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México D.F. Lunes 2 de junio de 2003
Néstor Bravo Pérez
Lo oscuro y su doble
La representación nos permite dar sentido, significación, a la realidad. Nada hasta ahora ha sido aprehendido por el ser humano en un vínculo directo con lo real. La perspectiva que seguimos para conocer tiene el estigma del doble. Es en segunda instancia o por la mediación de un segundo elemento como podemos acercarnos a la realidad. Siempre sospechamos del presente. El déjà vu es un cuestionamiento de lo inmediato. Sospechamos que lo visto no obedece al impacto perceptivo de lo que observamos, sino a un doble suyo que se generó en un pasado ambiguo. Ya sea que esta sensación esté generada por una sinapsis lenta, por una percepción desfasada, o porque la memoria está suspendida en el aire, sin correspondencia a experiencia anterior alguna, la realidad se observa como algo distante solo asequible en la medida que la re-presentamos.
En las fotografías de Douglas Gordon que se muestran el Museo Rufino Tamayo, hay un dejo de realismo, de preocupación por acercarse a lo inmediato, a lo presente que pretende mostrarnos, desde la visión del autor, una realidad configurada como cuerpo desde una postura estética que se establece como signo.
El díptico Monstruo se nos presenta como una literalidad definitiva, desde una perspectiva moderna, que trata de comprobar que la imagen habla por sí misma y que el recurso del título no tiene otra función más que la de acentuar las características de la imagen. En este sentido, Douglas Gordon parece entrar en una dinámica realista, documental. Muchas de las obras que se muestran en la exposición son series fotográficas que registran acontecimientos de la experiencia diaria, hechos aprehendidos desde una perspectiva de lo cotidiano: imágenes de un infante jugueteando con sus pies, como si se tratara del documento de un padre amoroso tratando de captar los primeros avances cognitivos de su hijo.
Lo que detona la sospecha, el cuestionamiento a lo real en las obras de Douglas Gordon, tiene que ver con las estrategias de significación que utiliza en sus obras.
En principio se observa el juego con lo lingüístico, el juego de palabras. En Déjà Vu, la propuesta se realiza a través de una concepción médica, específicamente neurológica, y utiliza la idea de una percepción desplazada, al parecer un minuto y medio, entre la proyección de un video y otro, imitando, por así decirlo, la impresión de ya haber visto algo; en este caso ilustra a través de la proyección de tres videos la posibilidad de observar a la realidad triplicada. Trust Me es la muestra de la escritura inscrita en la propuesta discursiva del artista, representada a través de la imagen fotográfica. Me parece que la preocupación por generar una significación recurriendo al tatuaje no obedece a la búsqueda de una identidad a la manera de los cholos, verbigracia; se trata más bien de un juego con la semántica, generada a través de la palabra escrita.
Lo que vemos es algo siniestro, es decir, algo de lo cotidiano que nos sorprende, pero que tiene que ser mostrado con estrategias discursivas que disuelven este espacio conocido.
Algo continuo en el trabajo de Gordon es la propensión a generar un doble de lo real a través de una representación que hace coincidir este mundo con uno oculto. En los videos que presenta el autor existe la intención de generar un juego con la percepción del espectador, para promover un sujeto que se construya en la medida que observa y que se vea obligado a presenciar la compulsión de lo repetido lentamente llevándolo así una vez mas a la transformación de lo real, pero que se instala en la aparente inmediatez de la literalidad.
Es en trabajos como El yo dividido I y II donde se enmarca con mayor claridad esta idea esquizofrénica que caracteriza el discurso de Gordon.
Sin embargo, Douglas Gordon apela a otras estrategias para crear sentido en sus trabajos. En la serie de fotografías del niño jugueteando con sus pies, se tuvo que recurrir a la ambientación a través de la instalación de las imágenes en un cuarto rojo para posibilitar el desplazamiento que permitiera el juego con la significación (quizá simulando el útero materno), es decir, si no estuvieran en este contexto las imágenes pertenecerían tranquilamente al álbum de la familia Gordon y pasarían a ser total y absolutamente anodinas.
La intervención de obras cinematográficas "clásicas", como Psicosis, es otra de las estrategias a las que recurre el autor; sin embargo, la propuesta de manipulación de esta película me genera ciertas dudas, Ƒhasta qué punto es viable en un museo como el Rufino Tamayo poder apreciar el proceso de intervención que hizo Douglas Gordon con al obra de Hitchcock? Imposible poder apreciar, en su totalidad, el lento traumatismo perceptual de Psicosis 24 horas.
La violencia es uno de los rasgos que más caracteriza el comportamiento de esta época. El arte se ha preocupado por expresar esta realidad del ser humano y ha llevado esta preocupación a niveles de cierta complejidad estética. En las glosas e intervenciones que realiza Gordon permanece lo violento de las referencias cinematográficas, acentuando, a través de la duplicación y de la yuxtaposición, los elementos que conforman la tensión, el conflicto, y la irracionalidad que para el autor están significando parte del mundo y de su existencia.
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