Luis Hernández Navarro
TLC: lo menos por lo más
Acostumbrados a mirar hacia el norte, Javier Usabiaga, secretario de Agricultura, y el presidente Fox no escuchan las voces de los campesinos mexicanos que exigen una moratoria al Tratado de Libre Comercio con América del Norte (TLC).
El campo no aguanta más. Las políticas puestas en marcha para reanimar al agro desde que en 1986 México se adhirió al Acuerdo General sobre Aranceles y Tarifas (GATT) han fracasado. El PIB agropecuario ha crecido por debajo del aumento de la población y del ya de por sí limitado crecimiento del producto interno bruto nacional. El comercio exterior tiene déficit crónico. Nos hemos quedado sin ventajas comparativas y sin autosuficiencia alimentaria. Lejos de disminuir, la pobreza rural y la migración se han incrementado.
Algo así reconoció el presidente del Banco Mundial, Jim Wolfensohn, cuando el pasado 20 de noviembre, en Río de Janeiro, Brasil, frente a 800 empresarios, ejecutivos y analistas presentes en la reunión Negocios en América Latina, organizada por el Foro Económico Mundial de Davos, afirmó: "El consenso de Washington ha muerto".
Pero ni el presidente Fox ni el secretario Usabiaga quieren darse cuenta del fracaso del modelo que siguen. En cuanta ocasión pueden insisten en que las dificultades por las que atraviesa nuestra agricultura y los agricultores se deben a su falta de vocación empresarial, a su carencia de compromiso con la productividad, y que exigir una moratoria a los capítulos agropecuarios del TLCAN sería perder lo más por lo menos. Según el Rey del Ajo la responsabilidad en el rezago del campo es de los productores, no del tratado.
Pero la realidad que se vive en el agro no es la misma que se mira desde el rancho San Cristóbal. La rentabilidad en el campo ha sido recurrentemente sacrificada para no alterar los objetivos macroeconómicos.
Por ejemplo, como parte del plan de rescate de la economía mexicana después del error de diciembre, Estados Unidos otorgó a México un crédito de mil millones de dólares de la Commodity Credit Corporation, que nuestro país pagó comprando grandes volúmenes de maíz. Fue así como entre 1995 y 1999 el gobierno mexicano importó, incurriendo en dumping, más de 7 millones de toneladas del grano por arriba de la cuota establecida en el TLC sin cobrar aranceles. La medida, una acción de competencia desleal de quien debía defenderlos, fue un severo golpe que desprotegió a los maiceros nacionales. ƑQué responsabilidad tuvieron en esa decisión?
El TLC fue diseñado y negociado explícitamente para reforzar un conjunto de reformas destinadas a drenar a la población rural. Fue el candado para cerrar la puerta de esas transformaciones. Desde la lógica gubernamental era inadecuado que las actividades agropecuarias ocuparan cerca de 26 por ciento de la población económicamente activa (PEA) cuando producía menos de 7 por ciento del PIB. Esa "disfuncionalidad" debía solucionarse, según ellos, reduciendo la población rural a no más de 10 por ciento de la PEA.
Sobre advertencia no hay engaño. Luis Téllez, hombre clave en las reformas salinistas al agro, anunció que el tratado expulsaría de sus tierras alrededor de la mitad de la población rural en un plazo de 10 o 20 años (The New York Times, 27/11/91). Eso era lo que querían los funcionarios públicos. Eso sucedió. ƑSuponen el presidente Fox o su secretario de Agricultura que este éxodo, planificado y anunciado por el gobierno de Salinas, es responsabilidad de las familias del campo?
Es cierto que en el campo mexicano ha habido ganadores con el TLC, pero han sido menos numerosos que los perdedores. Quienes han tenido ventajas con el acuerdo comercial son unos 180 mil productores; los afectados suman 4 millones. Los triunfadores ocupan apenas una superficie de un millón 835 hectáreas (de las cuales 569 mil se destinan a cultivar hortalizas), pero los afectados siembran más de 14 millones y medio de hectáreas.
ƑCuál cultura empresarial se niegan a adquirir los campesinos? ƑLa de los hombre de empresa o la de los emprendedores? Porque los casos de pequeños productores que han tratado de crear una cultura empresarial, a menudo sin apoyo gubernamental y aun en su contra, son muchos. Si han fracasado en sus iniciativas es, en mucho, resultado de un entorno provocado por políticas macroeconómicas y comerciales sumamente desfavorable. Muchos de quienes hoy forman parte del movimiento El campo no aguanta más son agricultores que crearon empresas comercializadoras o de servicios o uniones de crédito que fracasaron, no por ineficiencia o corrupción, sino porque tuvieron que competir en condiciones absolutamente desiguales con los grandes tiburones agropecuarios.
Irónicamente, con frecuencia, el actual gobierno ha apoyado a esos grandes escualos en contra de los cardúmenes campesinos. Los 18 mil pequeños cafetaleros mexicanos que se encuentran a la vanguardia del cultivo de café orgánico en el mundo -uno de los nichos de mercado más rentables- han reconvertido más de 20 mil hectáreas a esta innovadora forma de producción, prácticamente sin apoyo gubernamental.
Mientras tanto, Nestlé tuvo el apoyo de la Secretaría de Agricultura para que se sembraran un millón y medio de cafetos de mala calidad, y la Secretaría de Economía le autorizó la importación de miles de sacos del aromático de otros países, derrumbando los precios internos.
Tiene razón el presidente Fox cuando advierte que no se debe sacrificar lo más por lo menos, y por ello se requiere renegociar efectivamente el TLC. La cerveza es el principal producto agropecuario de exportación a Canadá y el segundo a Estados Unidos. ƑAcaso vamos a dejar de vender Corona a nuestros socios por modificar el tratado?