Adolfo Gilly
Temas y destinos del PRD
Convaleciente de una golpiza durante un asalto en un taxi (abordado en el Angel de la Independencia) el pasado jueves 30, no he estado en condiciones de asistir al quinto Consejo Nacional del PRD que tiene lugar el 31 de enero y el primero de febrero. Mencionaré aquí algunas cuestiones de importancia que habría querido plantear en dicho organismo y que interesan a la opinión pública y a quienes hasta ahora han dado su apoyo al PRD.
La encuesta como método de designación de candidatos, además de ser una aberración política y estatutaria, ha sido un fracaso. No por la calidad o no de los candidatos seleccionados, sino por la opacidad y la arbitrariedad del procedimiento mismo, en el cual ese partido se pone a la cola de la opinión indiferenciada de una muestra de opinión pública -parece que fueron mil encuestados por delegación-, a quienes se les pide una opinión sobre personas, no sobre propuestas o temas de interés público. Por otro lado, ese partido se pone en manos de una empresa comercial privada no para auscultar a la opinión pública y tomar tal dato como un indicador más sobre los estados de ánimo del momento, sino para decidir cuáles serán los candidatos que lo representarán. Es el colmo del absurdo y de la abdicación de las atribuciones políticas soberanas propias de cualquier organización.
Si este método se generalizara, mañana podríamos acudir a empresas encuestadoras para decidir quiénes integran el gabinete presidencial, quién es rector de una universidad, quién es gerente general de una empresa, pública o privada, y hasta con quién nos casamos y cómo amueblamos nuestra casa. En rigor, la encuesta podría llegar a sustituir a la votación -como acaba de suceder en el PRD- y por ese método se podría designar al Presidente de la República y a todos los demás cargos electivos, con lo cual la sigla IFE pasaría a significar Instituto Federal de Encuestas, y tal vez tendría un presupuesto más reducido.
El PRD ha archivado de hecho los resultados de la comisión especial sobre el fraude generalizado cometido en su última elección de dirección nacional. En realidad, el acudir a las encuestas es la respuesta evasiva y superficial a esa situación, en la cual en cambio es preciso ir a la raíz.
Más allá de declaraciones o desplegados, que no comprometen a todos sus legisladores, no se alcanzan a ver acciones concretas y organizadoras del PRD sobre los derechos indígenas, una cuestión en la cual tiene una deuda pública particular con los indígenas mexicanos, con la nación y con su electorado. El agravamiento de la situación en Chiapas vuelve a indicar que este tema debería ser central para la política nacional del PRD, antes que sus candidaturas y sus encuestas. La otra vertiente del creciente movimiento campesino contra el TLCAN -recordemos que el EZLN se sublevó, y lo dijo, el día en que ese tratado entraba en vigencia-, vertiente en la cual participan incontables miembros y partidarios del PRD, está exigiendo a la dirección nacional de este partido una acción política mucho más allá de los desplegados, las representaciones parlamentarias y las candidaturas externas o internas.
Los movimientos sociales son en realidad la forma social de movimientos políticos y tocan profundamente a la política. Dividir entre lo político y lo social no es tarea de la izquierda ni de la democracia. En los hechos, el PRD más y más identifica lo político con lo electoral y tiende a tomar distancia de toda definición que, por indispensable que esté siendo, afecte su posición momentánea en las encuestas. El PRD reduce más y más la política a uno de sus componentes, y no el más importante: los resultados electorales, sin recordar que estos resultados son el reflejo de la política, y no al revés. La realidad de la nación y del pueblo mexicano va por otros caminos. Si las cosas siguen así, no sería extraña una notable indiferencia del electorado en julio de 2003.
Una nueva definición programática y política de largo alcance le es indispensable al PRD, sobre todo ahora que las campañas de sus precandidatos en el Distrito Federal, además de haber significado un gasto en dinero (cuyo monto y origen cada uno de ellos tiene el deber de explicar), no tuvieron el mínimo contenido político o social. Por otra parte, la trayectoria de diversas figuras que hoy se mencionan como posibles candidatos externos nada tiene que ver con las ideas fundadoras y las luchas del PRD. Algunos de esos nombres colaboraron directamente con el gobierno de Carlos Salinas. Sus ideas no han cambiado. ƑEl PRD los va a proponer ahora a su electorado?
Casi no existe discusión organizada sobre temas políticos en el interior del PRD, salvo en lo que toca a candidaturas y elecciones para cargos internos o externos. Sin embargo, su todavía gran masa de votantes y partidarios interviene en toda situación, demanda, movimiento o tema que toca los intereses vitales de la nación y de su pueblo: la guerra, el campo, los derechos indígenas, la industria eléctrica, el petróleo, los derechos sociales, las pensiones, la salud pública, la educación, la cultura, los salarios, los impuestos, la pobreza, la soberanía nacional; la lista es interminable.
El PRD está enfrentado a la necesidad de realizar un verdadero viraje para responder a esas exigencias naturales de la sociedad. Si no lo logra, su destino será el de un partido menor y no el que soñaron y quisieron quienes formaron el gran movimiento nacional y social iniciado a finales de los años 80.