ENTREVISTA /GUSTAVO
IRUEGAS, EX SUBSECRETARIO DE RELACIONES EXTERIORES
Sólo en el discurso, el tono amistoso de Fox con
Castro
SE ACABO CON ESTE GOBIERNO EL RESPETO MUTUO AL AMBITO
INTERNO
Pieza clave de la cancillería encabezada por
Jorge G. Castañeda, el veterano diplomático habla con La
Jornada sobre las relaciones con La Habana y Washington, la actitud
del gobierno foxista y la sorpresiva decisión de Luis Ernesto Derbez,
quien lo desplazó
BLANCHE PETRICH /I
Dentro o fuera de la cancillería, el ex subsecretario
de Relaciones Exteriores Gustavo Iruegas es institucional a morir, pese
a haber sido desplazado con cajas destempladas por el nuevo titular de
la dependencia, Luis Ernesto Derbez, después de 38 años en
el servicio exterior.
"¿México subordinado a Estados Unidos? ¡De
ninguna manera!", responde el embajador que dejara hace unos días
la Subsecretaría de Relaciones Exteriores. Prefiere describir la
relación bilateral con Washington como un "esfuerzo de asociación
con Estados Unidos muy importante, en el que está cifrado el objetivo
del desarrollo nacional".
Sostiene su opinión destacando la defensa del interés
nacional que hizo el presidente Vicente Fox al no convalidar la invasión
y destrucción de Irak. Fue, dice, "una defensa de la soberanía
con criterio propio".
¿Y Cuba? ¿No fue sacrificada la relación
con ese gobierno revolucionario para satisfacer presiones estadunidenses?
Iruegas opina que la relación con Cuba "no ha sido
sacrificada", pero admite que quedó marcada por los estilos personales
de quienes toman las decisiones. "Claro. Jorge (Castañeda, ex canciller)
tiene una mala relación con sus antiguos amigos y viceversa".
-¿Y Luis Ernesto Derbez?
-El
mismo ha dicho que en lo personal no tiene un asunto de esa naturaleza.
Pero la actitud ideológica de los dos cancilleres -Castañeda
y Derbez- tienen una constante. La posición del presidente Fox igual,
es decir, la del PAN, una política de derecha.
-¿Y dónde quedó el tono amistoso
de Fox con Fidel Castro en sus primeros discursos?
-Fueron eso, discursos.
Para este veterano de las lides hemisféricas, el
drástico deterioro de la relación mexicana con Cuba se debe
a que en la actual administración se fracturó un pacto histórico
entre México y La Habana, un modus vivendi que establecía
un estricto no meterse en los asuntos internos del otro. El presidente
Fox, dice, rompió ese trato al encontrase en La Habana con disidentes
cubanos. Fidel Castro, a su vez, hizo lo propio invitando a 130 diputados
a la isla o con lo que llamó "la toma de Guadalajara", la reunión
de 800 cubanos en la Feria Internacional del Libro, "de los cuales sólo
40 tenían que ver con el mundo editorial".
Considerado un funcionario liberal, un tanto a la izquierda
y puntal de una diplomacia nacionalista, Iruegas sorprendió al convertirse
en pieza clave de la cancillería de Castañeda. Cuando éste
optó por buscar su promoción a la silla presidencial fuera
de la Secretaría de Relaciones Exteriores, su sucesor, Derbez, le
aseguró a Iruegas que permanecería en su cargo, clave para
la diplomacia. "Algo pasó" en los últimos meses pero Iruegas,
comenta ahora, fue orillado a retirarse cuando le faltaban cinco años
para optar por su jubilación y llevaba las riendas de la próxima
reunión sobre seguridad hemisférica, acto clave para el gobierno
foxista.
Apegado a las reglas, se niega a revelar detalles de su
desplazamiento. Pero trascendió que Derbez, luego de pedirle la
entrega del despacho, le negó tres opciones que Iruegas le presentó:
la embajada de Guatemala, que pronto quedará vacante con la jubilación
de la embajadora Carmen Toscano; la representación en la Organización
de Estados Americanos o el consulado de Barcelona.
Ayer, en su casa, aún desconcertado por el giro
que dio fin a su exitosa carrera, analiza para La Jornada algunos
retos de la política exterior.
Entre Washington y La Habana
-¿Por qué llegó a deteriorarse tanto
la relación con Cuba?
-Cambió el régimen y las prioridades cambiaron.
En México se determinó que uno de los grandes problemas internacionales
era el de los derechos humanos. También han cambiado los conceptos
del principio de la no intervención en los asuntos internos de los
Estados. Y en estos días los derechos humanos no son un asunto interno,
sino lo contrario. Así que al reconsiderar México su posición
frente a Cuba, las cosas se complicaron. La revolución cubana tiene
uno de los pilares de su fortaleza en la idea de la moral revolucionaria
y el hecho de que se cuestione esto en el extranjero es una afrenta que
resulta intolerable.
"Pero hay otro factor. La Comisión de Derechos
Humanos de la ONU ha dejado de ser un foro limpiamente orientado a los
derechos humanos. Es un foro viciado en el que sólo se discute el
diferendo entre Estados Unidos y Cuba. Lo lógico hubiera sido que
México se hubiera abstenido."
-Van dos años seguidos en los que México
vota contra Cuba. ¿No es, justamente, una señal de subordinación
a Estados Unidos?
-Bueno, esa es una interpretación. Yo sostengo
que si con Estados Unidos hay una relación estratégica, con
Cuba la relación es especial. Eso permite que pase lo que pase,
siempre hay una recomposición. Hay una relación entre los
dos pueblos, relaciones institucionales, relaciones culturales, que es
lo que hace que se recomponga y continúe.
"Había un entendimiento desde los años 60:
México no se metía en los asuntos internos de Cuba y viceversa.
Ese modus vivendi dejó de funcionar."
-¿Qué tan grave es el deterioro? ¿Qué
tan cerca se estuvo realmente de una ruptura?
-Lo que hay que medir primero es qué tanto una
ruptura rompe la relación. Con el gobierno franquista se rompieron
las relaciones diplomáticas pero la relación con España
siguió siendo muy fluida. En segundo lugar, hay que reconocer que
las dos partes, México y La Habana, han puesto mucho de su parte
en los últimos tiempos para que las cosas no salgan bien. Pero lo
que importa de fondo es que la calidad de relación especial que
hay hace que a pesar de todo, la relación vuelva a flotar."
-¿Pero sí figuró en el escenario
la ruptura?
-Siempre que hay una crisis se analizan todas las variantes.
Y lo importante no son las opciones que se ven, sino la que se decida.
En este caso, los dos países optaron por soportar una crisis de
ese tamaño y darle continuidad a la relación. Además,
los dos entendieron que en ambos países el asunto de la relación
es un asunto de política interior.
-¿En qué sentido tiene importancia la política
interna en el caso mexicano?
-Parte de la clase política nacional favorece tener
una muy buena relación política con el gobierno cubano, con
la revolución. En Cuba muchos cuadros políticos importantes
preguntan: '¿con México también nos vamos a pelear?'
Lo cierto es que ese acuerdo mutuo de respetar el ámbito interno
ya no se da, ni aquí ni allá."
-¿Aquí? ¿Cómo?
-Como que Cuba mueva 130 diputados para La Habana; como
que se junten 11 ex embajadores por allá; como que se dé
lo que nosotros aquí llamamos "la toma de Guadalajara", con la reunión
de 800 cubanos en la Feria del Libro, de los que sólo 40 tenían
que ver con el mundo editorial, o que se hable de los médicos cubanos
para Chiapas.
-¿Y allá?
-Son varias cosas, pero una fundamental fue el voto mexicano
en Ginebra.
-Más allá de las crisis anuales en Ginebra,
Cuba entiende la coyuntura actual como una amenaza estadunidense que no
descarta el factor militar, sobre todo a partir de que George W. Bush lo
incluyó en su eje del mal.
-Supongo que tienen razón. Lo que está pasando
con los secuestros de naves, con la promoción con dinero de actividades
políticas dentro de Cuba, no es casual y el gobierno no puede dejar
de responder. Sabemos que la respuesta fue muy al estilo cubano, es decir,
muy fuerte, sin entrar a discutir la pena de muerte por ahora, que es toda
una discusión en sí misma.
"Creo que la votación en la Comisión de
Derechos Humanos lleva muchos años de ser conflictiva y el asunto
de las ejecuciones no era un factor real para decidir en tal o cual dirección.
Pero las ejecuciones sí fueron muy útiles para los que tienen
una posición contraria a Cuba en esa discusión.
-Pasado ese debate, ¿es real que se perfile ahora
la amenaza militar?
-Cuba no tiene ningún motivo para creer que las
cosas van a mejorar. Cuba cada vez que viene al caso, toma sus distintos
niveles de alerta, se prepara y toma las medidas que considera pertinentes.
-En otros momentos se hablaba de que México podía
funcionar como un pivote en el conflicto estadunidense-cubano?
-Eso nunca fue real. Ni los cubanos ni los estadunidenses
han admitido necesitar nunca a nadie para las conversaciones entre los
dos. Los asuntos entre ellos los tratan ellos, nadie más.