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México D.F. Lunes 2 de junio de 2003
MEXICO SA
Carlos Fernández-Vega
Los ficorcas seguirán chupando recursos
del erario
El Fobaproa, que en 1995 costaría ''sólo''
50 mdd, arrastra hoy un pasivo de 80 mil mdd
QUE BUENO QUE 20 AÑOS no son nada... Porque
un breve ejercicio nos da pauta para apuntar que en 1982 estalló
la llamada crisis de la deuda externa mexicana y que Jesús Silva
Herzog, a la sazón secretario de Hacienda, inyectaba tranquilidad
al asegurar que el país "sólo" reportaba un "problema de
caja (...) de liquidez".
EN 1990, ESA MISMA crisis encontró una "solución
definitiva", cuando el gobierno salinista firmó los convenios de
restructuración -bonos Brady incluidos- con la chupóptera
banca acreedora. En el zedillato se presumía que nunca se había
reportado un "importante desendeudamiento" como el promovido en ese tiempo,
pues aligeraba la carga "para generaciones futuras". Ahora, con la administración
del cambio, ni crisis ni problema ni nada: todo resuelto.
POR
LO ANTERIOR, NO queda más que ofrecer un sonoro aplauso para
las cuatro administraciones citadas, porque sin su decidida intervención
el monstruo de la deuda pública externa ya nos hubiera devorado.
Felizmente ahora el débito público total del país
"sólo" representa 54.5 por ciento del PIB (casi 350 mil millones
de dólares), de acuerdo con la información de Arturo Guillén,
profesor investigador de la Universidad Autónoma Metropolitana (La
Jornada, Roberto González Amador). Como se constata, el "problema
de caja", la "solución definitiva", el "desendeudamiento" y el "todo
está resuelto" no han hecho más que engordar al susodicho
monstruo.
EL PANORAMA TIENDE A mejorar cuando el propio investigador
revela que a la cifra citada hay que adicionar 62 mil 801 millones de dólares
de deuda privada externa, con lo que el débito total de este heroico
país se aproxima a los 410 mil millones de billetes verdes, 64.4
por ciento del PIB. Se podría pensar que el del débito privado
es un problema de las empresas que no afecta más que a los bolsillos
de sus dueños. Pero no: esa enorme carga se ha traducido, se traduce,
en pérdida masiva de empleos, venta de activos -muchos de ellos
originalmente propiedad del Estado- especialmente a capital foráneo,
sangría de divisas, chanchullos en algunos tribunales (como el más
reciente protagonizado por TMM) y dinero, mucho dinero de las arcas públicas.
Todo ello para cumplir con el servicio de ese adeudo.
EN PLENA "CRISIS DE LA deuda externa" (1982), la
iniciativa privada cupular quejábase amargamente que la deuda pública
externa alcanzaba una proporción aterradora, que había crecido
exponencialmente y que el futuro nacional estaba en riesgo. Eso decía
del débito público, pero callaba el propio, una bomba de
tiempo que sólo pudo desactivarse con (¡sorpresa!) recursos
del Estado y, por lo que se documenta, temporalmente.
EN 1982, LA DEUDA pública externa rondaba
los 60 mil millones de dólares y la privada los 25 mil millones
de dólares, cuando un sexenio atrás las cifras reportaban
saldos de 19 mil y 6 mil millones de billetes verdes, respectivamente,
es decir, un crecimiento superior a 200 por ciento, en el primero de los
casos, y de 300 por ciento, en el segundo. Hoy esa misma deuda supera los
60 mil millones de dólares (banca "mexicana" incluida), es decir,
10 veces más que en 1976.
CON LA LLEGADA DE la "renovación moral"
al gobierno de la República se abrieron las arcas nacionales para
solucionar el problema de la deuda externa privada, práctica que
-como dicen los clásicos- llegó para quedarse. En el Banco
de México se instituyó el Fideicomiso para la Cobertura de
Riesgos Cambiarios (Ficorca: dólares subsidiados para los grandes
capitales), cuyo director no pudo ser otro que el simpático futuro
presidente de la República, Ernesto Zedillo, quien le agarró
gusto al ejercicio y durante su mandato lo reprodujo alegremente con banqueros,
azucareros, concesionarios carreteros y demás mártires de
la crisis de la deuda externa, todo ello, desde luego, a costillas del
erario público, mismo que sigue pagando los platos rotos del festín.
De hecho, con la expropiación de la banca, en septiembre de 1982,
el Estado asumió alrededor de 10 mil millones de dólares
derivados del débito privado de los hasta ese entonces dueños
de las instituciones.
EL FICORCA, PUES, INICI0 hostilidades en contra
del erario en 1983 y sólo pudo concluir su noble y desinteresada
labor casi diez años después. Como sucedió en ejercicios
posteriores (Fobaproa, Fobazúcar, Fobacarretera, etcétera,
etcétera), el gobierno federal aseguraba que los dineros públicos
utilizados en este fideicomiso se canalizaban "no a los empresarios, sino
a las empresas". Y, también como en ejercicios posteriores, la información
oficial revelaba que más de la mitad del endeudamiento privado y
el subsiguiente uso de recursos públicos para amortizarlo "corresponde
a sólo 30 grupos empresariales", hoy muchos de ellos endeudados,
una vez más, hasta la coronilla.
CON EL TIEMPO, MUCHOS de esos grupos empresariales
-beneficiarios de los dólares subsidiados y de la deuda privada
que asumió el gobierno- se hicieron de lo más suculento de
la infraestructura productiva y de servicios privatizada por el Estado
y, poco después, reaparecieron anotados en el primerísimo
lugar en los nuevos "ficorcas", ahora canalizados a la banca, a las carreteras
y al sector azucarero, todos ellos, casualmente, puestos en marcha durante
el zedillato.
EL FOBAPROA, QUE A decir de Miguel Mancera Aguayo,
director del Banco de México en 1995, "sólo" costaría
50 millones de dólares, al tiempo que "ningún banco quebrará",
arrastra hoy un pasivo cercano a los 80 mil millones de dólares
y el rescate carretero de 13 mil 700 millones. En el caso del "ficorca"
azucarero ya se perdió la cuenta, pero ha incluido la liquidación
de Finasa, la expropiación de 27 ingenios en el primer año
del gobierno del cambio y miles de millones de pesos "perdidos" en el espacio.
ALGO SIMILAR DIJO Pedro Aspe en agosto de 1992,
al anunciar la "extinción" del Ficorca durante la octava Reunión
Nacional de la Banca, una vez finalizada la privatización del sector:
"por considerar que este organismo cumplió con el fin para el cual
fue creado, ya no se considera necesaria su existencia".
TRANQUILOS, PUES, porque hay "ficorcas" para rato.
Las rebanadas del pastel:
¿QUIÉN DETENDRA AL cardenal Juan
Sandoval Iñiguez y su nueva cristiada?... porque Los Pinos y Bucareli
ni Dios lo mande
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