OBSERVATORIO CIUDADANO DE LA EDUCACION
Comunicado No. 96
Los Libros de Texto Gratuitos
Imposición de la versión del Estado
No hay canales de participación para definir
contenidos
COMPRENDER EL PAPEL que juegan los Libros de Texto
Gratuitos (LTG) supone considerarlos como resultado de un largo proceso
histórico. En 1959 se creó, por decreto presidencial de Adolfo
López Mateos, la Comisión Nacional de Libros de Texto Gratuitos,
cuyo objetivo principal era editar y distribuir de manera gratuita los
libros escolares para todos los niños que cursaban la primaria.
La situación de la educación mostraba que de cada mil niños
que ingresaban a la primaria, 866 desertaban antes de terminarla. De los
58 que lograban ingresar a secundaria, sólo terminaban 12. A educación
superior ingresaban seis y no terminaban cinco. En ese contexto, asociado
a la política de Estado para el sector denominada Plan de Once años,
hacia 1960 las primeras ediciones de LTG empezaron a publicarse y a repartirse
en las escuelas. Desde entonces se puede hablar de cuatro momentos fundamentales
de los libros:
EL MOMENTO DE SU CREACION. El Estado se propone,
mediante los LTG, dos objetivos: a) Responder a la demanda creciente de
educación de la población, particularmente a los grupos más
desfavorecidos, a partir de la gratuidad de los manuales escolares; b)
Aprovechar la oportunidad de transmitir normas y valores, así como
su proyecto de sociedad. Por ejemplo: se presenta a la familia como cimiento
de la sociedad, y a través de la representación de la patria
se muestra una sociedad igualitaria en la que todos sus miembros tienen
un lugar a partir del cumplimiento del deber personal.
LA COLECCION DE LOS LTG, escritos por maestros
de la SEP y sometidos a concurso, se completó hasta 1968, año
en el que se editaron por primera vez los 36 títulos correspondientes
a los seis grados de primaria, mismos que se reditaron cada año
hasta la reforma educativa de Echeverría. Desde el principio desatan
fuerte oposición entre los sectores más conservadores, particularmente
autoridades eclesiásticas, miembros de la iniciativa privada, Unión
Nacional de Padres de Familia y el Partido Acción Nacional, quienes
casi nunca orientaron su argumentación hacia los contenidos. Para
ellos el punto central del conflicto giraba en torno a su carácter
laico y sobre todo obligatorio. Impugnan la injerencia del Estado en la
educación y el creciente control que ejerce en ella. Los funcionarios
del gobierno y las organizaciones de trabajadores cercanas al PRI, defienden
los LTG mostrando que sus contenidos no son distintos de los que podrían
haber incluido los opositores, exceptuando el carácter laico, pero
no abordan el punto principal: la responsabilidad del Estado de asegurar
los recursos necesarios -también los pedagógicos, entre ellos
los LTG- para que todos accedan a la educación, ¿legitima
que éste imponga una versión única de los contenidos
educativos?
LA REFORMA EDUCATIVA en el sexenio echeverrista.
Los LTG de los años 70 representaron el esfuerzo del Estado por
modernizarse. Estos libros buscan la reinserción de México
en el ámbito mundial, dando paso en su lugar a una visión
universalista que enfatiza lo urbano. A diferencia del conflicto que se
presenta al momento de su creación, la reforma de los LTG despertó
una oposición a la forma de materializarlos. Su obligatoriedad a
15 años de establecida es un hecho consumado; ningún argumento
se dirige contra el Estado educador. Desde esa perspectiva, el primer
conflicto pudo haber tenido más fondo, en tanto se trataba de cuestionar
el sentido mismo de la producción de los libros por el Estado. En
el sexenio echeverrista se critica el contenido de los libros de sexto
año -sobre todo el de Ciencias Sociales, el de Ciencias Naturales
y una lección del de Matemáticas-, así como su orientación
ideológica. Además de algunos actores del primer conflicto,
ahora los defienden las universidades y grupos de intelectuales, algunos
de los cuales participaron como asesores en la elaboración. Para
este momento el Estado no ha desarrollado estrategias para que niños
y jóvenes puedan ejercer su derecho a tener en la escuela libre
acceso a las diversas maneras de interpretar y valorar la realidad.
REFORMA DEL SEXENIO SALINISTA. En el contexto del
Programa para la Modernización Educativa y del Acuerdo para la Modernización
de la Educación Básica se plantea una reforma global a la
educación nacional y en ella se propone la revisión de los
LTG. Como se declara al ciclo escolar 1992-1993 Año de la Historia
de México, son los libros de historia los primeros en relaborarse.
Son coordinados por Enrique Florescano y Héctor Aguilar Camín,
quienes contratan a historiadores de varias instituciones de educación
superior e investigación. El objetivo explícito era "no ocultar
el pasado histórico por doloroso que fuera". Los libros se presentaron
el 4 de agosto de 1992 y como en el pasado provocaron fuerte reacción.
Fueron criticados por la manera de interpretar algunos hechos históricos
como el porfiriato o la no inclusión de algunos "héroes nacionales".
La primera edición no se repartió y se le hicieron enmiendas.
LOS CUESTIONAMIENTOS GIRARON en torno a cuatro
temas: 1. ¿A quién corresponde hacer los libros? Se
decidió que se abrirían a concurso y la SEP escogería
al ganador. 2. ¿Los LTG deben permanecer o modificarse? Se
reconoció la necesidad e importancia de revisarlos periódicamente.
3. ¿Cuál es la mejor manera de diseñar los
libros de texto? Se publicaron lineamientos para elaborarlos. 4. ¿Cuál
es la mejor forma de enseñar la historia a los niños? Aunque
los libros se recogieron y se enmendaron y la SEP reglamentó su
contenido, a más de 30 años de su existencia, ésta
es una cuestión no resuelta, aun cuando existe una lista de libros
complementarios que pueden ser usados en el aula. No se han diseñado
estrategias ni normas que permitan a padres de familia, maestros, o partidos
políticos participar en fijar las orientaciones de la educación
pública. Esto es importante, sobre todo en los textos de historia,
porque en ellos se agudiza la confrontación entre convicciones personales
o las tomas de posición partidista y una interpretación oficial
del devenir del país.
A PARTIR DE 1993, cuando se revisaron todos los
demás libros, la SEP promovió mayor participación
de los académicos en su elaboración. También los investigadores
educativos empezaron a hacer estudios puntuales sobre la manera en que
profesores y alumnos utilizan los libros, sus efectos en los procesos
de aprendizaje y las prácticas de enseñanza que promueven.
No obstante, habría que impulsar con ahínco este tipo
de trabajos, porque son indispensables para atender a la mejora continua
de la educación nacional.
LOS LTG PARA SECUNDARIA. Desde 1997 la SEP puso
en marcha el Programa de Distribución de Libros de Texto para Secundaria.
Igual que antaño, su objetivo es evitar la deserción escolar
de jóvenes que por falta de recursos para adquirir los libros no
pudieran continuar. Este programa federal se complementa con la aportación
de las entidades federativas, que otorgan libros a los estudiantes de las
capitales de los estados o de ciudades con un cierto tamaño. Según
cifras de la SEP, actualmente se dota de libros de texto al 100 por ciento
de los alumnos de las escuelas generales y técnicas públicas.
Si bien estos libros no son producidos por la SEP, ésta,
mediante la Comisión Nacional de Libros de Texto Gratuitos los adquiere
de editoriales privadas a más bajo costo que en el mercado y los
distribuye gratuitamente. Los ejemplares son otorgados a los alumnos en
calidad de préstamo, para ser reutilizados por los de las siguientes
dos generaciones. Los libros son seleccionados por los propios maestros
de la lista oficial que incluye más de 400 títulos autorizados
por la SEP. Cada año ésta abre una convocatoria para que
los autores, editores y autoridades educativas estatales sometan a evaluación
las obras con la finalidad de que sean autorizadas para utilizarlas como
libros de texto en ese ciclo escolar.
EL TITULAR DE LA SEP cuestionó recientemente
el contenido de uno de los libros de historia para secundaria. Se trata
de Historia de México. Un enfoque analítico, escrito
por Claudia Sierra Campuzano, publicado por Editorial Esfinge, el cual
fue autorizado por la SEP desde 1998 para el uso de los alumnos de tercero
de secundaria. El cuestionamiento volvió a poner en la mesa de discusión
el asunto de la transmisión del saber a niños y jóvenes.
Es claro que la historia de un país no es unívoca y que quienes
autorizan los libros no tienen derecho o autoridad para definir y limitar
el tipo de interpretación histórica o la postura ideológica
frente a teorías científicas o económicas que se presenten
a niños y jóvenes. La determinación unívoca
y unilateral de los contenidos educativos tiene cada vez menos sentido,
tanto desde el punto de vista político como desde la perspectiva
de la progresiva maduración del juicio crítico de los educandos.
Si el régimen político mexicano asumió que la educación
pública y gratuita financiada por el Estado fuera también
definida ideológicamente por éste, el actual proceso democratizador
plantea exigencias diferentes. Ahora que el país cuenta con un sistema
político de partidos que ha introducido nuevas reglas democráticas,
se debiera tender a que la interpretación de los valores morales
e históricos se realice en un ambiente de diálogo del que
resulten consensos básicos. Sólo así podremos vivir
juntos.
PREGUNTAS PARA UN BALANCE. Es claro que la gratuidad
de los libros de texto y otros apoyos educativos no puede seguirse asociando
con el mantenimiento de posturas cerradas. El tema debe, sin duda, abordarse
desde una nueva perspectiva. El balance actual sobre los LTG necesariamente
implica una acción incluyente y de corresponsabilidad que atienda
a las siguientes preguntas: ¿cuál es la relación que
debe guardar la educación pública con la ideología
del Estado? Bajo las nuevas reglas de vida democrática, ¿qué
legitima al Estado para imponer una determinada versión de los contenidos
educativos? ¿Qué tipo de respuestas y conflictos se plantean
a los profesores de escuela pública ante el canon oficial de
los LTG? ¿Sobre qué bases de participación debe reconocerse
el derecho de los padres de familia para fijar las orientaciones de la
educación pública? ¿Por qué la SEP no impulsa
investigaciones sobre la historia y la ideología de los libros;
sobre su uso y su desarrollo; sobre la manera de resolver estos problemas
en otros países
¿QUIENES SOMOS?
Nuestros comunicados aparecen en el primer y el tercer
viernes de cada mes en este espacio periodístico; se pueden reproducir
en cualquier medio indicando su procedencia. Todos los ciudadanos están
cordialmente invitados a sumarse a nuestra iniciativa.
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