Antonio Sánchez acompañó
al saxofonista en el Teatro de la Ciudad
Michael Brecker dio la alternativa a baterista capitalino
la noche del jueves
JOSE GALAN
Con un invitado muy especial cerró la primera noche
en México Michael Brecker, el saxofonista tenor cuya maduración
como músico quedó de manifiesto al interpretar como solista
una rola del maestro John Coltrane, que dejó suspirando al respetable
que se dejó caer la noche del jueves al Teatro de la Ciudad.
Se trató del baterista capitalino Antonio Sánchez,
quien entró al encore en lugar de Clarence Penn para intepretar
con el resto de los músicos una versión de Arc of the
Pendulum, pieza que abre la grabación de 2000 Time is of
the essence. Sánchez apareció al frente de la bataca
en las últimas grabaciones de Pat Metheny, y Michael Brecker anunció
que será el baterista de su próximo disco.
Fue
una presentación en un envoltorio de lujo: Michael Brecker es ganador
de 8 premios Grammy, ha participado en más de 800 grabaciones, y
destaca la gira realizada en 2002 junto con Herbie Hancock en el piano,
Roy Hargrove en la trompeta, Brian Blade en la batería y John Patitucci
en el contrabajo, titulada Directions in Music, un homenaje a la
música de dos jefes de jefes: Miles Davis y John Coltrane.
De regreso al jueves por la noche, las notas del saxofón
tenor de la balada Chan's Song, de su producción de 2001
Nearness of you-The book of ballads, evocaban los vagabundeos de
un gato sobre las vallas y tejados en los callejones de cualquier ciudad.
Elástico, sensual, cachondo, inasequible, pero con una energía
que se da a conocer en las notas más altas.
Atrás, la guitarra de Adam Rogers flirteaba punteando
escalas discretas a las que daba un toque de distorsión para convertir
el momento de improvisación en una verdadera fusión con el
rock, mientras que Clarence Penn resultó un verdadero descubrimiento
en la batería. Como siempre, el bajista de cabecera de Brecker,
Chris Minh Doky, soportaba sobriamente el virtuosismo de sus compañeros.
Otra balada muy sabrosa, sensual, abrió con el
bajo al que se unieron las escobillas de Penn, el sax y la lira para elevar
notas como burbujas de jabón en una cadencia lenta, compleja, que
desenvolvió poco a poco un solo del sax hasta reventar en un deschongue
que retomó la lira. De agasajo.
En penumbra, Brecker anunció la interpretación
de una rola de John Coltrane, Naima -que Trane incluyó
en su producción de 1960 Giant steps-, y que comenzó
a tejer en solitario hasta convertirla en una verdadera suite para
sax tenor, en un intrincado encaje de seda brillante, laborioso, placentero,
que de improviso revelaba notas apremiantes, angustiantes. La historia
de una pasión.
Para cerrar la parte oficial del concierto, Brecker llevó
a los jóvenes de su banda a una pieza de verdadera fusión
que permitió conocer su capacidad de interpretar géneros
del jazz despreciados por algunos críticos, como el acid jazz. Qué
rolón. Y luego el encore, con Antonio Sánchez
en las baquetas, muy formal.
Dos comentarios finales: el sonido en el Teatro de la
Ciudad puede y debe mejorar. En segundo lugar, si bien es un espacio mágico
que permite una convivencia cercana con los músicos, es cómodo
y ha sido remodelado a todo lujo, debe alimentar su capacidad de convocatoria
y encancharse como un verdadero centro de espectáculos, sobre todo
porque al capitalino le cuesta trabajo desplazarse al Centro Histórico,
¿alguien sabe por qué?