México D.F. Martes 10 de junio de 2003
Realiza estudios sobre la biodiversidad en la
entidad; los reportes van a Washington
Presiona asociación estadunidense para realizar
desalojos en Chiapas
Podría provocar el enfrentamiento entre comunidades
indígenas, alerta el CAPISE
HERMANN BELLINGHAUSEN ENVIADO
San Cristobal de Las Casas, Chis., 8 de junio. La
asociación civil estadunidense Conservation International (CI) posee
amplia presencia en medios académicos, políticos y empresariales.
En México, por ejemplo, ha desarrollado proyectos, algunos muy interesantes,
con la UNAM, el ITAM, Ecosur, INAH, ENAH y universidades estadunidenses.
No obstante, ciertas actividades han despertado suspicacia.
Recientemente CI "llevó a cabo un programa de sobrevuelos
que le permitió escudriñar ampliamente la región de
la selva maya", señala el informe Conservación internacional:
el caballo de Troya, divulgado este fin de semana, donde se reproduce
la bitácora de los vuelos, precisamente sobre áreas de la
selva donde viven miles de zapatistas. "Para esto, CI-México solicitó
un financiamiento a CI y la Agencia para el Desarrollo Internacional de
Estados Unidos (USAID por sus siglas en inglés) por casi 5 millones
de pesos", refiere el Centro de Análisis Político e Investigaciones
Sociales y Económicas (CAPISE), responsable del documento.
Allí se apunta que la filial de CI en México
"entrega a la agencia gubernamental estadunidense USAID seis informes trimestrales,
en dos modalidades: uno financiero y otro técnico. A los reportes
se adjuntan los productos. CI se compromete a aportar toda la información
adicional que requiera USAID para el seguimiento de los avances del proyecto".
Con más de mil integrantes, CI trabaja en países
de cuatro continentes. Durante 15 años ha invertido más de
315 millones de dólares en la "conservación" de los hábitats
más ricos de la tierra. Su presencia ha sido controvertida en varios
países latinoamericanos. En Guatemala, donde promueve el ecoturismo
por medio de la Asociación Alianza Verde, las Comunidades Populares
en Resistencia del Petén "expresaron abiertamente su preocupación
por lo que pretende hacer en sus tierras".
Después de las constantes presiones y declaraciones
de CI en favor del desalojo de comunidades asentadas en Montes Azules,
su director en Chiapas, Ignacio March, respondía en mayo de 2002
a la pregunta "¿es cierto que ustedes proporcionaron datos y fotografías
para que los lacandones demanden a los asentamientos irregulares de la
selva?" (planteada por la Comisión Civil Internacional de Observación
por los Derechos Humanos en Chiapas):
"Sí. Tenemos un proyecto de monitoreo ambiental.
Somos los ojos de la comunidad nacional e internacional". El 30 de mayo
de 2003, en declaraciones a un diario de Tuxtla Gutiérrez, March
advirtió del riesgo de violencia entre choles y lacandones, acusando
a los gobiernos federal y estatal de falta de voluntad política
para resolver el conflicto de los llamados poblados irregulares en Montes
Azules. Reconoció que CI presiona a las autoridades para detener
las invasiones y realizar desalojos; acusó a las comunidades asentadas
irregularmente de "gente ignorante, a la que se le engaña y manda",
y consideró que no tienen el conocimiento para manejar las áreas.
Aceptar
que proporcionan datos y fotografías a los lacandones con la finalidad
de que éstos interpongan demandas contra asentamientos irregulares
"es una grave irresponsabilidad", señala el CAPISE.
"Significa enfrentar a los lacandones con las comunidades
tzeltales, choles, tzotziles y tojolabales, zapatistas o pertenecientes
a la ARIC Independiente. Un enfrentamiento entre ellos representaría
un conflicto interétnico que hasta ahora no ha existido en Chiapas",
indicó.
Las presiones no son sólo de CI. De 1994 a 2003
las estrategias por lograr el desalojo de comunidades indígenas
se ha modificado año con año, y en su establecimiento han
tenido la responsabilidad las autoridades federales. "El contexto de violencia
y discriminación están fuera de las consideraciones de CI,
de las grandes trasnacionales y los sectores del poder económico
dentro y fuera del gobierno. Para ellos, el modelo económico neoliberal
no está a discusión. Su establecimiento necesita un marco
legal favorable para el acceso ilimitado a los recursos". Así, resulta
"inaceptable" el reconocimiento de los pueblos indígenas en la toma
de decisiones.
Los analistas del CAPISE registran que el presente año
los intentos para el desalojo en Montes Azules dieron un giro. "La apuesta
es generar enfrentamientos de los pueblos (zapatistas o no) con los lacandones;
es una nueva táctica del caballo de Troya para desplazar a las comunidades,
controlar los recursos estratégicos, poner en marcha proyectos ecoturísticos,
debilitar al Ejército Zapatista de Liberación Nacional y
desmantelar los municipios autónomos". Promover los desalojos implica
"lo mismo que CI denuncia respecto a las 'invasiones' en la 'comunidad
lacandona': una violación de los derechos humanos".
Financiada, administrada y dirigida por directivos de
trasnacionales con intereses económicos en la biodiversidad, CI
reporta y entrega toda la información disponible a la USAID, es
decir, "al gobierno estadunidense, que ve en la biodiversidad de Chiapas
un asunto estratégico".
Los analistas apuntan: "no sabemos qué uso tiene
la información suministrada por CI, pero en la historia reciente
hemos atestiguado cómo los intereses económicos de carácter
privado se transforman en intereses militares de 'seguridad nacional'".
El informe agrega que CI ha adquirido tierras en países
como Bolivia, Perú, Brasil, Guatemala y Surinam. En este último,
la bioprospección asociada a investigaciones farmacéuticas
provee a las comunidades "tribales" con tecnologías, entrenamiento
y equipo para sacar sus propios recursos.
"El primer 'cambio por deuda para la naturaleza' se da
cuando CI compra una parte de la deuda externa de Bolivia con el objetivo
de financiar la conservación en la reserva de la biosfera Beni".
A partir de entonces, "más de un mil millones de dólares
se han reinvertido con esta misma estrategia en diversos países".
Citando documentos oficiales, el CAPISE menciona que varias
de las empresas involucradas son beneficiarias de los subsidios del fondo
del gobierno estadunidense para bioprospección (ICBG): Monsanto,
en Panamá; Bristol-Myers, Squibb y DowElanco Agrosciences, en Surinam
y Madagascar. De la mano de estas y otras empresas (como el gigante farmacéutico
Glaxo-Smith Kline-Beecham), "CI ha recibido importantes donativos del fondo
ICBG.
"Resultaría absurdo negar el papel que juega CI
en los grandes intereses económicos de las trasnacionales sobre
los recursos naturales y estratégicos".
La globalización del modelo económico neoliberal
es, a juicio de los analistas, "la peor amenaza que han sufrido los pueblos
indígenas del mundo en su ancestral lucha por la tierra y la demanda
a su legítimo derecho de autodeterminación. El caso de México
no es distinto. El impacto de la vorágine neoliberal sobre los pueblos
indígenas, sus culturas y sus derechos los está llevando
al etnocidio".
Por cierto, CI se ocupa también de contener la
sobrepoblación. Según decía Ignacio March hace un
año, lo hace "de manera preventiva", en referencia al proyecto que
lleva a cabo con el IMSS y Mexfam en Emiliano Zapata, Frontera Corozal
e Ixcán. "Se trata de informar a las mujeres indígenas sobre
los diversos métodos de planificación familiar. Los indios
y las mujeres tienen derecho a conocer los métodos de planificación
familiar para vivir mejor y evitar que las mujeres se conviertan en incubadoras
de mano de obra para las comunidades".
La investigación del CAPISE (realizada por José
Merced Hernández Gómez, José Leopoldo Castro, Benedetta
B., Michael Chamberlin y Ernesto Ledesma) concluye: "La demanda de los
pueblos indígenas por su libre determinación no es un capricho,
sino un imperativo ético. Frente a la acelerada aplicación
del modelo neoliberal, los acuerdos de San Andrés toman mayor relevancia.
Su incorporación a las leyes mexicanas es crucial para la defensa
de los pueblos indios y para una profunda reforma de Estado".
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