Directora General: Carmen Lira Saade
México D.F. Domingo 26 de enero de 2003
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Cultura
CIEN AÑOS DE EDIFICIO VIAJERO

Reflexiones sobre el centenario del inmueble que lo alberga

El Museo del Chopo, una opción  vanguardista que debe preservarse

Alentador, que no lo hayan convertido en mall, dice Monsiváis sobre el edificio traído de Alemania Podría ser el símbolo de una nave de tiempo en movimiento: Eloy Tarcisio

ARTURO JIMENEZ

Más allá del cumpleaños número 100 de cuando comenzó el rearmado en México del edificio estilo art nouveau que alberga al Museo Universitario del Chopo -montado primero en Alemania con estructuras de hierro, tabique prensado y cristal, y desmontado después en miles de partes para trasladarlo en barco a México-, ''lo más alentador'' de este centenario, como dice con sarcasmo Carlos Monsiváis, ''es que no lo hayan derribado para construir en su lugar un mall''.

Se trata, sin embargo, de la amplia historia de un edificio que se armó entre 1903 y 1905 en la colonia Santa María la Ribera, que albergó en 1910 una muestra de arte industrial japonés que inauguró el dictador Porfirio Díaz con motivo del centenario de la Independencia de México, que en 1913 se convirtió en la sede del Museo Nacional de Historia Natural y que desde 1975 es el Museo Universitario del Chopo, un escaparate de la cultura urbana y alternativa.

El primer siglo que cumple este año el singular edificio de dos torres metálicas -cuya vigencia conceptual y arquitectónica es resaltada por el artista plástico Eloy Tarcisio- es motivo para el festejo mediante diversas exposiciones y actividades artísticas, las cuales arrancaron de manera formal el pasado miércoles 22 con una inauguración en la que el "invitado especial" fue el gobernador de Tabasco, Manuel Andrade Díaz.

Pero el centenario también es motivo para revisar el trabajo de difusión que desde 1975 realiza el Museo Universitario del Chopo (MUCh), hoy dirigido por Alma Rosa Jiménez, designada por el escritor Ignacio Solares, titular de la Coordinación de Difusión Cultural de la UNAM.

Por ejemplo, Monsiváis comenta sobre lo que para algunos han sido "momentos de esplendor pasado" del museo, contrapuestos a un presente en el que se podría perder el perfil original del recinto, y pondera:

"También la sociedad de la ciudad de México no ha repetido sus momentos de esplendor. No es justo cargar en el Museo del Chopo lo que estamos viviendo en todas partes. Si comparas este espacio con el gobierno de Fox, aquél vive un momento de esplendor."

Destaca que pese a la crisis económica, la burocracia "y muchos otros defectos", el museo sí ha logrado una continuidad muy importante. "Es un espacio de resistencia a la derecha y a lo que significa el panismo, cuyo último momento de modernización debió ocurrir en 1890".

Acerca de la comparación que suele hacerse entre la importancia de la labor del Museo del Chopo y la de la Casa del Lago, ambos centros a cargo de la UNAM, el escritor precisa:

"Son cosas distintas. En la Casa del Lago se vivió una primera confianza utópica en los poderes de la cultura para democratizar a la sociedad y para crear un conocimiento donde el nacionalismo ya no tuviera cabida. Y en el Museo del Chopo más bien lo que se ha intentado es la experimentación con formas de cultura que no se aceptaban en una sociedad muy convencional, pero sin aquella sensación de confianza utópica en la cultura."

Primer éxito de la extensión universitaria

Jorge Pantoja, uno de los impulsores del ahora autogestionario Tianguis del Chopo y quien fue subdirector del museo durante la administración de la escritora Angeles Mastreta, quien en 1979 sustituyó a Rodolfo Rivera González, platica sobre esos primeros años:

"Hicimos un proyecto dirigido a la cultura popular, las minorías culturales, los jóvenes, niños y mujeres. De ahí se dio una carrera vertiginosa de proyectos, que de alguna manera fueron como la esencia de lo que es el museo en la actualidad: un espacio de la UNAM dedicado a la vanguardia, lo alternativo". Con la gestión del pintor Arnold Belkin, con quien también trabajó Pantoja, se le agregó de lleno la difusión de las artes plásticas.

Pantoja es autor del libro Cuando el Chopo despertó, el dinosaurio ya no estaba ahí (Ediciones Imposible), una compilación de textos sobre el tianguis que en su título juega con el célebre cuento breve de Augusto Monterroso, el renacimiento del edificio como espacio para el arte y el hecho de que el famoso diplodocus, que durante medio siglo caracterizó al museo, se lo habían llevado a Chapultepec desde 1964.

El promotor cultural cuenta que como el museo estaba dando muchos resultados a nivel de difusión y de públicos nuevos y multitudinarios, Angeles Mastreta metió una iniciativa para mejorar el pésimo estado de sus instalaciones, la cual aprobó el rector Jorge Rivero Serrano.

Destaca: "El Museo del Chopo fue el primer producto exitoso de lo que la UNAM llama extensión universitaria, es decir, sacar la cultura universitaria del campus para retribuirle a la población algo de lo que es dicha casa de estudios. Nos dejaron hacer lo que nosotros quisimos, no había censura. El tiempo que estuvimos ahí el Chopo se volvió un espacio autónomo dentro de la autonomía de la universidad".

Pantoja considera que el Chopo ha cumplido la tarea de difundir y alentar la cultura experimental. "En el espacio que tiene el Chopo en Radio UNAM comenté que ojalá que con la llegada de la actual directora (Alma Rosa Jiménez) no cambiaran el perfil del museo: un espacio para la cultura alternativa, las nuevas expresiones de la cultura, la cultura de búsqueda. Y ella me contestó: 'Sería un suicidio cambiarla'''.

"El museo ha sido eso: el que la UNAM de alguna manera avale esas formas de la cultura, que no son las de los consagrados, los prestigiados o los de fama internacional, sino de la gente que empieza, que no tiene espacios y está buscando foros."

Agrega: "No estoy muy cerca de lo que pasa en el museo, pero siento que en términos generales se ha mantenido la línea de un espacio alternativo. No sé si todavía continúen con la otra parte que también lo caracterizó: la de un espacio muy solidario con las luchas del momento".

La UNAM, dice, tiene la responsabilidad de mantener ese espacio y perfil. Y Pantoja recuerda, por ejemplo, que el Chopo fue lugar para las reuniones del naciente Sindicato de Actores Independientes o escenario para asambleas del Partido Socialista Unificado de México.

El patito feo de la cultura

José María Covarrubias, director del Círculo Cultural Gay, que cada año organiza en el MUCh la Semana Cultural Lésbico-Gay, evalúa:

"En un principio, con Angeles Mastreta, Arnold Belkin, Elva Macías o Lourdes Monges, el Museo del Chopo fue creciendo. Pero la actual directora (Alma Rosa Jiménez) es un insulto a la cultura, porque no sabe nada de esta área, no tiene experiencia y llegó con el ánimo de bajar el perfil gay del museo, y eso es comprobable.''

El promotor cultural retomó opiniones del artista plástico Felipe Ehrenberg en el sentido de que lo anterior es lo que impide que el MUCh cumpla con su función, y recordó el caso de Arturo Saucedo, quien colaboró con Alma Rosa Jiménez en el programa de radio UNAM Las ondas del Chopo, pero tuvo que renunciar ante, dice Covarrubias, "la tendencia de la funcionaria a imponer su criterio".

Además, agrega que, por su bajo presupuesto, al Museo del Chopo es visto como "el patito feo de la cultura". Y respecto a la participación del gobernador de Tabasco en la pasada inauguración de las celebraciones por el centenario del museo, comenta: "El representa el peor priísmo que hay. La actual directora ha tomado al Chopo para hacer proselitismo priísta".

Símbolo actual de la renovación

En cambio, Eloy Tarcisio, artista plástico, académico y fundador y ex director del centro X Teresa Arte Actual, avala:

''El MUCh ha cumplido con creces los objetivos para los que ha sido diseñado. Ha abierto sus puertas a todas las propuestas contestatarias que no habían tenido foro en ningún otro lugar y se ha mantenido en ese camino. Ha logrado ser semillero de varias generaciones de artistas y ha dado la posibilidad de hacer exposiciones a creadores que no han tenido la oportunidad de hacerlo en otros espacios.

"Digamos que el primer paso necesario de X Teresa fue el Museo Universitario del Chopo, donde empezamos con el primer festival de performance hace 10 años."

Acerca de la situación actual del museo, opina: "Como todo espacio, cuando llega un nuevo director se mueven un poco los intereses, pero a pesar de ello y de haberse movido también un poco el perfil del gusto de los directores anteriores, se ha mantenido con esa naturaleza universitaria de apertura y de confrontación".

Tarcisio concluye con una reflexión sobre el motivo de las celebraciones de este año: el primer siglo de vida del edificio de hierro y cristal del Museo Universitario del Chopo, y dice:

"Como estructura que fue importada de Alemania y levantada en México y que si a alguien se le ocurre la puede desarmar y trasladarla a otro lado, es un concepto muy interesante, fresco y renovador que da la posibilidad de observar la necesidad de ciertos sectores del pueblo mexicano de experimentar, investigar y trasladarse de un lugar a otro en una idea de apertura.

"El edificio es producto de la revolución industrial, de la posibilidad de generar una nueva idea de la tecnología. Y en ese sentido se relaciona con el concepto de movilidad en el que vivimos hoy. La posibilidad de comunicarte y relacionarte con cualquier otra parte del mundo de una forma inmediata, nos hace pensar en ese viaje del edificio. Pienso que el edificio del Chopo podría ser el símbolo de una nave de tiempo en movimiento.''


De Düsseldorf a la Santa María la Ribera

Durante un siglo, muchas cosas han sucedido dentro de las tres naves que conforman el edificio viajero que hoy alberga al Museo Universitario del Chopo, el cual, como luego lo harían muchos exiliados europeos para salvarse de las bombas, cruzó el Atlántico en barco y llegó a la ciudad de México en ferrocarril para integrarse a su paisaje urbano.

Pese a que la mayoría de la información ha sido registrada, aún existen muchas lagunas en la historiografía de ese inmueble de hierro, tabique prensado y cristal. Como la de su primera época, cuando fue levantado en la ciudad alemana de Düsseldorf.

O, a decir de la historiadora Gabriela Castillo, como y qué pasó entre 1905 y 1910, año éste en que se montó en él una exposición de arte industrial japonés con la que el gobierno del dictador Porfirio Díaz celebró el centenario de la Independencia del país, en vísperas de la Revolución. O como el desconocimiento de sus planos originales, que fueron perdidos por alguna de las burocracias que lo han administrado.

Todo comenzó en 1902, cuando la Compañía Metalúrgica Gutehoffnungshütte construyó un edificio con cuatro torres y un anexo. Al año siguiente, la Compañía Mexicana de Exposición Permanente compró la mayor parte del mismo, la cual se desmontó y envió a México, donde por sus enormes vitrales se le conocería como el Palacio de Cristal. Y luego de la exposición nipona también fue conocido como el Pabellón Japonés.

Dos años después, en 1913, se inauguró como Museo Nacional de Historia Natural (MNHN). Durante el medio siglo siguiente este museo fue conocido en todo el país por exhibir la reproducción osea de un dinosaurio jurásico clasificado como Diplodocus Carnegii, el esqueleto de un elefante imperial del valle de México, una ballena y, junto a estos gigantes, una curiosa colección de pulgas vestidas.

El famoso dinosaurio se encuentra aún en el Museo de Historia Natural, en el Bosque de Chapultepec, y el elefante, en el de Geología. Pero de la ballena y las pulgas pudorosas se desconoce su paradero.

En 1929 el MNHN fue entregado a la UNAM y en 1964 se clausuró, y la mayor parte de su colección se repartió entre el nuevo Museo de Historia Natural, el Museo de Geología, la Escuela Nacional de Estudios Profesionales, la Escuela Nacional Preparatoria y el Museo Nacional de las Culturas.

Vino después una década de abandono en la que, sin embargo, en 1972 se registró la filmación dentro del edificio de la película de terror La mansión de la locura, dirigida por Juan López Moctezuma.

En 1973 la UNAM se decidió a restaurar el inmueble, pero fue hasta 1975 que se inauguró el Museo Universitario del Chopo. En 1983 se construyó ahí el Foro del Dinosaurio y en 2000 se conmemoró el 25 aniversario del museo. Este 2003, mediante diversas actividades (La Jornada, 21 enero, 2003), se celebrará el centenario del edificio viajero, el cual, desde que llegó exiliado de Düsseldorf, se naturalizó entre los mexicanos.

ARTURO JIMENEZ


Los hijos autogestivos, autónomos

Cuenta Jorge Pantoja, uno de los impulsores principales del ahora legendario tianguis cuando fue subdirector del Museo Universitario del Chopo, donde trabajó de 1980 a 1985:

"Al integrarme al museo hice un proyecto sobre la cultura del rock. Comenzó con el ciclo de conciertos Rock desde acá, que era todos los jueves. Y después continuó con un concurso de composición que ganó Guillermo Briseño, cuyos coros por cierto eran Eugenia León y Guadalupe Pineda. En febrero de 1980 empezó el rock, en julio el concurso y en octubre inauguramos el tianguis, que era como una feria de revistas y de discos de música de diversos géneros.

"Durante cuatro o seis semanas se dio una especie de selección darwiniana y sólo se fueron quedando los puestos de rock. El tianguis estuvo en el museo casi dos años y cada vez que había huelga o paro o vacaciones en la UNAM el mercado no se suspendía y se instalaba en la banqueta."

Recuerda Pantoja que cuando el museo concluyó el programa institucional, el tianguis continuó por sí mismo afuera del edificio dos o tres años más y luego comenzó a itinerar por varias rumbos de la ciudad, hasta que se instaló donde ahora se ubica: en la calle de Aldama, a un lado de la estación de ferrocarril de Buena Vista, en la colonia Guerrero.

Aparte del Tianguis del Chopo, otro proyecto popular que también se hizo autogestivo fue el taller Mujeres del Chopo-Política y cuerpo. "Ambos salieron en esa época del museo, se llevaron el nombre del Chopo y ahora viven por su propia cuenta. En sus respectivos ámbitos, a veces rebasan la importancia del mismo museo".

Pantoja también platica que el programa que impulsaba incluía muchos talleres, en uno de los cuales se armó el proyecto del grupo La Maldita Vecindad y los Hijos del Quinto Patio. "En aquellos años había toda una propuesta en torno a la cultura del rock", resume.

ARTURO JIMENEZ

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