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México D.F. Domingo 1 de junio de 2003

ENTREVISTA /ENRIQUE BORDES MANGEL, FOTOGRAFO

Una imagen nunca miente, a diferencia de las palabras

EL FOTOPERIODISMO, INTERESANTE; SIEMPRE ME CHOCO EL RETRATO, DICE

El decano de la profesión ha registrado con valientía, sensibilidad y arte gran parte de los movimientos políticos y sociales del siglo XX mexicano (petroleros y maestros, en los años 50, y estudiantes, en 1968 y 1971)

ANGEL VARGAS

Las manos de Enrique Bordes Mangel y Cervantes son grandes, blancas y un poco regordetas. Si no fuera por las pecas que revelan su longevidad -81 años-, pasarían sin problema alguno por las de un joven. Son manos fuertes, de pulso firme y ágiles, atributos del oficio que el maestro ejerce desde hace más de medio siglo de manera ininterrumpida: el periodismo gráfico.

Con ellas y su cámara, así como con el indispensable complemento de su privilegiada y sensible mirada, ha registrado de manera valiente y artística gran parte de los movimientos políticos y sociales del siglo XX mexicano -como el de petroleros y maestros, en los años 50, y el de los estudiantes, en 1968 y 1971-, lo cual lo convierte en uno de los decanos del fotoperiodismo en el país.

Este hecho le fue reconocido hace unos días con el Premio Espejo de Luz, otorgado por la Bienal de Fotoperiodismo, en su quinta versión, como homenaje por "su obra, aportaciones y trayectoria de vida".

Es un galardón que Bordes Mangel asume con gusto, pero también con modestia, como lo ha hecho con el Premio Nacional de Periodismo, en 1958, así como el que le confirió el periódico Pravda durante la época de la extinta Unión Soviética.

''Nunca me ha gustado ser protagonista'', enfatiza el también pintor, nacido el 19 de abril de 1922 en la ciudad de México. "¿Por qué cree que dejé el cine? Hice 35 películas, y aunque mi cuñado Julio (Bracho) me alentaba para continuar, no era lo mío, no me gustan los reflectores (...) La vida me ha enseñado a no ser soberbio.''

El trato del maestro es cálido e informal. Se dirige a su interlocutor con el apelativo ''compañero''. Su voz es un tanto profunda y rasposa, debido al puro y la pipa, aficiones de las que se declara retirado. No es el mismo caso del vino. Pregona con jocosidad sus dotes de buen bebedor.

Visitarlo en su casa se convierte en una sabrosa y sorprendente experiencia. El saludo sonriente es acompañado por la invitación de un vinito. Y, una vez cumplido el rito del choque de las copas de cristal, diligente atiende cuanta pregunta y comentario se le hace.

¿Quién podría imaginar que detrás de este gran fotoperiodista mexicano existe una historia personal que bien puede darse el quiénvive con sus remembranzas y anécdotas de más de seis décadas de oficio?

La biografía de Enrique Bordes Mangel y Cervantes será larga y profusa. Entre el sinnúmero de datos destacables cabe enumerar que es descendiente de nobles franceses que lograron escapar de la guillotina y emigraron hacia América, hijo de quien fue redactor del Plan de San Luis y presidente del Partido Nacional Antirreleccionista (el diputado Enrique Bordes Mangel), hermano de una reconocida bailarina y actriz que sirvió de modelo para la Diana Cazadora (Diana Bordes) y ex alumno del ingeniero Guillermo González Camarena.

A esa lista debe agregarse su trabajo como secretario particular del príncipe George Chavchavdze y la amistad que sostuvo con el famoso director de orquesta ruso Leopold Stokowski, los fotografos Manuel y Lola Alvarez Bravo, y el pintor David Alfaro Siqueiros, así como la obtención de pocos aunque prestigiados premios y la experiencia de una década en el exilio.

Pero, contrario a lo que pudiera suponerse, el reportero gráfico se dice en verdad completamente orgulloso sólo de una cosa: haber tenido ''la oportunidad de registrar en imágenes gran parte de los movimientos políticos y sociales del siglo XX (mexicano), siempre de manera honesta y comprometida''.

La fotografía, según comenta, ''es lo único que le ha permitido mostrar los acontecimientos tal cual sucedieron. Una foto nunca miente, mientras que los palabras sí. Como no soy líder, esa es mi forma de que los demás me crean, porque con el habla no convenzo a nadie".

La relación de Bordes Mangel con este arte y oficio no es algo que provenga de familia, si bien su tío Emil Mangel fue quien trajo el daguerrotipo a México y otro tío cultivaba la fotografía con gran pasión.

Su primer acercamiento ocurrió luego de estudiar radio con Guillermo González Camarena, enrolarse tres años en el Ejército -donde abundó en sus conocimientos sobre las comunicaciones y el telégrafo- e incursionar en la pintura, en la Academia de San Carlos.

Fue el pintor y fotógrafo Ricardo Razetti quien lo alentó a dejar los pinceles y dedicarse de pleno al mundo de la imagen en nitrato de plata, invitándolo a trabajar "como canchanchán" en el taller que de manera conjunta mantenía con Manuel y Lola Alvarez Bravo.

''Qué mejor manera de aprender que en un taller así, al lado de esos grandes maestros y amigos", espeta con emoción.

La apariencia de nuestro personaje no es la de un octogenario. Puede pasar sin ningún problema como una persona que anda cerca de los 70 años, en muy buenas condiciones.

Su cabellera es totalmente oscura, a excepción de sus patillas y sienes, que se perfilan ya plateadas por las canas, mientras la posición de su cuerpo es recta, y manifiesta gran agilidad en sus movimientos. Este es el legado de una vida atlética, en la que practicó box, lucha y natación.

Una copa más de vino ameniza la plática. Bordes Mangel habla ahora de cómo decidió convertirse en reportero gráfico, después de trabajar en un estudio comercial estadunidense. Eran los cuarenta, y desde entonces sus fotos han aparecido publicadas en agencias internacionales de noticias, diarios y revistas nacionales y extranjeros (Excélsior, Prensa Latina, Zócalo, ABC, Mañana, Siempre!, Sucesos y Frei Welt, este último de Berlín.)

''El trabajo del fotoperiodista me gusta por interesante. Siempre me chocó el retrato. Aunque también he hecho mucha fotografía de pintura y arquitectura. Pero lo mío es la acción. Siempre he sido muy aventado y he estado muchas veces al filo.''

Las fotos que más satisfacción le producen son aquellas que tienen que ver con los movimientos políticos y sociales, porque "es una forma de no dar la espalda a los hechos y permitir que otros escriban la historia a su antojo. Es una práctica que nunca debe dejarse. A diferencia de cualquier otra actividad, requiere de mucha agilidad, suerte y piernas para correr cuando es necesario".

Entre sus imágenes pueden encontrarse valiosos testimonios que documentan abusos y barbaries gubernamentales como la perpetrada en junio de 1971 por el grupo de Los Halcones contra estudiantes.

Reportar este tipo de sucesos lo emprende no sólo como deber profesional, sino como compromiso social, sin importar que alguna vez haya sido vetado, amenazado, golpeado e incluso motivado a permanecer 10 años autoexiliado en Canadá, tras los sucesos precisamente de 1971.

Ni el más crudo de los momentos le han impedido realizar su trabajo. "Sólo no he tomado una foto cuando se me acaba el material. Yo no soy de aquellos que se acaban un rollo para ver si de casualidad sale la imagen. Hago un solo disparo y, si sale, muy bien, si no, ya me fregué.

"Siempre hay que pescar el momento, tener olfato. Una de las cosas importantísimas, y este es uno de mis secretos de fotógrafo, es que prefijo mi distancia, porque a partir de ella voy a trabajar, para no tener que estar jugando con el enfoque.

''Aunque sea a dos metros del hecho, pero de esa distancia no me muevo. Por eso le tocan a uno tantos camionazos.''

En la actualidad, Enrique Bordes Mangel no cuenta con trabajo y por eso dice que se las está "pasando muy duras". Inclusive no hace mucho tiempo que, para poder sobrevivir, debió vender a un coleccionista particular su archivo personal, consistente en 20 mil negativos. Ahora piensa hacer lo mismo con una de las dos cámaras que le quedan.

Esa situación, empero, no le merma el ánimo y adelanta su plan de irse a vivir a Veracruz, para "estar a la altura del mar y del bar". Pero antes debe terminar de acomodar su archivo personal, integrado por varias docenas de cajas de cartón que resguardan, sobre todo, un tesoro hemerográfico (entre periódicos y revistas de principios y mediados de siglo XX), así como documentos tanto suyos como de su padre.

-¿Qué opina de la revolución tecnológica en la fotografía?

-Es tremendo para mí, no quiero entender de eso. Estoy hecho para la mecánica. A estas alturas ya no aprenderé de eso. Además, en la moderna fotografía se pueden hacer toda clase de trucos y eso es algo que no acepto. Mi mayor satisfacción fue no haber truqueado nunca una imagen. Quienes dentro del periodismo hacen algo así, son personas que no se respetan a sí mismas, mucho menos al oficio.

''Creo que mi trabajo ha demostrado múltiples veces que soy una persona comprometida desde el punto de vista social. Si yo tuviera que dar un consejo a alguien que comienza en esta profesión, sólo le recomendaría ser honesto con su trabajo y con su propia vida".

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