José Jiménez Lozano recibió el premio que recuerda al autor de El Quijote
Gritos contra la guerra y abucheos a Aznar en la entrega del Cervantes
Manifestantes denuncian el genocidio y la devastación de la riqueza cultural de Irak
ARMANDO G. TEJEDA CORRESPONSAL
Madrid, 23 de abril. Miguel de Cervantes Saavedra y el galardón literario que lleva su nombre pasó hoy, en el día de su entrega, a segundo plano ante las proclamas de los manifestantes que gritaron ''no a la guerra" y exigieron la dimisión del presidente del gobierno español, el conservador José María Aznar, que, como cada año, asistió al paraninfo de la Universidad de Alcalá de Henares.
El escritor español José Jiménez Lozano (Avila, 1930), ganador del reconocimiento este 2003, pronunció un discurso que confirmó que es un ''eremita" dedicado al estudio y la creación del lenguaje.
Ausencia de escritores
Desde que Jorge Guillén ganó la primera versión del Cervantes, en 1976, no había sucedido nada similar en la sesión solemne de entrega del galardón, pero las terribles consecuencias de la guerra en Irak -entre ellas el saqueo y la destrucción del patrimonio cultural de este país, cuna y origen de la humanidad- y la postura del gobierno español ante el conflicto han irritado a la sociedad civil española, que manifiestó otra vez su inconformidad. La protesta también se hizo sentir por los propios escritores españoles y latinoamericanos que, a diferencia de otros años, prefirieron no asistir a Alcalá de Henares para no coincidir con Aznar, dirigente que se ha convertido en ''enemigo" del mundo de la cultura y el arte, y a quien tildan de ''censor" y ''totalitario".
No obstante las severas medidas de seguridad implantadas, más de un millar de manifestantes se reunieron en torno de la plaza Cervantes, a unas calles del recinto universitario, para exigir el fin de la ocupación estadunidense en Irak y demandar a Aznar su ''dimisión", pues acusan a su gobierno de querer reformar desde una visión ''fascista'' el sistema educativo y universitario del país ibérico.
La protesta, a la que se sumaron cientos de personas concentradas a las puertas del paraninfo para recibir a escritores y personajes de la cultura, subió de tono cuando el mandatario español bajó del vehículo oficial y entonces se oyó un grito unánime: ''Aznar, dimisión", lo que provocó el nerviosismo de los organizadores del galardón y del equipo de seguridad del presidente.
Fernando Jiménez, vocero de Cultura contra la Guerra, plataforma convocante del acto de protesta, explicó que ésta ''sólo fue un acto paralelo al premio en el que queremos seguir recordando que en Irak se ha perpetrado un genocidio y la devastación de su patrimonio cultural e histórico".
La del novelista, labor misteriosa
Ajeno a las protestas contra el gobierno español y a las notorias ausencias de escritores y personajes de la cultura en la ceremonia de entrega del Premio Cervantes, José Jiménez Lozano dedicó su discurso a la ''viva" herencia de la obra de Cervantes que, según el escritor, representa ''el símbolo o la encarnación de España". El ensayista, dramaturgo, novelista y periodista que vive desde hace más de 30 años en Valladolid, reivindicó además el ''pensamiento renancentista" del autor de El Quijote, quien ''puede y debe ser incluido en ese pequeño número de genios verdaderos que Simone Weil señala como los únicos dignos y capaces de mostrar la desgracia y la condición de los aplastados por ella".
Jiménez Lozano, quien se considera más un ''escribidor" que ''escritor", destacó que el oficio de novelista ''es una tarea profundamente misteriosa que molesta al mundo moderno''.
Entre sus obras como ensayista, faceta que emprendió en 1966, figuran: La ronquera de fray Luis, Los cementerios civiles en España, Cartas de un cristiano impaciente y Un cristiano en rebeldía, entre otras. De sus novelas de tema religioso o sobre Castilla destacan Historia de un otoño, El sambenito, La salamandra y El santo de mayo.