México D.F. Martes 10 de junio de 2003
Los oficiales le rompieron el cuello; el indocumentado mexicano murió 11 meses después
Declaran culpables a 3 agentes del SIN de violar derechos de un migrante
Se trata de un acontecimiento inédito; la sentencia será decidida en septiembre
ELENA VEGA ESPECIAL PARA LA JORNADA
Houston, Texas, 9 de junio. En un veredicto calificado de "histórico" por activistas y autoridades de los gobiernos mexicano y estadunidense, tres agentes del Servicio de Inmigración y Naturalización (SIN) de Estados Unidos fueron declarados culpables de violar los derechos civiles de un indocumentado mexicano que murió a consecuencia de los golpes que recibió durante su arresto.
Serafín Olvera Carrera, de 48 años y oriundo de San Luis Potosí, murió el 25 de septiembre de 2002, casi un año después de que tres agentes migratorios lo golpearon hasta el punto de romperle el cuello, lo rociaron con gas pimienta y posteriormente demoraron más de cinco horas para brindarle atención médica.
Durante los 11 meses que pasaron desde su arresto hasta su muerte, Olvera estuvo paralizado a consecuencia de la fractura en el cuello y dependía de una máquina para respirar.
"A pesar de que no nos alegra enjuiciar a agentes federales, somos responsables por cada persona en Estados Unidos, bien sea ciudadano, bien si está aquí legalmente o ilegalmente. Cada persona en este país está protegida por la Constitución", dijo en conferencia de prensa el fiscal Michael Shelby.
Los tres agentes fueron encontrados culpables de negar deliberadamente atención médica inmediata a Olvera y uno de ellos fue declarado culpable del cargo de utilizar fuerza excesiva al rociar al inmigrante con gas pimienta.
De acuerdo con el testimonio presentado durante el juicio, que tuvo lugar en la corte federal de Houston, los agentes Louis Rey Gómez, de 37 años; Richard Henry Gonzáles, de 37 años, y Carlos Reyna, de 43 años, entraron a una casa en el poblado de Bryan, Texas, a una hora al sur de Houston, y arrestaron a más de 20 indocumentados.
En el arresto, el agente Reyna sometió a Olvera con la rodilla sobre el cuello. Posteriormente los agentes, ignorando los gritos del mexicano, que yacía esposado en el suelo, le ordenaron que se levantara para entrar a la camioneta.
Olvera no se levantó y fue cargado por dos de los agentes hasta el vehículo, donde fue rociado con gas pimienta. De acuerdo con el testimonio de uno de los indocumentados detenidos en la redada, al llegar a la cárcel los oficiales ofrecieron comida a dos de los inmigrantes para que bajaran a Olvera de la camioneta.
Pasaron más de cinco horas hasta que Olvera fue llevado a un hospital para recibir atención médica.
La defensa de los oficiales argumentó que los agentes pensaron que Olvera estaba fingiendo la lesión.
Eduardo Ibarrola, cónsul general de México en Houston, indicó que el veredicto manda un claro mensaje "de no tolerancia a la impunidad y de no tolerancia a aquellos oficiales que violan los derechos de las personas cuando aplican la ley, aun cuando estas personas sean indocumentadas".
"Este es un caso histórico, tiene una trascendencia fundamental", dijo Ibarrola.
María Jiménez, activista que por más de 16 años ha trabajado en favor de los inmigrantes indocumentados en Estados Unidos, dijo a La Jornada que este es el primer caso en que una corte estadunidense falla en contra de agentes de la ley en un proceso en el que la víctima es un inmigrante indocumentado. "Este caso es histórico, porque yo tengo 16 años viendo este tipo de casos y es la primera vez que he visto un veredicto favorable", indicó.
Los agentes serán sentenciados el 17 de septiembre, cuando podrían ser condenados a 10 años en prisión y recibir multas por 250 mil dólares, salvo en el caso del agente Gonzáles, quien podría ser condenado a permanecer 20 años en prisión y recibir una multa por 500 mil dólares.
Ibarrola agregó que hay una demanda civil en el caso de Serafín Olvera, la cual se interpuso en la ciudad de San Antonio, donde trabajaban los tres oficiales migratorios. Con dicha demanda, la familia Olvera podría recibir una compensación económica. Olvera vivía en Bryan, Texas, donde se dedicaba a la reparación de tejados. A su muerte dejó a cinco hijos de 18, 17, 15, 14 y 12 años.
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