Cumple 25 años como solista y los celebra
con un concierto en Bellas Artes
La música no es mi forma de vivir, es mi existencia
toda: Horacio Franco
Estará acompañado por la Capella Barroca
Puebla, agrupación fundada por el flautista
Ofrecerá un recorrido desde el medievo y el barroco
hasta los Beatles y el danzón
ANGEL VARGAS
El flautista Horacio Franco nunca olvidará el día
en que tuvo su primer encuentro con la música clásica. Eso
sucedió a sus 12 años en la clase de música de la
secundaria, cuando una compañera, que estudiaba en el Conservatorio,
interpretó la sonata Facile, de Mozart.
''Yo me encontraba sentado al lado del piano -recuerda-
y fue tal la impresión que, desde entonces, la música clásica
entró en mí como un rayo de luz. Quedé maravillado
ante ese milagro en el que algo entra por los oídos y es capaz de
hacer vibrar a todo el cuerpo. Para mí nunca había existido
una revelación como aquella. Fue como si se me hubiera aparecido
un ángel."
Hace casi tres décadas quedó definido el
destino de quien hoy es reconocido como uno de los más virtuosos
intérpretes de flauta de pico en el mundo, sitio al que ha llegado
por méritos propios, no sin antes haber tenido que sortear varios
obstáculos, entre ellos la inicial oposición familiar para
que adoptara la música como profesión y tener que lidiar
con empresarios vivales que han buscado aprovecharse de su capacidad artística.
Gran cartel en Europa
Pero
nada, ni la situación más ingrata que ha debido padecer en
su trayectoria, ha logrado minar el placer y la alegría que le produce
el ejercicio de su profesión: ''La felicidad que me proporciona
la música bien hecha es tan inmensa que nada en el mundo es capaz
de opacármela. Al fin de cuentas, lo que uno tiene que buscar como
ser humano es la felicidad, y la mía, definitivamente, está
en la música".
De esa manera, feliz, Horacio Franco cumple hoy 25 años
de su primera presentación como solista, hecho que ocurrió
el 12 de abril de 1978, en el Palacio de Bellas Artes, con la Orquesta
de Cámara del Conservatorio, dirigida por Icilio Bredo.
Para festejar esa efeméride, el flautista ofrecerá
este sábado un concierto en ese mismo escenario, a las 20 horas,
acompañado por la Capella Barroca Puebla, agrupación fundada
y dirigida por él. El programa será un recorrido por épocas
y géneros diversos, desde el medievo y el barroco hasta los Beatles
y el danzón.
La relación de Horacio Franco con la flauta dulce
o flauta de pico se debe en términos iniciales más a cuestiones
económicas que de gusto. El quería ser pianista, a raíz
de haber escuchado a su mencionada compañera, pero sus padres no
estaban en posibilidades de comprarle un instrumento de tal magnitud y
tuvo que conformarse con la flauta Yamaha que le pidieron en la clase de
música de la secundaria.
Su habilidad innata para dominar este esbelto instrumento
de aliento fue tal que, narra, no había festival ni fiesta escolar
en la que no fuera requerido. Inclusive tuvo la capacidad de sacar de oído
varias obras de Vivaldi. Eso le valió que, al ingresar al Conservatorio,
cuando cursaba el tercero de secundaria, sus maestros le dijeran que nada
tenía que hacer en el violín -instrumento que había
escogido para estudiar por ser más barato que el piano- y que mejor
buscara con quién perfeccionarse en la ejecución de la flauta.
Así conoció a Agustín Oropeza, que
era la primera flauta de la Orquesta Sinfónica Nacional desde que
se fundó esa agrupación y quien aceptó ser su profesor.
Fue precisamente en esa época cuando pidió a Icilio Bredo
tocar como solista en un concierto de la Orquesta del Conservatorio y,
tras audicionar, logró su objetivo a los 14 años de edad.
En su trayectoria, Franco se ha distinguido por ser un
músico un tanto atípico dentro del ámbito clásico.
En primer lugar no le interesa ni la fama ni la fortuna, sino simplemente
''hacer lo que me da la gana, que es hacer música y ser feliz".
Eso explica que haya decidido regresar y quedarse en México, en
lugar de haber permanecido en Europa, donde cuenta con excelente cartel.
Creyente del valor social del arte
Otro aspecto que caracteriza a Horacio Franco es que carece
de prejuicios en cuanto a sus gustos musicales. Si bien tiene especial
predilección por las obras de origen medieval o barroco, eso no
implica que desdeñe las de épocas posteriores. Además,
abiertamente ha manifestado su gusto por músicas populares como
la cumbia y el danzón, y ser fan de los Beatles e inclusive
de los Carpenters.
''Para mí, la música es un lenguaje universal,
siempre que esté bien hecha, porque es producto de las emociones
humanas. Entiendo que la clasifiquen por géneros, pues el hombre
siempre ha utilizado las divisiones ideológicas para entender mejor
al mundo.
''Sin embargo, también las ha utilizado para segregarse
y obtener un tipo de provecho. Un ejemplo de ello son las religiones, que
a través del adoctrinamiento, históricamente, han jugado
y lucrado con la fe y las creencias de las personas. Eso es algo astuto
y perverso, pero que, por desgracia, también sucede en las artes.
Por cuestiones de adoctrinamiento, se ha evitado que las artes convivan
entre sí, independientemente de su naturaleza.
''Hay que admitirlo, la música clásica es
muy elitista en ese sentido y no admite concesiones."
Un aspecto más que hace diferente a Horacio Franco
de otros colegas es su afán por transformar el formato convencional
de los conciertos y, al respecto, se ha manifestado por modelos menos rigurosos
escénicamente y en favor de aspectos más visuales que involucren
al público. En ese sentido, por ejemplo, no han sido pocas las ocasiones
en las que ha actuado con vestimenta poco convencional e inclusive disfrazado.
El flautista es firme creyente en el valor social del
arte y, desde ese ámbito, ha pugnado por la igualdad entre las personas,
la tolerancia y el respeto, además de protestar contra todo lo que
le parece injusto. También son innumerables los conciertos de beneficencia
que el músico ha ofrecido.
-¿Cuáles son sus principales satisfacciones
en estos 25 años como solista?
-Sin duda, tener el privilegio maravilloso de poder hacer
música. Tocar, por ejemplo, para indígenas totonacos o zapotecos,
o para niños de la calle o grupos de indigentes. También
he tocado para las señoras de la high society inglesa y berlinesa,
en festivales de la gente rica.
''Pero, honestamente, a mí no me importa tocarle
a la reina ni tocarle al presidente ni a un niño de la calle. Para
mí valen lo mismo todos como seres humanos. Por eso mi satisfacción
más grande es hacer lo que me gusta. La música no es mi forma
de vivir, es mi existencia toda.''