La tensión por la guerra se suma al deterioro
de los nexos con EU, dice la cancillería
Cancela La Habana una conferencia con casi mil emigrados
cubanos
Los recientes secuestros también menoscaban el
entorno, considera el gobierno isleño
GERARDO ARREOLA CORRESPONSAL
La Habana, 5 de abril. En un clima de creciente
tensión con Estados Unidos, Cuba anunció la suspensión
de un encuentro que debían sostener el próximo fin de semana
las autoridades con emigrados de la isla, en un intento por normalizar
sus relaciones mutuas.
"A la tensión internacional provocada por la guerra
contra Irak, se ha sumado ahora el creciente deterioro de las relaciones
entre Cuba y Estados Unidos, como consecuencia del incremento de la hostilidad
y las provocaciones contra nuestro país", dijo un comunicado de
la cancillería.
La declaración parece aludir a la acusación
del gobierno cubano al de Estados Unidos de financiar grupos de oposición
interna, y de patrocinar reuniones y acciones disidentes, de lo cual La
Habana ha responsabilizado directamente al jefe de la sección de
intereses estadunidense, James Cason.
Pero, en otro flanco, el Ministerio de Relaciones Exteriores
también ubicó los recientes secuestros de dos aviones y una
lancha de pasajeros como factor detonante. Cuba considera que los intentos
de emigración ilegal desde la isla hacia Estados Unidos se deben
a una ley de 1966 que permite a los cubanos adquirir la residencia estadunidense
con sólo llegar a territorio de ese país, inclusive por medios
ilícitos.
La tercera conferencia La nación y la emigración,
prevista para sesionar aquí del 11 al 13 de abril próximos,
debía reunir a unos mil cubanos residentes en 59 países,
en seguimiento a sendas reuniones similares celebradas en 1994 y 1995.
Los encuentros precedentes desinflaron la crispación
histórica que se mantenía entre los cubanos residentes en
la isla y los emigrados, como herencia de la violenta división que
se produjo al triunfo de la revolución de 1959, cuyos adversarios
procuraron salir rápidamente del país, principalmente a Miami.
Tensión interna
Una
relación normal y fluida entre Cuba y sus emigrados, especialmente
los que viven en Estados Unidos, es factor clave para aflojar un flanco
de la tensión interna de la isla, donde aún abundan las familias
divididas por la emigración.
Otra cuestión decisiva es el impacto económico
que tiene la emigración en la economía cubana. Cálculos
extraoficiales indican que las remesas familiares del exterior pueden llegar
en la isla a unos mil millones de dólares anuales, la mitad de los
ingresos por turismo y más que rubros tradicionales como el azúcar
y el níquel.
Un tercer resorte para la búsqueda de la distensión
con los emigrados es el peso que representaría en el sur de la Florida
una comunidad cubana plenamente reconciliada con su país, en franco
contraste con el exilio irreductible anticastrista, que se resiste a todo
tipo de trato con La Habana.
El presidente Fidel Castro participó entre la noche
del viernes y la madrugada del sábado en un programa de televisión
de cinco horas, en el que informó detalladamente del seguimiento
que hicieron las autoridades, en ocasiones en contacto con el gobierno
estadunidense, de los secuestros de esta semana, el de un avión
An-24 y de la lancha Baraguá, que realiza una ruta interna
en la bahía de La Habana.
Castro culpó reiteradamente a Estados Unidos de
alentar esas acciones, al mantener la Ley de Ajuste Cubano, que entre otras
consecuencias ha permitido que algunos pasajeros que iban en el avión
secuestrado puedan permanecer a voluntad en aquel país.
"Para nosotros era absolutamente obvio que al gobierno
de Estados Unidos le perjudica extraordinariamente estos secuestros, mucho
más que a nosotros", dijo Castro. "Los brotes de una ola de terrorismo
y secuestro aéreo por personas irresponsables e incluso desequilibradas,
causa 100 veces más daño a ellos que a Cuba, porque en nuestro
país los medios de transporte aéreo son insignificantes al
lado de los que posee Estados Unidos, y nosotros sabemos defendernos mucho
mejor que ellos".
El An-24 y un DC-3, secuestrado el 19 de marzo, permanecen
en Estados Unidos, y sus respectivos atacantes están detenidos y
enfrentan cargos de piratería aérea.
En el programa, Castro reiteró acusaciones de injerencia
política contra Cason, pero dijo que debía reconocer que
el diplomático "cumplió las instrucciones del Departamento
de Estado con absoluta seriedad, y fue eficaz, rápido y decidido",
al colaborar con las autoridades cubanas durante el secuestro del An-24.
Tanto Castro como Cason intentaron persuadir al secuestrador
del avión para que se rindiera. El diplomático estadunidense
hizo más tarde una declaración escrita, que pidió
divulgar en la prensa cubana, subrayando que la piratería de aviones
o embarcaciones está severamente penada en su país y que
los culpables resultan automáticamente descartados para la residencia
en Estados Unidos.
Según los resultados de la investigación,
el secuestrador, identificado como Adelmis Wilson González, con
escolaridad de técnico medio en construcción, contó
al menos con la complicidad de su esposa, quien ocultó en el pelo
piezas metálicas de las granadas que exhibió el atacante
y cuyas cubiertas pudieron ser de plástico.
La mujer y su hijo, junto con otras cuatro mujeres, dos
hombres y dos menores, pudieron quedarse en Estados Unidos, donde fueron
liberados el viernes, según un reporte de la Oficina de Inmigración
y Aduanas. Otros 19 pasajeros pidieron volver a Cuba.
Algunos de los que regresaron participaron en el programa
de televisión, junto con los pasajeros de la lancha secuestrada.
Varios relataron sus dramáticas experiencias y al final pudieron
verse escenas del desenlace del asalto a la lancha Baraguá.
Una mujer que engañó al principal secuestrador
de la lancha y que logró burlarlo, saltando al mar, precipitó
la solución de la crisis. Esta mujer es la turista francesa Sonia
Arbib, empleada de un restaurante en París y que en la madrugada
del miércoles pasado había abordado la embarcación
para acudir a una discoteca al otro extremo de la bahía.
Otra mujer que siguió su ejemplo fue su compatriota
y compañera de viaje, sólo identificada por el nombre de
Deborah.
Las dos francesas iban a ser las primeras asesinadas por
el grupo asaltante, según los testimonios. En el buque había
otras dos mujeres extranjeras cuya identidad y nacionalidad no ha sido
revelada.