Siete mujeres celebran el centenario del museo
Zoología fantástica se suma a los festejos en el Chopo
La muestra se abre mañana en ese recinto de la UNAM
Obras de Marta Palau y Helen Escobedo, entre otras
MERRY MAC MASTERS
Un equipo de alpinistas fue contratado para escalar los interiores del Museo Universitario del Chopo con el propósito de colocar las poleas requeridas y dejar listas las cuerdas para ''alzar" la exposición aérea Zoología fantástica, que mañana será inaugurada a las 19:30 horas dentro de las actividades conmemorativas por el centenario del edificio de ese espacio cultural.
El domingo pasado miembros del Club Alpino de México acudieron al museo ubicado en Dr. Enrique González Martínez 10, colonia Santa María la Ribera, y durante ocho horas causaron asombro al desplazarse lentamente por las alturas de su estructura metálica.
Una vez colocadas las poleas, la primera pieza en alzarse, centrado con el vitral, fue Quetzalcoatlus, de Marta Palau, que recrea el más grande animal volador jamás encontrado -medía 10.96 metros con las alas abiertas-, cuyo primer fósil fue localizado en Texas hace 32 años por Douglas A. Lawson, quien así lo nombró en honor a ese dios azteca. A la artista le encantó que el pterosaurio se llamara Quetzalcoatlus, pues tiene especial fascinación por lo mitológico.
Cuando Marta Papadimitriou, curadora en jefe del Chopo, platicó a Palau el proyecto Zoología fantástica que abarca obra de siete mujeres, la artista ''ya veía el reptil volando". Palau trabajó mes y medio en su creación, hecha con papel amate de color grisáseo, café y otro más claro, así como ramas de árbol. Las patas son de rafia. Al ''volar" se transparenta con la luz.
En cuanto a las demás expositoras, Ofelia Márquez Huitzil partió de bocetos a lápiz para su ''monstruo que devora una sirena". Realizado con alambre, pensó que ese material podría hacer ''las veces de tinta". Donde se junta mucho alambre, se hace más denso, como un "esfumado". Es un dibujo en tres dimensiones, insiste la pintora.
Tres muestras más y otro ''No a la guerra''
De Helen Escobedo es Desolladero fronterizo que consta de 12 piezas, a la vez que figuras a la manera de pieles desolladas que sufren una metamorfosis entre chivo, hombre y mujer. Yolanda Andrade hizo un estandarte, de ocho metros por uno, con ocho imágenes distintas de un circo que retrató en Veracruz. Rocío Maldonado realizó el corazón de un caracol marino. Flor Minor presenta un esgrafiado sobre acrílico con movimiento. Desde las alturas un onagro -''forma despectiva para llamar a ciertos hombres", señala Minor-, se asoma a un espejo de agua. La instalación de Mirna Manrique alude a los sirenios.
De acuerdo con Papadimitrou varias de las expositoras fueron literalmente sacadas de su disciplina para elaborar esas escenas que se remiten a la vocación del recinto cuando albergó el Museo Nacional de Historia Natural. Con la colocación de poleas adicionales se pretende impulsar más proyectos con ''objetos aéreos" para 2004.
Mañana se abren otras tres exposiciones: Veinte carbones y una tinta en torno al Chopo, con obra hecha ex profeso por la "generación de vanguardia"; De pulgas y dinosaurios, un gabinete de curiosidades y El Chopo: siglo XX al tercer milenio.
En la fachada del museo cuelga una manta que reza: No a la guerra. A lo que Palau se suma: ''Estoy por la paz. No a la guerra. Basta de estar bombardeando".