Diccionario del corazón ofrece
un atisbo sobre la cosmovisión de los antiguos mayas
Presentan en Bellas Artes libro en tzotzil-castellano
y tzotzil-inglés
Incluye textos del antropólogo Robert M. Laughlin
e ilustraciones de Naúl Ojeda
Será comentado por la actriz Ofelia Medina y
el escritor Carlos Montemayor
ARTURO JIMENEZ
Un libro de arte que mediante metáforas cuenta
una historia de ''amor mágico" ha sido creado a mano con papel de
fibras de corazón de maguey, muérdago, ''conjuros" de artesanos
mayas del Taller Leñateros de la editora Ambar Past, gráficos
del artista uruguayo Naúl Ojeda y textos del antropólogo
Robert M. Laughlin, quien a su vez se basó en un diccionario castellano-tzotzil
hecho por un desconocido fraile de Zinacantán en el siglo XVI.
Se trata del Diccionario del corazón, que
será presentado por la actriz Ofelia Medina, el escritor y traductor
Carlos Montemayor y el mismo Laughlin, con la participación del
Teatro Lo'il Maxil (Bromas de los Monos) y músicos tzotziles de
Zinacantán, Chiapas, hoy a las 19 horas, en la sala Manuel M. Ponce
del Palacio de Bellas Artes.
Meollo de la comprensión maya
''El libro es una mirada al pensamiento de la gente maya
en ese tiempo, quienes consideraban que el alma y las emociones, así
como el razonamiento y el sentido del juicio estaban en el corazón",
señala Laughlin en entrevista desde San Cristóbal de las
Casas, y agrega:
''Pero
cuando llegaron los españoles realizaron un divorcio y pusieron
todos los pensamientos en la cabeza y las emociones en el corazón.
''Pese a ello, hasta ahora todavía los tzotziles
consideran que tanto los pensamientos como las emociones están centrados
en el corazón."
También lingüista, experto en los mayas y
recién galardonado con el Premio Chiapas 2002, Laughlin recuerda
que él había escrito un diccionario del tzotzil de Zinacantán
en los años 60. Y cuenta que el diccionario del siglo XVI lo encontró
en la década de los 80 en la biblioteca de la Universidad de Princeton,
institución donde estudió y pueblo donde, por cierto, nació.
''Esperaba encontrar un panorama de la vida de los indígenas
en ese tiempo, pero lo que hallé fue más que nada la vida
de España, con palabras, por ejemplo, para barriles de vino y cosas
así.
''Sin embargo, sí encontré 80 metáforas
del corazón y pensé que escogiendo unas 20 de ellas podría
contar una historia de amor. Y eso es lo que hice. Es una historia con
problemas, obstáculos, corajes y todo, y al final el triunfo del
amor."
Entre las metáforas retomadas por el investigador
para su cuento de amor figuran: ''Es un guerrero mi corazón", ''Perfumas
mi corazón" y ''Es un libro mi corazón". Con su descubrimiento
de todas esas expresiones derivadas de la palabra corazón, el fraile
desconocido llegó ''justo al meollo de la comprensión maya",
dice Laughlin.
Caballos bibliófagos
Acerca del viejo diccionario realizado por aquel fraile
cuyo nombre se perdió en los siglos, en realidad se trata de una
copia del original elaborada por un obispo a principios del siglo XX.
Sucede que el diccionario original del siglo XVI desapareció
en 1914 de la biblioteca del obispo de San Cristóbal de las Casas,
cuando los caballos del ejército constitucionalista de Venustiano
Carranza fueron alojados ahí y se comieron parte del acervo.
Pero la mencionada copia única del diccionario
logró salvarse y, después de pasar por las manos de tres
dueños, fue a dar a la caja fuerte de la biblioteca de la Universidad
de Princeton, en Estados Unidos.
Después de realizar la selección de metáforas,
el antropólogo Robert M. Laughlin buscó quién podría
crear las imágenes para las mismas y, luego de analizar algunas
opciones que no se concretaron, entre ellas la del pintor juchiteco Francisco
Toledo, dio con Naúl Ojeda en la ciudad de Washington.
Sin embargo, hace dos años que el investigador
y el artista plástico decidieron llevar a la práctica el
proyecto.
Ojeda, sin embargo, ya no pudo ver concluido el libro
que tanto entusiasmo motivó en él, pues falleció el
6 de junio del año pasado.
Armado de uno por uno
La tipografía de los textos se hizo con una vieja
máquina de offset que hay en San Cristóbal de las Casas,
dice Laughlin.
Mientras, los artesanos mestizos y mayas del Taller Leñateros
de esa ciudad chiapaneca reprodujeron mediante serigrafía los gráficos
en negro y rojo aportados por Ojeda.
Después imprimieron y armaron uno por uno los 500
ejemplares de que consta esta primera edición: la mitad en tzotzil-castellano
y el resto en tzotzil-inglés.
Fue más de un año de trabajo de más
de 20 personas, recuerda Ambar Past, poeta y editora. El precio de cada
uno es de mil pesos y se podrán adquirir durante la presentación
del Diccionario del corazón, en el Palacio de Bellas Artes.