz zapatista se oiga de nuevo en cada rincón
del planeta. Sepan que, como tercera fuerza política española,
tienen todo nuestro apoyo y solidaridad.
Con la misma comprensión que ustedes han mostrado
ante nuestros problemas, les envío un fuerte abrazo, en el firme
deseo de que el año que empieza traiga escenarios de paz y justicia
para nuestros pueblos. Será un placer, llegado el caso, saludarle
por estas tierras, donde tiene usted tantos y tan buenos amigos. Y, como
bien sabemos que gusta usted de despedirse a la usanza del buen caballero
Don Quijote, permítame decirle hasta pronto con un muy afectuoso
Vale.
Madrid, 25 de diciembre de 2003.