Directora General: Carmen Lira Saade
México D.F. Domingo 12 de enero de 2003
  Primera y Contraportada
  Editorial
  Opinión
  Correo Ilustrado
  Política
  Economía
  Cultura
  Espectáculos
  CineGuía
  Estados
  Capital
  Mundo
  Sociedad y Justicia
  Deportes
  Lunes en la Ciencia
  Suplementos
  Perfiles
  Fotografía
  Cartones
  Fotos del Día
  Librería   
  La Jornada de Oriente
  La Jornada Morelos
  Correo Electrónico
  Búsquedas 
  >

Política

Señalan que sólo pretenden proteger su comunidad de los que quieren vender la tierra

Indígenas de Nuevo Jerusalén niegan que hayan pretendido invadir un rancho

HERMANN BELLINGHAUSEN ENVIADO

Nuevo Jerusalen, Chis, 11 de enero. Desconfiados, varios indígenas resguardan el portón de hierro que impide transitar por el camino de terracería que conduce al rancho La Esmeralda. Más de una vez han sido "protagonistas" de rumores falsos, así como también de hostigamiento militar. A menos de 200 metros de la comunidad se erige la sede de la 39 región militar, en el denominado predio Toniná.

Nuevo Jerusalén ha tenido esa vecindad militar desde hace cinco años. Del mismo modo han sido vecinos del rancho turístico La Esmeralda o Emerald Ranch, como lo promocionan sus propietarios, una pareja de estadunidenses: Glenn Wesh Piltz y Ellen Jones. El rancho se ubica entre el nuevo centro de población del municipio autónomo Primero de Enero y la zona arqueológica de Toniná.

La joven comunidad, compuesta por familias tzeltales de la región, "recuperó" estas tierras en 1995. Poco después llegaron los soldados, en gran número, pues al otro lado de la carretera vecinal se instaló el cuartel militar y una unidad habitacional para oficiales y mandos medios. Una de las gigantescas banderas que repartía el presidente Ernesto Zedillo arroja su sombra, casi, sobre la comunidad en resistencia.

Un hombre se aproxima a este reportero para explicar, "como ya lo hicimos con todos los que han venido a preguntar, que no hemos invadido el rancho".

Desde los últimos días de diciembre, cuando se divulgó esa versión, los dueños del rancho turístico han apostado un par de empleados a orillas de la carretera, o sea a diez metros de la entrada principal al cuartel militar. Con un celular en la mano comunican a los potenciales huéspedes del rancho con los dueños, y éstos les indican cómo llegar por el lado de las ruinas.

En un espacio de pocos metros se reúnen aquí los ingredientes de una de las versiones más recientes de guerra de baja intensidad, donde las comunidades indígenas resultan estar "en el paso" de los intereses del negocio turístico -si bien ya le habían instalado junto una posición militar.

-Lo que no queremos es que siga pasando gente extraña por nuestros campos de trabajo -explica el hombre del portón.

Mientras conversamos, llega una camioneta cargada de campesinos, para quienes abre el portón.

-ƑSon de Nueva Jerusalén? -pregunto.

-No, pero viven en otras comunidades. Esa gente sí puede pasar.

Según el matrimonio Wesh-Jones, los autónomos iban a "ocupar" el rancho La Esmeralda este Año Nuevo, cosa que no ocurrió. Ni los indígenas pretenden que ocurra.

-Nosotros nomás salimos para la marcha de San Cristóbal, pero para provocarnos se pusieron a inventar.

-ƑQuiénes?

-Los de aquí al lado -responde con gesto ambiguo, que no queda claro si indica al rancho La Esmeralda o la base militar. La ambigüedad del indígena se antoja deliberada.

-No le vamos a decir más, pero sí decimos que estamos protegiendo nuestra comunidad de los que quieren vender las tierras por dinero, aunque vengan de otro país.

Este enviado se retira rumiando la última expresión del indígena: a lo que se oponen es a que la tierra se venda "por dinero". Una novedosa teoría económica, en cierto modo muy antigua: la tierra no es del que la puede pagar, sino de quien la trabaja y vive.

Números Anteriores (Disponibles desde el 29 de marzo de 1996)
Día Mes Año