ENTREVISTA /CARLOS
ABASCAL CARRANZA, SECRETARIO DEL TRABAJO
Gobernar es amar; el Evangelio, mi guía
EL OBJETIVO LABORAL DE FOX ES AVANZAR HACIA UN SINDICALISMO
"LIBRE"
Quiero dejar en claro que no tengo complejo de culpa
porque no se están creando en el país los empleos que debieran.
No es una decisión de un funcionario, sino una combinación
de políticas públicas y el compromiso de la sociedad
FABIOLA MARTINEZ
Carlos Abascal Carranza asegura que el objetivo laboral
del gobierno foxista es avanzar hacia un sindicalismo "totalmente libre"
y, por lo tanto, no está dispuesto a "tirar a nadie" ni a utilizar
los métodos e instrumentos del ex mandatario Carlos Salinas, como
el quinazo. Para el titular de la Secretaría del Trabajo
"gobernar es amar", y subraya que para aplicar las políticas públicas
el Evangelio es su "luz, guía e inspiración".
A dos años de gestión, el funcionario acepta
hablar con La Jornada de la fe que profesa, la cual insiste en llevar
hasta su quehacer público; del alud de críticas luego de
que dio por obsoleta la lucha de clases y, en particular, tras el episodio
que involucró a su hija menor, a quien, se dijo, prohibió
la lectura de Aura, obra de Carlos Fuentes. Al final todo ello lo
conmueve pero, católico de cepa como es, afirma que "en cada prueba
fenomenal" se refugia en la fe, el amor y lo sobrenatural.
-Académicos y abogados afirman que Fox está
dispuesto a conservar las estructuras tradicionales del sindicalismo en
lugar de ir hacia un viraje radical como el que ocurrió, por ejemplo,
en 1989, con el quinazo.
-No, de ninguna manera es comparable el cambio de rumbo
gremial que intentó Carlos Salinas respecto a la visión que
tiene el presidente Fox; Salinas contaba con un aparato de Estado, métodos
e instrumentos que el actual Ejecutivo no está dispuesto a aplicar.
Nuestras herramientas son la ley, el diálogo social, la inclusión
y el respeto a la autonomía sindical.
-Las críticas anteriores se agudizaron con el resultado
del proyecto de reforma laboral realizado por el Congreso del Trabajo y
el Consejo Coordinador Empresarial.
-El
camino del actual gobierno es muy claro: no vamos a construir un nuevo
control obrero del PAN en el poder, ¡que esto quede perfectamente
claro a todo el mundo! No hay nadie que hoy pueda decirme que estoy cooptando
gremios para crear al mandatario una corriente en su favor. Reiteramos
el principio de inclusión, todos los sindicatos legalmente constituidos
son interlocutores de la Secretaría del Trabajo, y yo tengo que
reconocer el peso relativo de cada uno.
-En su opinión, ¿cuál es el ideal
de sindicalismo?
-Un sindicalismo totalmente libre en el que todos los
trabajadores ejerzan su voluntad de afiliación y su autonomía
democrática de votar por el partido que quieran. Hoy no puedo, por
ejemplo, atacar a la Unión Nacional de Trabajadores porque se unió
al PRD para presentar su iniciativa de reforma laboral o porque va a crear
el sector obrero dentro de ese partido. Es cosa de ellos. ¿Que eso
puede comprometer la verdadera libertad de todos los trabajadores? Lo único
que está claro es que la secretaría no coadyuvará
a ese tipo de esfuerzos ni favorecerá esas conductas que limitan
la libertad.
-¿Cómo aspirar a sindicatos libres cuando
hay dirigentes obreros investigados por la PGR, otros que no respetan sus
propios estatutos y muchos más que se mantienen años en el
poder?
-Yo no puedo sancionar a un líder que no cumple
con sus estatutos. Lo que tengo que hacer es crear conciencia entre todos
los trabajadores de que ellos son los responsables del desarrollo de sus
gremios; si el Estado quisiera convertirse en tutor de la vida interna
de todas las organizaciones acabaríamos en una intromisión
inaceptable. Por eso, cuando me dicen que el proyecto (de reforma laboral)
debió haber destruido al sindicalismo corporativista yo respondo
¡no!, las leyes son para construir mejores condiciones, no para destruir
a tal o cual grupo. Por ejemplo, si en la Ley Federal del Trabajo se prohibiera
la relección, entonces... ¡no hay nadie que se salve, absolutamente
nadie!
-¿Y respecto a los líderes que son investigados
por el propio gobierno del presidente Fox?
-El principio de derecho es que todo mundo es inocente
hasta que se pruebe lo contrario. Ser investigado no es símbolo
de culpabilidad. Ya llegará la sentencia definitiva, y entonces
hablaremos de que tal líder es un corrupto. A mí lo que me
interesa es represtigiar a los sindicatos frente a la sociedad.
El gobierno actual no llegó a tirar a nadie, sino a tomar lo mejor
de lo que hay.
-¿Considera que existen condiciones para generar
los empleos que requiere el país?
-Quiero dejar en claro que no tengo complejo de culpa
porque no se están creando en el país los empleos que debieran.
No es una decisión de un funcionario, sino una combinación
de políticas públicas y el compromiso de la sociedad, y de
un liderazgo sindical responsable para que exista la paz laboral necesaria
que requieren las inversiones.
-¿No le parece cómodo repetir que "si no
se aprueban las reformas estructurales no habrá modo de crecer"
y, en consecuencia, generar más plazas?
-Sería muy cómodo si no estuviéramos
empujando las reformas. Para ello el gobierno se gasta su capital político
y uno recibe ataques, desaires e incomprensión, pero tampoco se
vale decir que el Congreso de la Unión es el responsable; hay cosas
que podemos hacer aun sin reformas, como el diálogo social.
-Desde el inicio de su gestión le han llovido las
críticas. ¿Considera que existen grupos interesados en su
destitución?
-No, cada quien sabrá sus motivaciones. Asumí
la secretaría como un reto para demostrar que se puede tener una
preocupación genuina en las personas introduciendo nuevos paradigmas
en la política que algunos miran, escuchan y se sonríen.
-¿Cómo cuáles paradigmas?
-Por ejemplo, yo he dicho que gobernar es amar. A mí
no me importa si soy trabajador o empresario; lo que sé es que soy
persona y quiero construir el bien de otras, en eso consiste el amor.
-¿Cómo entender conceptos como el que mencionó
hace dos años respecto al fin de la lucha de clases?
-Lo que he dicho siempre es que la empresa no puede ser
vista nunca más como un espacio para la confrontación entre
trabajadores y empresarios; los intereses de ambos no son opuestos, sino
coincidentes. La etapa ideológica de la lucha de clases ha sido
superada y, por lo demás, fracasó en otras partes del mundo.
-¿Dónde deja entonces las luchas históricas
obreras?
-Eso queda en el terreno de las ideologías que
pretendieron dar respuesta a los problemas sociales. Hoy, sin duda, el
estatismo colectivista, la dictadura del proletariado, la exclusión
de los dueños del capital y el privilegio a toda costa de los proletariados
es sólo una etapa dolorosísima de la humanidad que significó
millones de muertes, pobreza y marginación. Tampoco es válido
pensar que el individualismo de corte liberal resolverá las dificultades.
No. Es necesario enfrentar el problema colocando a la persona en todos
los órdenes de la economía y política.
-Existe también una constante crítica hacia
usted porque lleva su fe católica a su quehacer público.
-México ha transitado poco a poco hacia una verdadera
libertad religiosa. Esa libertad de conciencia y de credo se encuentra
en la base de todos los derechos humanos, porque es la forma en que uno
se religa con su origen y su fin, que es Dios. Si alguien no tiene
autonomía para vivir con naturalidad su fe, entonces está
violando el más elemental principio del sentido de la vida humana.
-¿Dónde queda entonces el Estado laico?
-Ojo, yo no estoy haciendo una política laboral
que trate de encontrar las soluciones de las políticas públicas
en los conceptos expresados por Cristo. No. El Evangelio es mi luz, mi
guía e inspiración para todos mis actos y para aplicar las
políticas públicas necesarias a tono con el estado de derecho
y acorde con el espíritu social del artículo 123 constitucional.
-Los funcionarios como usted ¿acaso no deberían
dejar su creencia religiosa en su casa o en su espacio personal?
-Si no se vive como se piensa entonces se acaba de pensar
como se vive. No se puede fraccionar al ser humano porque cuando ello sucede
acaba por destruirse sicológicamente y por no ser congruente con
aquello en lo que cree. De qué me sirve un católico que vaya
a misa cada ocho días, que se dé golpes de pecho y al interior
de su casa predique la moral cristiana, y en su empresa aplique la política
más brutal. La sociedad ya está harta de esa dicotomía.