BAJO LA LUPA
Alfredo Jalife-Rahme
Nuevo paquete fiscal de Baby Bush y el "subsidio Saddam"
Las cuentas no le cuadran al presidente de EU
NORCOREA PUSO EN ridículo todo el montaje
de lingüística bizantina esgrimido por el ultrabelicismo del
equipo Bush, que aplica "desconcertantemente" el unilateralismo de la "guerra
preventiva" en Bagdad y el multilateralismo apaciguador en Pyongyang. La
jugada magistral de Norcorea (que padece hambruna energética de
hidrocarburos) en el tablero de ajedrez mundial, cuando Estados Unidos
se prepara a librar una guerra contra Irak, demostró que la petrocracia
texana que jefatura Baby Bush va tras el botín del oro
negro de la antigua Mesopotamia, quizá la región más
rica del planeta en este recurso, que tendría 300 mil millones de
barriles de reserva, según recientes estimaciones del Departamento
de Energía de Estados Unidos (reporte de octubre de 2002).
EL PROXIMO MARTES Baby Bush anunciará
en Chicago un descomunal recorte de impuestos que beneficia a la plutocracia
oligopólica, por 600 mil millones de dólares, es decir, el
doble de lo esperado (The Washington Post, 4 de enero), lo que delata
la caída libre de la economía de Estados Unidos, a la que
se le agotaron las curaciones monetaristas y fiscalistas. Además
de medidas para estimular el gasto (diciembre fue decepcionante para la
adicción consumista), el nuevo paquete de estímulo fiscal
incluye miles de millones de dólares para los presupuestos de los
estados atribulados.
¿DE DONDE SALDRA tanto dinero, cuando el
equipo Bush es presa de todos los déficit habidos y por haber? Pues
del petróleo de Irak, cuyas reservas a 20 dólares el barril
(en un escenario barato) arrojarían unos suculentos 6 billones de
dólares, poco menos de lo que se perdió en el delirio bursátil
de Wall Street, mientras que un escenario "pesimista" de 80 dólares
el barril, de Anthony Cordesman del muy sesgado CSIS (por sus siglas en
inglés, Centro de Estudios Estratégicos Internacionales),
alcanzaría la escalofriante cifra de 24 billones de dólares
(80 por ciento del PIB mundial). Con sólo cinco dólares de
ganancia por barril en cualquier escenario, sea "optimista" o "pesimista"
(whatever that means, porque depende del prisma del observador),
le regalaría (literalmente) un mínimo de 1.5 billones de
dólares al equipo Bush: más que suficiente para paliar todos
los déficit visibles (de las cuentas invisibles al
estilo del síndrome Enron no respondemos).
NO
EXISTE NECESIDAD de romperse la cabeza con los cálculos del
muy solvente economista George Perry de la Brookings Institution (mucho
más seria que el CSIS, que parece una agencia de publicidad), que
llega a cotizar el barril a 161 dólares (¡así, con
tres dígitos!) con el derrumbe de la casa real saudita: un escenario
nada descabellado. De allí que hayamos denominado al paquete de
estímulo fiscal de Baby Bush como el "subsidio Saddam", que
aportaría a la economía de Estados Unidos lo que la petrocracia
texana apuesta como su salvación; no importa que se realice sin
redención cuando sus estrategas han concluido, siguiendo los axiomas
de Milton, que más vale gobernar los infiernos que servir en los
cielos.
LA "LIBERACION DE IRAK" que expectoró Baby
Bush (quien evadió el servicio militar, gracias a las palancas
paternas en la CIA) en su grotesca arenga de Fort Hood (Texas), ¿se
refiere a la "liberación de los yacimientos petroleros" de Irak
y su traslado de dominio nacional para el beneficio trasnacional de la
petrocracia del eje Houston-Londres? ¿Sabrá el iluso jefe
de inspectores de la ONU, Hans Blix, que desde septiembre de 2000 (un mes
antes de la elección bananera que entronizó como "presidente"
a Baby Bush) el centro ultraconservador PNAC (por sus siglas en
inglés, Proyecto para el Nuevo Siglo Estadunidense) había
planeado el "cambio de régimen" en Bagdad, a la medida estratégica
de Dick Cheney, Donald Rumsfeld, Paul Wolfowitz, Jeb Bush y Lewis Lebby
(The Sunday Herald de Escocia, 27/dic/2002)?
MAS QUE EL 27 DE ENERO, cuando Hans Blix presente
sus conclusiones, el día después será la fecha
crucial cuando se celebran las elecciones parlamentarias en Israel y Baby
Bush dirija su mensaje anual a la nación. Nuestro amigo Joseph
Samaha, ex ministro y editor en jefe del periódico libanés
Daily Star (4 de enero), asevera que Bush y Blair apoyan sotto-voce
al partido Likud en Israel, pese a que el partido jefaturado por Ariel
Sharon cayó bajo el control del "crimen organizado" (Haaretz,
4 de enero). Quizá esa sea una de las razones por las que lo apoyan.
Porque no se puede entender a la globalización financiera sin su
desregulación delincuencial, como acaba de ser lastimosamente exhibido
el megaespeculador George Soros, que fue sentenciado en los tribunales
parisinos por su criminalidad financiera global.
EL COSTO ECONOMICO de la guerra (los aspectos humanoides
no parecen influir demasiado) ha hecho recapacitar a algunos círculos
escépticos sobre las cuentas alegres de Baby Bush, quien
disminuyó abruptamente a la cuarta parte los cálculos previos
de su ex asesor de cabecera, Laurence Lindsey, despedido fulminantemente,
quien había estimado un costo de 200 mil millones de dólares
(The New York Times, 31/dic/2002). Pues ninguna de las dos cantidades
está disponible para el equipo Bush en estos momentos de anemia
económica. Mucho más creíbles que las cuentas y cuentos
de Cordesman del CSIS son los costos avanzados por la Academia de Ciencias
y Artes de Estados Unidos, que incorpora escenarios de duración
de la ocupación, reconstrucción y efectos por el alza del
petróleo, lo cual podría alcanzar en 10 años (el mismo
lapso del "subsidio Saddam") entre 99 mil millones y 1.9 billones de dólares.
Para eso, y más, da el petróleo de Irak, siempre y cuando
sea trasnacionalizado por la petrocracia texana.
POR LA INSTAURACION de la "democracia" en el Medio
Oriente, ¿estaría dispuesto el equipo Bush a gastar tanto,
cuando no dispone de capitales para ello? Sin la aprobación de su
nuevo paquete fiscal (aunque no se exprese, subsidiado por el petróleo
de Irak), Baby Bush difícilmente podría declarar la
guerra, la cual se le ha complicado, además de los costos económicos
reales, por otros tres factores nada desdeñables: 1) la reticencia
de los militares; 2) la oposición de las iglesias cristianas, con
excepción de los "bautistas sureños" que maneja Billy Graham,
así como de los fundamentalistas cristianos de Pat Robertson y consortes;
y 3) la ausencia de una coalición regional, con la excepción
de las petromonarquías de Kuwait, Bahrein y Qatar, quizá
los más retrógradas regímenes del planeta y que más
que países son franquicias de las gasolineras texanas.
ENTRE TODOS LOS obstáculos destaca la oposición
militar de dos pesos pesados, los generales Eric Shinseki, jefe del ejército,
y James Jones, comandante del Cuerpo de Marina, quienes han manifestado
su incredulidad sobre un derrocamiento instantáneo del régimen
de Saddam (The Washington Post, 18/dic/2002), por lo que tuvo que
salir empavorecido a refutar -cinco días después en el mismo
periódico- Paul Wolfowitz, el subsecretario de Defensa, a quien
se lo notó, contra su costumbre, excesivamente defensivo.
MAS AUN: DOS CONOCEDORES de la política
exterior a los dos lados del Atlántico, lord Douglas Hurd (ex canciller
británico entre 1989 y 1995, a quien lo tocó la primera guerra
contra Saddam), y el estadunidense Warren Christopher (ex secretario de
Estado en 1993 y 1997), han expresado su preocupación sobre una
aventura en Irak. Hurd pone en tela de juicio la "opinión popular
en Tel Aviv y en Washington" de que la guerra contra Irak instaurará
ipso facto la democracia en los países árabes (Financial
Times, 2 de enero), mientras Christopher enfatiza que la crisis de
Norcorea es más apremiante, ubica el asunto de Saddam como una obsesión
familiar de los Bush, fustiga la visión de la "guerra preventiva"
y duda que un presidente pueda lidiar con dos crisis al mismo tiempo (International
Herald Tribune, primero de enero), como se jactó Rumsfeld, el
halcón secretario de Defensa.
FRENTE A LA IMPACTANTE oposición global
y doméstica (primordialmente de los militares), Baby Bush
ha sido obligado a adoptar un doble carril: por un lado presiona el cerco
militar y, por otro, deja abierta la solución diplomática
que pasaría por la confesión de Bagdad de su virtual posesión
de armas bioquímicas y/o por el exilio forzado de Saddam a Sudán
(o Belarús), promovido por un montaje teatral de un golpe de estado,
en lo que estaría trabajando tras bambalinas Arabia Saudita para
evitar una guerra (The Times y Daily Telegraph, 4 de enero)
y con lo que ha coqueteado Richard Boucher (portavoz del Departamento de
Estado).
LA VERSION DEL EXILIO de Saddam, una genuina operación
de guerra sicológica, salvaría de la vergüenza a Baby
Bush, quien acaba de sufrir una debacle en la península coreana
(Sur y Norte). Los periódicos iraníes Entekhab y Teheran
Times (2 de enero) filtraron una charla telefónica entre
los cancilleres de Alemania e Irán sobre la disposición de
Washington a bendecir un golpe militar incruento con la ayuda del presidente
ruso Putin (el escenario del golpe en Bagdad había sido avanzado
por Pravda hace alrededor de tres meses). Las mismas fuentes iraníes
aseguran que el ex premier ruso Primakov habría indicado la posibilidad
de una visita del presidente Putin a Bagdad con el mismo propósito.
Las tratativas tras bambalinas, muy al estilo medioriental, parecen haber
envuelto a Turquía, cuyo canciller Yasar Yakis declaró que
la solución diplomática por la vía del exilio era
"viable" (Le Monde, 4 de enero). No es la primera ocasión
que la teocracia de los ayatolas de Irán expresa su deseo de ver
a Saddam en el exilio, lo que muy bien convendría a los militares
turcos, no se diga a un prototipo de "hermanos árabes". Falta ver
si claudica Saddam, quien es un hueso duro de roer, como lo ha demostrado
toda su vida. Pero el exilio y/o derrocamiento de Saddam no es lo importante,
sino quién controlará los 300 mil millones de barriles de
la reserva de Irak, que sirvan para rescatar a Estados Unidos de su marasmo
económico. La oposición iraquí "en el exilio" (cómo
les fascina el término), conformada por un comité heteróclito
de 65 miembros, ya aceptó la hipoteca petrolera bélica de
Estados Unidos. ¿Los militares de la Guardia Republicana iraquí
tolerarían el "subsidio Saddam"? ¿Cuál sería,
entonces, el destino y la funcionalidad de un país como Irak?