Presentó A paso de hierba, que
calificó de ''neoarraigo''
''El poeta miente, pero no engaña'': Bañuelos
El regreso a voces remotas nos acerca a quienes sí
son poetas, expresó el autor chiapaneco en la FIL de Minería
RENATO RAVELO
Juan, expresó Alfredo López Austin en la
presentación de A paso de hierba, ''eres un poeta, y precisamente
de esos que pueden cristalizar sus memorias y almacenarlas en versos. Y
sus versos son como las hormigas que transforman sus cuerpos en odres de
miel y que se cuelgan de las bóvedas para estar eternamente frescas,
eternamente presentes".
Juan
Bañuelos a su vez contó anécdotas sobre el origen
de su libro, al que calificó de neoarraigo, como aquella en la que
después de la matanza de Acteal se encontró con un anciano
ciego, quien en medio de la noche trasladó por los caminos oscuros
y conocidos a los sobrevivientes.
En la sesión estuvo asimismo presente Sandro Cohen,
editor de Colibrí, en cuya colección As de Oros se
editó el libro con el apoyo de la Secretaría de Cultura de
Puebla. La ex capilla del Palacio de Minería fue el escenario de
esta suerte de diálogo entre la historia y la poesía.
El Culhuacán de Bañuelos
''Tu libro me recuerda una antigua leyenda'', indicó
López Austin, y contó que en el siglo XV Motecuhzoma Ilhuicamina
envió para entrevistarse con la madre Coatlicue a 60 magos a las
tierras míticas de Aztlán, donde "estaba estancado el tiempo
todo; no existía el flujo".
Los ancianos que regresaron, continuó López
Austin, relataron que ''si un habitante de Aztlán se sentía
ya viejo, ascendía por la falda hasta una altura determinada: si
volvía al poco andar, bajaba hombre maduro; si subía más,
volvía como joven; si llegaba a la cumbre, descendía en su
infancia. Este libro, Juan, es tu Culhuacán. ¿Qué
edad quieres tener? ¡Escoge la página, que allí se
encuentra encapsulada y fresca tu vivencia!"
Papá solito
La historia de Papá solito es la del maíz
que no visitaba a las comunidades tojolabales de Chiapas, contó
Bañuelos, "porque el Papá solo, el astro rey, había
estado ausente en las cosechas. La misma referencia que me hicieron en
Chiapas me la repitieron en Guatemala. A mí me tocó, no tanto
rescatar esa voz, sino transfigurarla:
"Es/ a Papá solito/ que buscamos/ el que se fue
a traer a Tata Sol-o/ -se nubló y desapareció por completo/
Lejos/ Papá solito/ no puede darnos de comer/ Los naguales salieron/
andan locos/ mientras duerme la noche en el lomo de un mico maicero[...]
El hambre no es / sino el eco insistente/ de un caracol/ No calla nunca...''
Un hombre verdadero
La palabra no te basta, le dijo López Austin, "debes
convertirte, transformarte. Debes iniciarte en el misterio de la poiesis.
Debes ser como los tojolabales, 'un hombre verdadero'. ¿No te lo
reveló así un tojolabal, de gemelo a gemelo? Aquel cantor,
Coyote Azul, que vivió los Cinco Soles en las profundidades abismales
del Metro en la ciudad de México. El -nos relatas- te escribió
una carta".
Y otro invitado acudió a la cita en la Feria de
Minería: ''Hermano, te mando unas canciones que tú llamas
poemas. No sé. Son tentaciones de la gran ciudad. Las compuse mientras
pastoreaba mis borregos. Tenemos que cuidar la armonía del mundo,
Juan. Desde que nos cayó el asombro en el mero pecho, ese es el
encargo de ser los hombres verdaderos. Cuando vengas a Tila, ya me dirás
tus pensamientos''.
Y le sentenció al respecto López Austin:
''Ni modo, Juan, que te cayó el asombro. Ya transformado, deberás
mostrar a los profanos tu cosecha de Aztlán, los trozos de verdad
que capturaste, y lo harás por medio de la palabra trascendida,
modificada, torturada hasta hacerla capaz de verter su carga''.
Para Juan Bañuelos, premio Xavier Villaurrutia
2003, ''el regreso a esas voces remotas solamente nos hace acercarnos a
quienes sí son poetas. Uno al regresar a esos mitos, sin despreciar
los universales, descubre que son tan verdaderos y que la labor de uno
es solamente tratar de transformarlos con las experiencias que se han vivido.
Al final de cuentas el poeta miente, pero no engaña''.