México D.F. Domingo 1 de junio de 2003
Soldado británico torturador divide a sus padres
El padre del soldado británico sospechoso de abusar de prisioneros de guerra iraquíes dijo ayer que estaba orgulloso de su hijo. Gary Bartlam, de 18 años, originario de Polesworth, Warwickshire, está siendo interrogado por la policía militar después de que aparecieron fotos de él y otros uniformados abusando de prisioneros de guerra, que fueron denunciadas por trabajadores de la tienda fotográfica a la que el joven llevó el rollo de película a revelar.
Hablando afuera de la tienda de la que es propietario en Dordon, Warwickshire, que atiende con su esposa, Margaret, el pa-dre de Bartlam afirmó: "desde luego que estamos orgullosos de nuestro hijo. Fue a Irak por su país y estamos orgullosos de él". Pero la señora Bartlam apareció en una de las ventanas superiores de la tienda y gritó: "él ya no nos pertenece. El ejército es su madre. Que el ejército se preocupe por él".
El Ministerio de Defensa británico ha prometido que ampliará su investigación en torno a la tortura infligida a prisioneros de guerra iraquíes si aparecen más acusaciones, y está profundamente avergonzado por las evidencias contra sus soldados, luego de que el ejército enfatizó repetidamente que los iraquíes eran tratados respetando los derechos humanos.
Se reportó que una de las fotos muestra a un iraquí atado, amordazado y envuelto en una red, que cuelga de una grúa. En el asiento del conductor puede verse a Bartlam riéndose. Otras fotografías detallan abusos sexuales contra los prisioneros.
Bartlam, miembro del primer batallón del Real Regimiento de Fusileros, fue detenido después de que una trabajadora de la tienda fotográfica Max Spielman, de Tamworth, vio las fotos que el militar había llevado a revelar. La trabajadora, Kelly Tilford, de 22 años, afirmó que la "asquearon", por lo que llamó a la policía, que a su vez contactó a las autoridades militares.
El grupo de derechos humanos Amnistía Internacional manifestó su beneplácito por la investigación y dijo esperar que las acusaciones de tortura no sean "barridas bajo la alfombra".
© The Independent, Jo Dillon y Andres Johnson
Traducción: Gabriela Fonseca
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