La salud, en manos de un engranaje institucional
Más que un problema social ocasionado por razones económicas, el desabasto de medicamentos antirretrovirales para personas con VIH/sida es un asunto, literalmente, vital. La gravedad es tal que ha rebasado el ámbito de la salud, como lo demuestra la recomendación de la CNDH al respecto y las acciones, propositivas, que se han visto obligadas a tomar las personas afectadas por la pandemia. Así, un asunto que parecería sólo administrativo (surtir las recetas) amenaza con convertirse en un problema político de gran magnitud si no se atiende oportunamente. El reportaje que sigue a continuación aborda estos y otros aspectos relacionados con el desabasto de medicamentos.
Antonio Medina
Con un padrón de
más de 14 mil personas que viven con VIH/sida (PVVS) de todo el
país, el Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS) se ha visto
envuelto en diversos conflictos por el desabasto de medicamentos antirretrovirales.
Este problema apenas lo reconocen las autoridades del instituto, a pesar
de que existe una recomendación en ese sentido de la Comisión
Nacional de Derechos Humanos (CNDH) y que desde hace más de diez
años los seropositivos, familiares y organizaciones civiles defensoras
de los derechos humanos han denunciado públicamente las repercusiones
en la salud que implica la falta de suministro oportuno de medicamentos.
La gravedad del asunto no es ignorada por las autoridades del IMSS, cuya coordinación médica, en el documento Recomendaciones para la atención integral de pacientes con VIH/Sida, explica a su personal que la prevención de enfermedades oportunistas retrasa la progresión de la infección por VIH, mejora la calidad de vida y prolonga el tiempo de vida de los pacientes, por ello, señala el documento, "es necesario asegurarse que todo paciente reciba los medicamentos profilácticos que requiere de acuerdo con sus antecedentes epidemiológicos, su historia clínica y su conteo de linfocitos CD4". También reconoce que "una de las principales causas de fracaso en el tratamiento antirretroviral es la falta de apego o adhesión al régimen prescrito", y añade que la "indisponibilidad del medicamento" representa 60 por ciento de la falta de apego al tratamiento. Sin embargo, en las farmacias del instituto es común presenciar escenas de confrontación entre pacientes y responsables del servicio, quienes desde luego no asumen la culpa y remiten a los derechohabientes con sus superiores. Entrevistado por Letra S, un médico del IMSS, quien pidió omitir su nombre, explicó que las normas institucionales señalan que los médicos familiares deben resolver las necesidades de los pacientes en 85 por ciento, por lo que son vistos como responsables de su salud o el deterioro de la misma. Aunque en la realidad, dijo, "la salud de los pacientes depende de todo un engranaje institucional, no sólo del médico. Tiene que ver con el apoyo técnico y logístico que le permita llevar a cabo con calidez y eficacia su trabajo." Además, continuó, "los médicos somos personal de base y sindicalizado, por lo que no se toman en cuenta nuestras propuestas, a pesar de que somos quienes tenemos el trato directo con los derechohabientes, pero en el instituto todo lo deciden los mandos medios y superiores, que a su vez están atados a las disposiciones de la Secretaría de Hacienda o de la Contraloría, lo que provoca que no exista concordancia entre la demanda de medicamentos y la oferta que se autoriza." El problema toral en el desabasto, comentó el entrevistado, se debe a que no está la gente indicada en las áreas directivas, que son las responsables de que todo el proceso de abasto de medicamentos llegue en tiempo y forma hasta los pacientes, quienes pagan por el servicio que el IMSS les ofrece. "Las decisiones las centralizan los mandos medios y superiores, es decir, los que son de confianza y no están sindicalizados", explica y agrega que estos funcionarios están sujetos a un compromiso más cercano con sus jefes o con quienes los colocaron en ese puesto, que con los derechohabientes. El mejor ejemplo, aseguró, "es el mismo director general, Santiago Levy, quien llegó a la institución sin conocer sus necesidades, lo que se refleja en su poco o nulo interés por solucionar el problema del desabasto, como muchos otros problemas que existen alrededor de éste". Uno de estos problemas adicionales, prosiguió,
es el estigma que se impone al personal que reclama el surtido de medicamentos,
pues los directivos los consideran "personal agresivo", por lo que la mayoría
de los doctores han optado por acoplarse a lo que la institución
les dicta. Es más, concluyó, "muchos médicos están
en desacuerdo con algunos de los fármacos que tienen que prescribir,
pero como no hay opción, expiden las recetas a pesar de que consideran
que no es el medicamento más adecuado para el paciente".
¿Dónde quedó la bolita? Guadalupe, una mujer que vive con el virus desde 1988 y se atiende en el Hospital La Raza del Seguro Social, comenta a Letra S que "cuando pedimos hablar con el director del hospital nos lo niegan o se esconde, pero si logramos que nos reciba nos dice que él no tiene la culpa del desabasto. Y si le solicitamos que nos diga a quién tenemos que acudir para resolver el problema, le da vueltas al asunto o responde con evasivas. Parece que no le importa lo que suceda con el organismo de las personas que estamos sin el medicamento." Guadalupe añade que en sus innumerables gestiones también se han encontrado con directivos que les aseguran que la carencia de medicamentos en las farmacias se debe a "errores administrativos" o que sí hay existencia en los almacenes, pero que "tal o cual" alto funcionario no ha autorizado su distribución a las farmacias. Lo cierto, agrega, "es que los derechohabientes no recibimos los medicamentos a tiempo y eso repercute en nuestro organismo, que se vuelve resistente a la terapia". En igual sentido se pronuncia Georgina Gutiérrez,
de Vanguardia Mexicana de Personas Afectadas por el VIH/sida (VanmpaVIH),
quien abunda: "lo más grave es que el desabasto en muchas ocasiones
no tiene que ver con presupuestos, sino con una mala planeación.
Los responsables de surtir las farmacias desconocen el número de
consumos mensuales recetados por los médicos, lo que ocasiona que
la cantidad de fármacos destinados a cada unidad no se ajuste a
los requerimientos reales, con el consecuente desabasto por agotamiento
de los medicamentos antes del tiempo previsto."
Acciones de las ONG Las organizaciones civiles han señalado con sus denuncias y quejas las irregularidades en el desabasto de medicamentos, pero también han sido propositivas. El Frente Nacional de Personas que Viven con VIH/sida (FrenpaVIH) diseñó una metodología de "semaforización" para monitorear los servicios que proporciona el sector salud a las personas con VIH. Este instrumento, que se alimenta de manera simple y objetiva de las vivencias de las PVVS, valora ocho indicadores: abasto de medicamentos; abasto de reactivos para exámenes de laboratorio; atención del personal médico y paramédico; sensibilización del personal de salud; interconsulta a todas las especialidades; servicio de urgencias; apoyo social y emocional, y seguimiento y cumplimiento a los acuerdos estatales y regionales. Una vez que tienen el diagnóstico de la clínica u hospital, llenan un formato en el que indican en color rojo, amarillo o verde la situación en que se encuentre esa unidad médica. Si el semáforo está en rojo o amarillo, elaboran un reporte al que anexan toda la documentación que sustente las deficiencias detectadas, al tiempo que proponen soluciones a dichas irregularidades o incumplimientos. Al entregar el reporte, firman compromisos con las autoridades médicas y le dan seguimiento al asunto hasta que le den cumplimiento a los mismos. En resultados preliminares, Ernesto Badillo, del FrenpaVIH, informó que en cuanto a medicamentos la región sur de México está en rojo, pues tiene un desabasto generalizado. La occidente pasa del rojo al amarillo constantemente y la región norte se mantiene entre verde y amarillo. Por desgracia, dijo, no hay ningún estado de la República que se mantenga en verde constante. Otra opción al desabasto la ha planteado VanmpaVIH, que llegó a un acuerdo con la Coordinación General de Atención al Derechohabiente del IMSS, el cual consiste en que cuando no haya medicamentos en las farmacias de los hospitales generales de zona ni en los hospitales de tercer nivel, se pasa directamente con el director del hospital, se le deja la receta y él, en 72 horas, tiene que surtir el medicamento. El procedimiento para surtirlo es, primero, verificar si en otros hospitales generales de zona existe el medicamento requerido, para este paso se dan 36 horas. Si en ese lapso no se consigue el fármaco, entonces se hace la compra. En caso de que el director del hospital incumpla este acuerdo, se recurre al delegado de sección o a la Jefatura de Prestaciones Médicas de la misma delegación, a quien se presenta la queja por escrito. Este compromiso derivó de una reunión que VanmpaVIH sostuvo en la Región Centro con el doctor Valdés Durón, quien les comunicó que habría un fondo renovable para estas contingencias, aunque les aclaró que sólo es un fondo emergente. Laura Hernández, abogada coordinadora del proyecto
Propositivos del Centro de Derechos Humanos Agustín Pro Juárez,
consideró, en entrevista con Letra S, la importancia de documentar
los casos de desabasto y otras violaciones a los derechos. Agregó
que se requiere que la gente denuncie por la vía civil o se ampare
argumentando el derecho a la salud. Esas acciones, dijo, permitirían
sentar precedentes, e incluso, "podría generar jurisprudencia".
De esta manera se podría prevenir la violación a los derechos
humanos de muchas otras personas que no denuncian por temor o porque simplemente
no se sienten sujetos de derecho, puntualizó.
Actuación de la CNDH El desabasto de medicamentos está tan extendido en todos los hospitales y clínicas del IMSS, que el pasado 10 de febrero la CNDH emitió la recomendación 4/2003 a Santiago Levy Algazi, director general del IMSS, por "desabasto recurrente de medicamentos". En su texto, la CNDH recuerda que en el año 2002 y hasta enero del presente año recibió 74 quejas de derechohabientes portadores del virus, de las cuales 39 fueron resueltas satisfactoriamente, de una no se conoce la conclusión y las 34 restantes, que dieron pie a la recomendación, fueron por pacientes que no recibieron oportunamente sus medicinas y por inadecuada prestación del servicio. La Comisión reconoce la situación económica por la que atraviesa el IMSS, pero advierte que "el abastecimiento de medicamentos y el consecuente surtimiento, deficiente o nulo, de las recetas proporcionadas a los pacientes por los médicos tratantes, rebasa el ámbito de la protección a la salud y, a futuro, puede derivar en un verdadero problema social de alcances incalculables". Asimismo, la CNDH manifiesta su preocupación por el aumento de 5.4 veces el número de quejas recibidas del 2001 a la fecha. Tan sólo en enero de este año se registraron 14 quejas, tres más de las que se presentaron durante todo el 2001. En su respuesta a la CNDH, las autoridades del IMSS argumentan que el desabasto se debe a que la demanda es mayor a la oferta; que el abastecimiento está condicionado a las existencias en los almacenes de la delegación, y que no están autorizados a comprar medicamento en forma directa. En resumen, señala la CNDH, los encargados de cada área relacionada con el abasto se deslindan del problema mostrando peticiones, papeles sellados y firmados, etcétera. La CNDH emitió su primer recomendación por VIH/sida en 1995. A la fecha suman trece: seis al IMSS, una a la Dirección General de Reclusorios y el resto a gobiernos estatales. En cuatro de las seis recomendaciones al IMSS se reporta que hubo negligencia médica; en cinco una inadecuada prestación del servicio de salud; en tres discriminación y en una, la última, desabasto recurrente de medicamentos. En su recomendación, la CNDH destaca que "resulta
urgente atender esa irregularidad administrativa". Para ello, explica que
es preciso revisar los sistemas de programación, financiamiento,
abastecimiento y distribución de medicamentos en los almacenes y
farmacias del Instituto. Asimismo, solicita que se tomen las medidas cautelares
inmediatas para que los usuarios de los servicios de salud cuenten con
las medicinas recetadas por los médicos, de acuerdo con el cuadro
básico y el catálogo de medicamentos.
Ruta del medicamento Antes de ser adquirido, un medicamentro debe pasar por un complicado engranaje institucional que se ha convertido en verdadero cuello de botella. Para empezar, los comités médicos del IMSS emiten una opinión técnica acerca de los medicamentos que se requieren para los tratamientos que proporciona; se realiza el trámite administrativo ante las autoridades de cada delegación, que a su vez solicitan al departamento de adquisiciones que en un tiempo razonable los medicamentos estén en las farmacias de las clínicas. En cada parte de este proceso hay trámites administrativos que pueden retrasar la entrega. Además, en materia de adquisiciones, el IMSS se rige por la normatividad de la Secretaría de Hacienda y de la Contraloría. Cuando hay emergencias, una individual se puede resolver, pero cuando es colectiva, aunque sea una gran emergencia, la Contraloría es el principal obstáculo, ya que ha impuesto una serie de candados que no permite actuar de manera expedita a los responsables del IMSS, que no pueden realizar compras directas, sino a través de una licitación. Una vez que se hace la convocatoria para la adquisición de determinado medicamento, el proceso debe ser sancionado por la Contraloría. Ya resuelta esta parte, se echa andar el mecanismo de adquisición. La empresa ganadora de la licitación surte el pedido, los medicamentos llegan al almacén general o a los almacenes regionales, y de ahí se envían a los almacenes delegacionales, desde donde se distribuyen los medicamentos a cada una de las unidades médicas. Como se ve, antes de llegar a manos de los pacientes, los medicamentos recorren todo un periplo lleno de trámites y reglamentos que obstaculizan su entrega expedita y, debido a la creciente y abultada demanda, amenazan con asfixiar a una institución enferma. |