Putin y Chirac darán prioridad a un arreglo diplomático en el conflicto iraquí
Irak "promete" a Rusia que no va a entorpecer el trabajo de los inspectores
Un ataque no autorizado por la ONU fracturaría a la comunidad internacional: canciller Ivanov
JUAN PABLO DUCH CORRESPONSAL
Moscu, 24 de febrero. El enviado personal del presidente Vladimir Putin regresó de Bagdad con la promesa de Saddam Hussein de que el régimen iraquí no va a entorpecer el trabajo de los inspectores internacionales de armas.
Este es, en el lenguaje de los documentos oficiales, el principal resultado de la visita relámpago que acaba de realizar a la capital iraquí Evgueni Primakov, ex primer ministro de Rusia, y antiguo jefe de la diplomacia y del servicio de espionaje, por mencionar los principales cargos de su larga trayectoria política.
En un comunicado de apenas nueve líneas, la cancillería local confirmó este lunes que Primakov, diputado nominal de la Duma desde que asumió hace dos años la presidencia de la Cámara de Comercio e Industria de Rusia, se entrevistó el pasado domingo con Hussein para "explicar la posición de la dirigencia rusa acerca de la cuestión iraquí".
El otro propósito de lo que los medios locales bautizaron como misión confidencial de Primakov era, según la propia cancillería, "recibir garantías verbales de parte de Irak de que cumplirá al pie de la letra la resolución 1441 del Consejo de Seguridad de la ONU, igual que cooperará de modo completo e irrestricto con los inspectores internacionales".
La información oficial, por escueta, deja amplio margen para interpretar el verdadero motivo de la visita de Primakov a Bagdad, más allá de que sería un desperdicio encomendar tareas -que de rigor corresponden a las cancillerías de ambos países-, al único político ruso de renombre que mantiene una relación amistosa con Hussein desde 1969, cuando se conocieron.
La misión del enviado de Putin parece inscribirse en los signos ominosos de la guerra, y no tanto en el sentido irónico que quiso darle esta tarde el profesor Gueorgui Mirski, uno de los más reconocidos arabistas rusos, al hacer la analogía histórica con las fallidas gestiones que realizó Primakov en 1990 y que precipitaron la Guerra del Golfo.
"Si ya fue Primakov a Bagdad, la guerra es inevitable", remató Mirski en declaraciones a la emisora Ejo Moskvy.
Ironías de lado, hay elementos para deducir que Primakov, en la víspera misma de que Estados Unidos y Gran Bretaña se disponían a presentar en el Consejo de Seguridad de la ONU un nuevo proyecto de resolución que pretende legitimar que Irak desaprovechó la última oportunidad para desarmarse de modo pacífico, cumplió un encargo delicado y poco grato.
Salta a la vista que cualquier emisario ruso habría podido decir al dirigente iraquí que Moscú procurará suavizar los términos de la nueva resolución para dejar abierta la puerta a un arreglo político.
Pero únicamente Primakov, en calidad de amigo de Saddam, cualidad que en la escala de valores del mundo árabe ensancha el margen de confianza entre los interlocutores, podría agregar sin ambages que, si fracasa dicho intento, Rusia considera inevitable un ataque militar de Estados Unidos contra Irak y, por lo mismo, carecería de sentido ejercer su derecho al veto.
De ser correcta esta hipótesis, la aparición repentina de Primakov en Bagdad, más que alentar la esperanza de un arreglo político, podría anticipar que la guerra está cada vez más cerca.
La batalla diplomática, de cualquier modo, entra en fase final y se espera que el Consejo de Seguridad de la ONU esté listo para votar el nuevo proyecto de resolución contra Irak en un plazo máximo de dos semanas.
Por lo pronto, la posición oficial de Rusia mantiene que el uso de la fuerza debe ser sólo el último recurso, en el supuesto de que los inspectores concluyan que Irak oculta armas de destrucción masiva, planteamiento que encabeza Francia.
Al respecto, los presidentes ruso y francés, Vladimir Putin y Jacques Chirac, confirmaron hoy en conversación telefónica los "enfoques coincidentes" de ambos países respecto de la crisis de Irak y, según el servicio de prensa del Kremlin, "decidieron dar prioridad a los métodos políticos y diplomáticos para facilitar un arreglo del problema iraquí".
También es cierto que la diplomacia de Rusia, acaso para no comprometer la relación con Estados Unidos, ha sido muy cuidadosa de no precisar -como argumento contra los partidarios de la guerra- en qué circunstancias aplicaría el veto en el Consejo de Seguridad, aunque por decoro dice que es una posibilidad en términos hipotéticos.
Ahora, en opinión del ministro ruso de Relaciones Exteriores, Igor Ivanov, no hay tarea más importante que conservar la unidad en el seno del Consejo de Seguridad de la ONU, pues sólo así "será posible enfrentar el terrorismo internacional y otros desafíos comunes".
Ivanov, en entrevista a Gazeta, un diario digital a falta de periódicos impresos este lunes por ser día feriado, advierte que un ataque militar contra Irak no autorizado por el Consejo de Seguridad "puede fracturar a la comunidad internacional" y sostiene que "las fuerzas destructivas" estarían en condiciones de aprovecharse de esa escisión para alcanzar sus objetivos.
Por la diferencia de horas entre Moscú y Nueva York, al cierre de esta edición el Kremlin no había emitido todavía una reacción oficial acerca del borrador de resolución, que debatirá el Consejo de Seguridad de la ONU a iniciativa de Estados Unidos.