HOMENAJE OFICIAL A LA PERPETUIDAD
La idea, que pase más tiempo con el objetivo
de que "incluso tenga valor la cosa"
Aún es "muy pronto" para trasladar a Octavio
Paz a la rotonda, opina Paoli
Por órdenes presidenciales varios personajes
fueron inhumados ahí enseguida de su muerte
MONICA MATEOS-VEGA
Cuando el premio Nobel de Literatura Octavio Paz murió
en 1998, el entonces director del Instituto Nacional de Bellas Artes, Gerardo
Estrada, declaró que las cenizas del escritor se trasladarían
a la Rotonda de los Hombres Ilustres un año después, como
lo estipula el decreto vigente (La Jornada, 21 de abril de 1998).
Han pasado casi cinco años desde ese anuncio y
José Francisco Paoli Bolio, subsecretario de Desarrollo Político
de la Secretaría de Gobernación, expresa que "todavía
es muy pronto" para que Paz -propuesto ante Gobernación para ser
inhumado en la rotonda por Alberto Nava Garcés, el 26 de febrero
de 2002- repose en ese recinto. "La idea es que se deje pasar un poco más
de tiempo, para que incluso tenga valor la cosa."
Se
recordó al funcionario, también secretario técnico
del consejo consultivo que se encarga de establecer las bases y procedimientos
para que el jefe del Ejecutivo ordene la inhumación en la rotonda,
que en 1977 el poeta Carlos Pellicer fue enterrado ahí inmediatemente
después de fallecer por decisión de José López
Portillo, entonces jefe del Ejecutivo federal.
Paoli aceptó: "pues se brincaron el procedimiento.
Y es que el Presidente tiene la facultad de hacerlo. Pero es un caso raro.
Los presidentes normalmente no hacen eso; con Pellicer debe de haber habido
una petición muy generalizada, sin ninguna objeción... porque
también se dan éstas, aunque en el consejo no dirimimos las
propuestas como si fuera un juicio, pero hay personas que se pronuncian
a favor y otras en contra".
Sin embargo, los hechos demuestran que no es "raro" sepultar
a alguien en esa plaza inmediatamente después de su muerte.
Lázaro Cárdenas decretó que Francisco
Sarabia fuera enterrado ahí enseguida. Miguel Alemán decidió
las inhumaciones inmediatas de Mariano Azuela, Virginia Fábregas,
Enrique González Martínez, Isaac Ochoterena y José
Clemente Orozco; Adolfo Ruiz Cortines las de Agustín Aragón
y Diego Rivera; Adolfo López Mateos las de Gerardo Murillo y Alfonso
Reyes; Gustavo Díaz Ordaz la de Agustín Lara; Luis Echeverría
Alvarez las de David Alfaro Siqueiros, Rosendo Salazar y Jaime Torres Bodet,
y José López Portillo las de Carlos Chávez, Juan O'Gorman,
Pellicer y Agustín Yáñez.
Es decir, en 66 años sólo tres presidentes
(Miguel de la Madrid, Carlos Salinas y Ernesto Zedillo) no han decretado
una inhumación inmediata.
Gorostiza, Villaurrutia y Novo, otros propuestos
Ha pasado un año y tres meses desde que se le solicitó
al presidente Vicente Fox Quesada, por medio de una carta firmada por José
Emilio Pacheco, Carlos Monsiváis, Arturo Cantú y Alfredo
Juan Alvarez, que se trasladaran los restos del poeta José Gorostiza
a la rotonda; se pretendía culminar el centenario natal de autor
de Muerte sin fin con ese "acto de elemental justicia histórica"
(La Jornada, 8 de octubre de 2001).
En los registros de la Dirección de Fomento Cívico
de Gobernación se tiene el dato de que, también en 2001,
se recibió de la Secretaría de Relaciones Exteriores (por
conducto del embajador Gustavo Iruegas Evaristo) y del Instituto de Cultura
de Tabasco la propuesta de llevar a Gorostiza a la rotonda.
Paoli señala que apenas se está integrando
el expediente de Gorostiza, que "se analizará en la próxima
reunión de los integrantes del consejo, la cual no tiene aún
fecha para llevarse a cabo".
El Consejo Nacional para la Cultura y las Arte propuso
en 1993 el ingreso en esa plaza de otros dos integrantes de Contemporáneos,
Xavier Villaurrutia y Salvador Novo, de quienes se celebran cien años
de su nacimiento en 2003 y 2004.
Rechazos
Por supuesto que también hay personas, como José
Vasconcelos, que dejan instrucciones precisas de que al morir no se les
sepulte en el máximo panteón de la patria.
Al fallecer el pintor Rufino Tamayo, dos miembros de la
diputación federal oaxaqueña, Eloy García Aguilar
y Artemio Meixueiro Sigüenza, iniciaron sondeos entre sus compañeros
legisladores para que los restos del artista fueran llevados al recinto
(La Jornada, 25 de junio de 1991). Carlos Salinas de Gortari envió
una iniciativa al Consejo Consultivo de la Rotonda, pero la viuda de Tamayo,
Olga, se negó con vehemencia: "¿Rufino a la Rotonda de los
Hombres Ilustres? De ninguna manera. El único héroe que admiró
y respetó Tamayo es Emiliano Zapata y está enterrado por
ahí. Nada tiene que hacer Tamayo en la rotonda" (La Jornada,
27 de junio de 1991).
Otro ejemplo: José Alfredo Jiménez, poco
antes de su muerte, durante un homenaje celebrado en su natal Dolores Hidalgo,
con motivo de sus 25 años de compositor, pidió públicamente
que cuando muriera no se le enterrara en el recinto multicitado, sino en
el cementerio de su ciudad. Cuando llegó el momento, el entonces
presidente de la República, Luis Echeverría, ofreció
la rotonda para José Alfredo, pero los dolorenses, apoyados en una
grabación de aquel homenaje, lograron que se respetara el deseo
del compositor. (La Jornada, 20 de junio de 2001.)
Carlos Monsivais señala en su ensayo La crítica
literaria en México: la invención, la revisión, la
ampliación y el olvido del canon: "El consenso en torno al canon
nunca es explícito y jamás resulta implícito. Los
incluidos tienen derecho al paquete de obsequios de la República:
homenajes con la presencia de altos funcionarios, calles con los nombres
de los elegidos, ediciones conmemorativas, veladas luctuosas en el Palacio
de Bellas Artes y, para los más afortunados, un sitio en la Rotonda
de los Hombres Ilustres, donde descansan canónicamente los restos
de Ignacio Ramírez, Ignacio Manuel Altamirano, Justo Sierra, Alfonso
Reyes, Agustín Yáñez. En este proceso, la crítica
reafirma y aprueba. Importa no tanto lo que se dice en contra, sino lo
que no se dice a favor. A los prestigios sólo los empaña
la acumulación de silencios".