Produjo el portafolios de artista Polvo impreso,
que ya está en varios museos y bibiotecas
Gabriel Orozco presentará en Bellas Artes grabados
recientes
La pelusa que se asienta en secadoras de ropa, base
para la producción de sus nuevas obras
Las imágenes demandan del espectador "mucho detenimiento,
una especie de paz", asevera
MERRY MAC MASTERS
Cuando Gabriel Orozco (Jalapa, Veracruz, 1962) estudió
en la Escuela Nacional de Artes Plásticas lo que más hizo
fue grabado. Pero al terminar la escuela no volvió a practicar esa
disciplina hasta que el impresor estadunidense Jacob Samuel -después
de ver una exposición suya realizada con "pelusa" o "piel de polvo"
en la galería de Marianne Goodman, en Nueva York- le propuso hacer
un libro de artista.
Polvo
impreso (Lint book), edición bilingüe de 25 ejemplares,
de 12 aguatintas cada uno, marca el regreso momentáneo de Orozco
al grabado.
En vista de que casi todos los ejemplares -10 de los juegos
están encuadernados, 15 están en forma de portafolios y hay
siete copias de artista- ya se encuentran en bibliotecas o museos, no obstante
que apenas salió el libro en noviembre pasado, el artista lo mostrará
al público mexicano. La presentación a cargo de Pablo Soler
Frost, Mercedes Iturbe y Jacob Samuel, será el día 15 a las
19 horas en el Palacio de Bellas Artes.
El polvo siempre ha tenido un lugar en el trabajo de Orozco.
Desde su bola de plastilina a la que, al rodar, se le adhiere todo lo que
se encuentra a su paso, explica en entrevista. Para el presente esfuerzo
editorial, Orozco retomó la pelusa que a la hora de secar la ropa
se acumula en la parrilla de la secadora y forma una capa. A manera de
instalación, en la sala de su casa cuelgan varios conglomerados
de pelusa.
Dicha capa, explica Orozco, es impresa sobre una placa
de cobre, con un barniz de aguatinta, que es "suave y pegajoso".
Al despegar el conglomerado "quedan las marcas de la pelusa
que, a su vez, contienen cabello humano y fibras de varios tipos. Son los
residuos del cuerpo y de la ropa que se lava a diario".
Se trata de un proceso difícil de controlar en
"lo formal", porque uno no puede decir qué formas tomará
ese gesto "azaroso y accidentado" sobre la placa. En general no le interesa
buscar la forma en su trabajo, sino que ésa es el resultado de una
acción.
En el caso de Polvo impreso no hay una composición
premeditada, señala. Sin embargo, la impresión de la pelusa
sobre la placa "puede generar configuraciones que después sugieren,
por accidente, cosas".
Agrega que esos grabados "le piden al ojo del espectador
mucho detenimiento. Una especie de paz para poder apreciar los detalles
que hay allí". Es como "leer el polvo", de ahí el título.
Autor del texto introductorio del libro-portafolios, Orozco
escribe: "El polvo tiende a cubrir la imagen y a convertirla en objeto.
El polvo convierte a la ventana en muro. El polvo es espacio pero no paisaje.
Ahí no hay ilusión, sólo la ilusión de la ilusión.
Y este es un libro que cuando se abre, como cualquier otro libro, esparce
el polvo, y cuando lo leemos, como cualquier otro, leemos una imagen a
pesar del polvo".