CIUDAD PERDIDA
Miguel Angel Velázquez
Botones de muestra de la farsa blanquiazul
EL 2000, COMO se puede constatar día a día, bien podría señalarse como el año de la gran farsa, ya que se creó en los municipios conurbados de la capital del país un cinturón panista que hoy, por sus propios actos, se derrumba sin remedio.
EL 9 DE marzo, 8 millones de mexiquenses podrían acudir a las urnas para elegir 75 diputados, 124 presidentes municipales, 129 síndicos y 777 regidores.
VISTA ASI, SOLO en números, esta elección indica que el pastel es lo suficientemente grande para que todos tuvieran su parte. Me refiero desde luego a los partidos políticos, pero también, y eso no debe olvidarse, es una especie de round de sombra, una balanza que habrá de medir el peso político de las organizaciones en busca de los controles para el cierre del sexenio.
LAS ELECCIONES DE 2000 lograron prácticamente que la lucha por el poder se dividiera entre el PRI y el PAN. El PRD, lejos del 27 por ciento obtenido en 1988, se fue a un lejano tercer lugar, con apenas 20 por ciento del electorado, y nadie consideró, ni ha considerado hasta ahora, un repunte en los porcentajes perredistas.
LA COSA ES que lo más importante para este partido será insertarse con números interesantes en la lucha por el poder local, para romper el bipartidismo en esa entidad.
PERO VAMOS A lo nuestro, los municipios aledaños a la ciudad de México. Entre los partidos no existe ninguna idea que perfile algún proyecto de gobierno. Los candidatos se venden con el argumento de que son jóvenes, o de que quieren tapar baches o de que son mujeres, pero del rumbo político nada.
ESA FUE LA moda impuesta por el panismo y ese es el camino que ahora se recorre, aunque los resultados de la farsa queden a la luz sin mucho escarbar; es más, algunos han sido actos de verdadero cinismo.
EN LO QUE restaba de 2000, después de la elección federal, en octubre para ser exactos, se halló que el ex síndico panista de Coacalco, Francisco Guadarrama, había desviado 5 millones de pesos.
PERO EN 2001 las cosas se fueron agravando. En marzo, 13 de los 29 diputados locales del PAN se declararon independientes y ese partido pasó de primera a tercera fuerza en la cámara local.
EN OCTUBRE DE ese año, el alcalde de Huixquilucan, Guillermo Espinoza, es acusado y encarcelado por el delito de extorsión. En Cuautitlán Izcalli también se pone en evidencia que en la estructura de gobierno se había dado cobijo a casi toda la familia del presidente municipal, Fernando Covarrubias, y que ignoró los acuerdos del cabildo que le ordenaban despedir a varios de sus colaboradores por incapaces.
EN 2002 LOS hombres de Acción Nacional ya habían traspasado el umbral del cinismo y empezaban a hacer lo que se les pegaba la gana, con profunda falta de respeto hacia sus gobernados.
EL PRIMERO FUE el célebre alcalde de Tultitlán, José Antonio Ríos Granados, quien hizo del cargo un trampolín para sus escándalos. Lo expulsaron del PAN y apenas era enero. Al mes siguiente los diputados mexiquenses se fueron en contra de los salarios que se asignaron algunos alcaldes.
EL DE ECATEPEC se sirvió con la cuchara grande y fijó su salario en 420 mil pesos quincenales, más que el del propio Fox. En Cuautitlán Izcalli, Fernando Covarrubias se asignó 179 mil 765. El de Atizapán de Zaragoza, Juan Antonio Domínguez, no quiso quedarse atrás y dejó su cheque quincenal en 145 mil.
Y LAS IRREGULARIDADES abundan. Si hay tiempo ya las iremos platicando, por lo pronto quédese con esto y piense. Piense en esos resultados.
