Leonardo García Tsao
Cero tolerancia
Originalmente llamada De piel de víbora,
el séptimo largometraje de la directora Marcela Fernández
Violante se ha estrenado dos años después de su filmación
bajo el poco atinado título de Acosada. Quien sufre en teoría
ese acoso es la protagonista Eugenia Ramírez (Ana Colchero), una
dentista chilanga que al volver de un viaje descubre que su departamento
ha sido saqueado. El principal sospechoso es Inocencio (Esteban Soberanes),
el plomero contratado unos días antes por recomendación de
una paciente, quien confiesa haberle contado a unos amigos sobre el viaje
de la doctora y el fácil acceso a su departamento. Por supuesto,
Inocencio es encarcelado para cargo de conciencia de Eugenia, insegura
de su culpabilidad. Para dificultar más el trance, la mujer empieza
a recibir llamadas telefónicas y otras formas de amenaza por parte
del hermano del plomero. Lo único que pide Eugenia es la devolución
de un álbum de fotos familiares, de gran valor sentimental.
Acosada
se une al subgénero de reciente creación en el cine mexicano:
la indignación clasemediera ante la creciente inseguridad en la
ciudad de México. Por desgracia, dadas la pobreza del guión
y la no menos pobre resolución formal del mismo, la película
sólo reviste interés como síntoma. Una mirada esquemática
reduce el conflicto a un asunto de clases -todos los delincuentes hablan
como ñeros, claro- y le echa toda la culpa a la ineficiencia
de las autoridades, como cualquier reportaje amarillista de Tv Azteca.
El catálogo de lugares comunes sobre lo inútil
que es denunciar un crimen y llevar un caso a instancias jurídicas
ocupa el discurso de la película, cuya flácida dramaturgia
es debilitada aún más por una postura seudofeminista que
quiere ver en cada personaje masculino a una fuente de amenaza o ridículo,
sea el lastimoso plomero con diálogos de melodrama retrógrado
("soy inocente, doctorcita... le juro que yo no fui, señito"), un
risible galán con pose de italiano, un vecino energúmeno,
un par de judiciales viscosos o un mecánico llorón.
Eso sería hasta curioso si gozara de una narrativa
solvente. Pero Fernández Violante ratifica padecer una especie de
dislexia cinematográfica. Como en sus anteriores esfuerzos, las
escenas se acumulan sin conseguir una mínima noción de ritmo
o coherencia dramática: un flashback torpe e innecesario
se inserta para informarnos lo que ya sabemos; la escena en la cual un
gañán se quiere saltar la cola de una cocina económica
no tiene sentido fuera de aportar otro detalle antimachista. ¿Y
para qué sirve aquella en que Eugenia y su vecina española
tienen problemas para meter todo el equipaje de la segunda en un elevador?
Por cierto, esa vecina es interpretada por María
Bernal, cuyo anterior crédito en la vida real fue como amante del
hermano incómodo del salinismo. Al margen de que parece un travesti
con ambiciones frustradas de chica Almodóvar, el personaje desaparece
después de ser víctima de una violación múltiple
y el robo violento de todas sus pertenencias. Ante un crimen realmente
grave -del cual no se vuelve a saber nada- el intento de la heroína
por recuperar su álbum fotográfico no sólo se antoja
frívolo sino francamente tonto.
Para colmo, Acosada culmina con la protagonista
haciendo justicia por su mano, apoyándose en la evidencia demasiado
circunstancial de unas botas de piel de víbora. A estas alturas,
dados los ya numerosos incidentes de linchamiento en poblaciones aledañas
al DF, resulta muy cuestionable estar proponiendo la aplicación
de la ley del Talión como única solución satisfactoria.
Socialmente irresponsable y con una factura evocadora
del cine mexicano de hace tres décadas -la sobreactuación
del reparto incluyendo a los extras, un sonido plano empeorado por el doblaje
de los actores, la fotografía subestándar de Arturo de la
Rosa donde los rostros humanos exhiben matices verdosos-, Acosada
aparece en un momento en especial inoportuno pues es un proyecto básicamente
financiado por el estado (bajo la administración del sexenio pasado),
y los distribuidores y exhibidores podrían utilizarlo ahora como
ejemplo reforzador de su poquitera causa. En efecto, si el cine de apoyo
estatal fuera siempre de esa calidad -que no lo es, por suerte- nadie estaría
dispuesto a dar un peso por él.
ACOSADA
D: Marcela Fernández Violante/ G: Marcela Fernández
Violante, basada en la novela De piel de víbora, de Patricia Rodríguez
Saravia / F. en C: Arturo de la Rosa/ M: Roberto Félix Sánchez/
Ed: Ramón Cervantes/ I: Ana Colchero, Esteban Soberanes, Beatriz
Aguirre, María Bernal, Dino García, Blanca Sánchez/
P: Imcine, Foprocine, Orbitum. México, 2001.