Gabriela Rodríguez
El sueño ha terminado
Dios es un concepto para medir nuestro dolor.
Yo no creo en la magia ni en el I-ching ni en la Biblia, ni en el tarot.
Yo no creo en Hitler ni en Jesús ni en Kennedy,
Yo no creo en Buda ni en Mantra ni en Gita ni en Yoga,
Yo no creo en los Kings ni en Elvis ni en Zimmerman ni en los Beatles,
Yo sólo creo en mí.., en Yoko y en mí.
Esta es la realidad. El sueño ha terminado, Ƒqué puedo decir?
Yo fui un tejedor de sueños, y ahora vuelvo a nacer.
Yo fui una morsa, pero ahora soy John.
Así que, amigos míos, a ustedes les toca continuar.
El sueño ha terminado.
El 21 de marzo de 1963, hace 40 años, además de celebrarse el natalicio de Benito Juárez, héroe de la laicidad y de la no intervención, los Beatles editaron su primer LP. Hoy recordamos ese intenso poema teológico, creado por John Lennon, que pareciera haberse escrito en estos días de horror. Una canción que está prohibida en todas las radiodifusoras de Estados Unidos, junto con otro grupo de canciones pacifistas.
A esto hemos llegado. Sin duda alguna la música de los 60 fue el parteaguas que dio origen a una cultura juvenil universal, a una generación que transgredió las regulaciones morales para construir identidades autónomas, jóvenes irreverentes ante sus padres, pero profundamente pacifistas. Un movimiento hedonista entregado a hacer el amor y en contra de la guerra. Tal como reza Lennon el dolor puede terminar con nuestras creencias religiosas y pulverizar nuestras esperanzas. A la desconfianza en Dios hoy se une el descrédito de las instituciones.
El desmoronamiento de la ONU nos deja sin una de las instituciones más prestigiadas que haya construido la humanidad. Si bien la guerra era un atributo más o menos libre de la soberanía estatal, con la Carta de Naciones Unidas de 1945 culmina el proceso de prohibición del uso de la fuerza en las relaciones internacionales que venía construyéndose desde el fin de la Primera Guerra Mundial.
El preámbulo de la Carta obliga a "practicar la tolerancia y a convivir en paz como buenos vecinos, a unir nuestras fuerzas para el mantenimiento de la paz y la seguridad internacional, a asegurar mediante la aceptación del principios y la adopción de métodos, que no usará la fuerza armada sino en servicio del interés común".
Los propósitos de Naciones Unidas de acuerdo con el artículo primero fueron mantener la paz y la seguridad internacionales. En su artículo segundo se hace una declaración específica de prohibición del uso de la fuerza como medio de resolución de las disputas: "Los miembros de la organización arreglarán sus controversias internacionales por medios pacíficos de tal manera que no se pongan en peligro ni la paz y la seguridad internacionales ni la justicia. Los miembros de la Organización, en sus relaciones internacionales, se abstendrán de recurrir a la amenaza o al uso de la fuerza contra la integridad territorial o la independencia política de cualquier otro Estado o en cualquier forma incompatible con los propósitos de Naciones Unidas".
Queda claro que lo que atestiguamos hoy es el fracaso de la ONU, particularmente en su función de origen. El conflicto de Irak configura un crimen internacional y contradice que "lo que todos queremos es darle oportunidad a la paz", como se afirma en esa canción de Lennon y McCartney que está resonado en todos los rincones del mundo globalizado.
El conflicto internacional también opaca nuestras guerras internas. No, no podemos vanagloriarnos de paz interna. La larga guerra de baja intensidad del EZLN y la aguda crisis del campo mexicano dejan en entredicho nuestras instituciones, a la Presidencia, al Congreso, a las secretarías de Estado. La impunidad ante los 285 homicidios y 300 casos de mujeres desaparecidas en Ciudad Juárez desacredita no sólo a los gobernadores de Chihuahua, el primero de los cuales culpabilizó a las víctimas (ahora Barrio pasará de pescador frustrado a legislador antifeminista), a la Comisión Nacional de Derechos Humanos (CNDH) por el escaso seguimiento de las recomendaciones que se hicieran desde 1998, y a la Presidencia, por la falta de voluntad política para atraer el caso a la Procuraduría General de la República y a la Suprema Corte de Justicia.
Hoy los dos clones de la pareja presidencial hablan de paz. šQué bueno!, šBravo!, Marta Sahagún, šya tomaste el tema! Ojalá (quiera Alá) que se lo tomen en serio ahora que presidimos el Consejo de Seguridad, hay sanciones que podrían aplicarse a Estados Unidos y que les vamos a recordar en el próximo artículo.
A la canción de Lennon habría que agregarle hoy algunos párrafos:
Yo no creo en Naciones Unidas,
ni en los gobernadores ni en las secretarías de Estado
ni en las comisiones de derechos humanos ni en
las procuradurías... yo no creo en las instituciones.