Víctor Suárez Carrera
ƑQué renegociar en el capítulo agrícola del tratado?
La renegociación del capítulo agropecuario del Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN) constituye una de las demandas centrales del movimiento El campo no aguanta más en su lucha por una nueva política para el sector y un nuevo acuerdo Estado-sociedad urbana-sociedad rural.
Pero en concreto, Ƒqué aspectos necesitamos renegociar con los gobiernos de Estados Unidos y Canadá para ajustar el tratado a los objetivos superiores de vida digna para toda población rural, soberanía alimentaria, empleo, agricultura sustentable y acceso garantizado de alimentos sanos, seguros y suficientes para toda la población mexicana? A continuación se enuncian las cinco principales propuestas de El campo no aguanta más respecto a la renegociación del capítulo agropecuario del acuerdo trilateral.
Primera. Exclusión definitiva del maíz y el frijol del proceso de liberación comercial del TLCAN. Unicamente la decisión vertical del gobierno autoritario de Carlos Salinas impidió que estos dos cultivos estratégicos para la seguridad nacional y la soberanía alimentaria se excluyeran del tratado. Ahora, después de nueve años de acción gubernamental contra los productores mexicanos, y a escasos cuatro años de su formal y total liberación, es ineludible acordar con nuestras contrapartes la exclusión de ambos cultivos. Razones sobran: seguridad nacional, soberanía alimentaria, preservación de empleo rural en un escenario de recesión en México y Estados Unidos; respeto a la diversidad étnica, social y cultural de la nación; contribución multifuncional de la producción maicera y frijolera, y por las asimetrías insalvables entre los sistemas de producción, financiamiento, subsidios, investigación, comercialización, transporte, etcétera, de México, Estados Unidos y Canadá. Mientras se renegocia y acuerda este punto, los aranceles a las importaciones de maíz y frijol que rebasen los cupos establecidos en el propio TLCAN deberán ser cobrados estricta e invariablemente, incluidos los correspondientes al año en curso.
Segunda. Reintroducción de restricciones cuantitativas a las importaciones de los productos de las cadenas agropecuarias clasificadas en la Ley de Desarrollo Rural Sustentable como básicas y estratégicas para la seguridad y soberanía alimentaria; dichos productos, además del maíz y frijol, son: caña de azúcar, trigo, arroz, sorgo, café, huevo, leche, carne de bovinos, porcinos y aves, y pescado. Se propone el establecimiento de volúmenes máximos de importación diferenciales por producto y cadena agropecuaria mediante aranceles-cupo; dichos topes de importación sin arancel no deberán rebasar rangos entre 5 y 20 por ciento del consumo nacional aparente en función del nivel actual de importaciones y el potencial productivo nacional. Los niveles máximos de importación podrán ser revisados y ajustados quincenalmente. Las importaciones que rebasen dichos topes deberán pagar aranceles en rangos variables a determinar caso por caso. Se trata de proteger toda la cadena y no solamente la producción primaria o el eslabón más fuerte -léase empresas procesadoras, comercializadores y/o distribuidoras. Paralelamente y para no verse obligado el país a rebasar los cupos de importación establecidos, debe asegurarse un programa de fomento integral de la producción a efecto de alcanzar los niveles requeridos de producción y productividad por tipo de producto, calidad, región y precio apropiado.
Tercera. Garantizar la inocuidad y el cumplimiento de las normas fitosanitarias para la importación de alimentos. Se requiere revisar y renegociar el capítulo VII del TLCAN, referente a medidas sanitarias y fitosanitarias, para certificar que toda importación de alimentos proveniente de Estados Unidos y Canadá cumpla con los mismos requerimientos de inocuidad y seguridad que son exigidos para la exportación de los productos agropecuarios mexicanos a dichos países. Asimismo, para garantizar que se cumplan normas de etiquetado y aplicación del principio precautorio para los productos transgénicos.
Cuarta. Eliminación de prácticas des-leales de comercio vía subsidios internos que permitan precios de exportación por debajo de costo de producción (valor normal) y subsidios a la exportación directos e indirectos (créditos y garantías subsidiados a la exportación) que hagan posibles precios de exportación inferiores a los domésticos. Para esto no necesitamos esperar una eventual negociación en la Organización Mundial de Comercio al respecto: en el largo plazo el campo estará muerto. Proponemos la revisión y renegociación del capítulo XV relativo a competencia y monopolios para garantizar una libre concurrencia en los mercados agropecuarios y forestales, hoy inexistente, y desintegrar los monopolios que dominan toda la cadena agroalimentaria en México.
Quinta. Acuerdos paralelos al TLCAN. Uno debe ser migratorio, para garantizar la libre movilidad transfronteriza de la fuerza de trabajo y el goce pleno de sus derechos laborales y ciudadanos, y otro para el establecimiento de fondos compensatorios a inversiones estructurales para regiones, cadenas productivas y sujetos productivos y sociales en desventaja.
Contra todo el pánico y campaña mediática de los 300 beneficiarios de un TLCAN mal negociado y peor ejecutado, no se trata de denunciar el tratado y todo su capítulo agrícola; tampoco se trata de una declaración de guerra contra Estados Unidos y de convertir a México en una sociedad autárquica.