Jorge Carrillo Olea
El teatro de la guerra
Ante las repetidas declaraciones del presidente Bush de que la crisis con Corea del Norte puede ser resuelta por la vía diplomática, no así sus personales conflictos con Irak ("circunstancias diferentes requieren estrategias diferentes", dijo), más el constante envío de contingentes hacia el océano Indico y el golfo Pérsico, pareciera útil examinar las condicionantes con que una posible guerra se daría.
Para preservar la paz y fortalecer la democracia en el mundo -su mandato divino-, el Pentágono dividió el universo en comandos unificados del combate, que son: el europeo, que abarca todo ese continente y la Rusia asiática; el del Pacífico, la cuenca de ese océano, incluyendo los países asiáticos y surasiáticos con litoral; el del sur, que es América del Sur y el Caribe; el central y el del norte, donde se encuentra comprendido México. Su misión es el control operacional de aquellas fuerzas que le han sido asignadas para "promover la paz, sostener la libertad y fortalecer la prosperidad". Están compuestos por tropas de dos o más fuerzas armadas con características apropiadas a la región geográfica en que habrían de operar, reportando directamente al secretario de la Defensa y al presidente de Estados Unidos.
Para todo ello el Pentágono dispone de un millón 370 mil soldados en activo, un millón 280 mil en reserva inmediata, 670 mil empleados civiles y un presupuesto para el año fiscal 2003 de 312 mil millones de dólares, que equivalen aproximadamente a cuatro veces nuestra deuda pública externa reconocida oficialmente. Un componente que carece de dimensión numérica, pero que tiene igual peso que lo anterior, es el desarrollo tecnológico aplicado a la guerra, que es verdaderamente inimaginable.
Respecto de Asia, el propio Pentágono sostiene que es una región susceptible de conflicto militar a gran escala. Supone la existencia de un amplio arco de inestabilidad que va de Medio Oriente hacia el noreste del propio continente, donde existe una mezcla volátil de fuerzas regionales frecuentemente incontroladas y de tendencias ideológicas extremistas de vocación terrorista, que están en pleno desarrollo y que se confrontan con otras en total deterioro, haciendo que los gobiernos de esos estados sean inestables y por ello vulnerables a fuerzas internas radicales.
Esto hace que para los intereses de Estados Unidos el mantenimiento de la estabilidad en Asia sea una tarea sumamente crítica, lo que se comprueba recordando los esfuerzos por la recuperación de Kuwait y la intervención en Somalia, tan costosa políticamente, realizada bajo el embozo de una acción humanitaria.
Las distancias de este supuesto teatro de guerra respecto de las bases militares estadunidenses, así como la amplitud de los posibles territorios comprendidos y una clarísima ausencia de una infraestructura de comunicaciones, anticipan la necesidad de desarrollar sistemas capaces de sostener operaciones militares a larga distancia con un mínimo de recursos basados dentro del teatro. El eje máximo de este comando es de más de 5 mil kilómetros de este a oeste, que incluye numerosas cadenas montañosas de gran altura y áreas desérticas de elevación negativa respecto del nivel del mar, y por eso con temperaturas extremas.
Este teatro es el US Central Command, que abarca a los siguientes países: Egipto, Sudán, Etiopía, Eritrea, Kenia, Somalia, Seychelles, Jordania, Arabia Saudita, Yemen, Omán, Emiratos Arabes, Bahrain, Kuwait, Irak, Irán, Pakistán, Afganistán, Turkmenistán, Uzbekis-tán, Kazajstán, Kyrgyzstán y Tayikistán.
Por estas condiciones de magnitud e incomunicación, la participación de flotas navales con fuerte acento en portaviones y portahelicópteros será esencial, así como las de las aéreas pertenecientes a otro comando unificado, el europeo, con cuartel general en Stuttgart, Alemania, operando principalmente desde bases situadas en Turquía, Grecia, Italia y la Europa Central. La participación de tropas de tierra, básicamente agrupamientos blindados, será siempre esencial para la captura del terreno y los objetivos estratégicos, pero la guerra deberá ser ganada por fuerzas aeronavales que incluyen el uso de misiles y de unidades aéreas de la más alta sofisticación.
Es válido decir que el alto desarrollo tecnológico aplicado a cualquiera de las fuerzas armadas será el instrumento esencial de triunfo en esta y las siguientes guerras. Innovaciones tales como el desarrollo tecnológico de sensores, satélites para misiones de inteligencia militar, procesamiento acelerado de información de alto valor estratégico, armas aéreas de gran precisión, incluidos vehículos aéreos no tripulados, se enfrentarán a fuerzas significativamente retrasadas en tecnología, puesto que sus fuentes originales de adquisición, el mundo soviético, no existen más.
La existencia de un mercado ilegal de equipos militares de alto desarrollo tecnológico es una vergonzosa realidad que puede llevar hasta la adquisición y el uso de armas químicas, biológicas o radiológicas (QBR) por parte de Irak en este caso, o de fuerzas extremistas independientes, lo que implica la mayor alarma para Estados Unidos.
En conclusión, el área de responsabilidad del Comando Central se ha ratificado como de la más alta importancia militar para la Casa Blanca, por lo que mantener el control de la estabilidad en esta región tan volátil como rica en petróleo le es esencial y no claudicará. Por el valor estratégico del petróleo, que es el fin último de esta cruzada, debería adicionarse una reflexión sobre la situación venezolana y la reciente agregación de México al Comando Norte.
