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México D.F. Jueves 12 de junio de 2003

Hurras mutuas de los automovilistas que lo estrenaron y los fatigados trabajadores

Abre el distribuidor vial con una oración fuera de programa

"Dios bendiga esta obra que ha recibido cientos de mentadas de madre", pide el padre Nacho

SUSANA GONZALEZ Y LAURA GOMEZ

Desde las cuatro de la mañana decenas de automovilistas y taxistas esperaban la apertura del distribuidor vial San Antonio, estacionados sobre las avenidas y calles aledañas a los cuatro accesos, intercalados entre patrullas y camionetas de la policía.

Pero la obra de 950 millones de pesos tuvo un retraso de casi cuatro horas para su apertura total a la circulación vehicular.

Los automóviles que estrenaron la controvertida obra ingresaron por Benvenuto Cellini hacia Tintoreto y viaducto Río Becerra a las 6:25, mientras el resto de los accesos fueron abiertos de manera escalonada: a las 6:30 el tramo Leonardo Da Vinci-Tintoreto; a las 7.05 el de San Antonio e Indiana, y hasta las 9:45 el paso desde Río Becerra.

La noche y madrugada no fueron suficientes para ultimar detalles y aún en la llamada hora cero los hombres de la construcción no cesaban de trabajar bajo los primeros rayos del sol: unos arrojaban chapopote y cemento para cubrir baches, mientras otros colocaban barandales de protección. Faltaban postes de iluminación, en varios tramos no se pintaron las líneas de división de carriles y al menos un par de letreros de señalización tenían aún el plástico negro. Además, fuera del distribuidor, el polvo y los hoyos, así como tabiques, basura, tambos de protección vial e incluso algunas de las plantas destinadas a embellecer la base de la obra, abundaron en las avenidas Revolución, Alta Tensión, Patriotismo y Periférico, y varias calles permanecieron cerradas.

A falta de ceremonia oficial hubo bendición por el padre Nacho, quien se dijo sacerdote guadalupano dedicado a atender drogadictos y alcohólicos: "Dios bendiga esta obra monumental que ha recibido cientos de mentadas de madre, pero que hoy es un homenaje para el pueblo mexicano. Esperamos que no haya accidentes y Dios cuide a la gente que la utilice", pregonó en la entrada de San Antonio e Indiana, mientras mojaba el pavimento y al desmañanado grupo de vecinos, reporteros, policías, los pollos de Radar Vial y hasta cómicos de televisión.

Abiertos todos los accesos y tras casi nueve meses de gestación, el distribuidor cumplió su objetivo: la circulación por sus diferentes puentes fue más que rápida -en promedio tres minutos para atravesar cada ramal entre las horas pico de 7 a 9 de la mañana-, pero se atribuyó a que la mayoría de los automovilistas prefirieron utilizar vías conocidas.

Otros conductores madrugaron expresamente para estrenar el distribuidor y probar nuevas rutas hacia su trabajo, pero por la tardanza la expectación se convirtió en desesperación: "Nunca son puntuales, así no se puede. Yo calculé una hora por si me perdía en lo que conocía las entradas y salidas del distribuidor, pero ya me tengo que ir", lamentó la maestra Sara Estrada, que manejaba un vocho verde. Sólo aguantaron la espera quienes no tenían un horario que cumplir, como Leopoldo Favio Rodríguez, de 73 años de edad, acosado por los reporteros que pensaron sería el primero en ingresar al distribupadre-distribuidor-B_2idor, "porque no quise perderme esta experiencia".

Casi simultáneamente al estreno del puente de San Antonio: un Neón gris, matrícula 737-PNN, quedó varado a unos metros de haber iniciado el ascenso, ante la frustración de su conductor, Fabio Alejo, quien dijo haber llegado desde las cuatro de la mañana "para subir primero que nadie".

Las primeras violaciones al reglamento de tránsito estuvieron a cargo de un par de reporteros que subieron en una motocicleta, sin que lo impidiera ninguno de los 150 policías y 120 elementos de Radar Vial que permanecieron apostados en los cuatro accesos.

Por la tarde ocurrió el primer accidente: un motopatrullero derrapó al perseguir a un motociclista civil. El oficial resultó con fractura de clavícula por lo que fue hospitalizado. El infractor fue detenido y trasladado a la agencia investigadora 45 del Ministerio Público.

Los fatigados invitados de honor

Al retraso en la apertura se sumó otro inconveniente: cuando se dio el banderazo de salida ordenado por las autoridades en el acceso de Benvenuto Cellini, pocos automovilistas pudieron pasar porque el ingeniero Alberto Tejeda, de la empresa Triada, ordenó cerrarlo por razones de seguridad, debido a que todavía había trabajadores en la parte superior de ese tramo.

Su llamado no fue atendido, pero se pudo constatar que más de 150 trabajadores -entre albañiles, soldadores, varilleros, pintores, fierreros y pavimentadores- continuaban laborando en cuadrillas repartidas a lo largo de los 6.4 kilómetros de ida y vuelta de los puentes.

Ellos, quienes iban a ser los invitados de honor del gobierno capitalino en la frustrada inauguración del primero de junio, llevaban más de 24 horas de trabajar ininterrumpidamente: "Desde ayer, como a las dos de la tarde, nos pidieron que nos quedáramos para terminar el trabajo, pero nos atrasamos por la lluvia y una fuga de agua que se reparó en la madrugada, así que orita es imposible que acabemos en 20 minutos", se quejó el soldador César Gómez. "Ayer nos gritaron y regañaron como nunca. A cada rato los ingenieros nos apuraban, estaban muy nerviosos", balbuceó su compañero albañil Francisco Cruz.

También hubo desvelo y tensión entre los funcionarios responsables de la construcción: Claudia Sheinbaum, secretaria de Medio Ambiente, así como los directores del Sistema de Aguas de la ciudad de México, Antonio Dovalí, y el de Servicios Urbanos, Francisco González, montaron guardia en la obra desde la tarde del martes.

Los trabajadores fueron el comité de recepción del primer grupo de automovilistas que ingresaron por San Antonio, a quienes lanzaron vivas y saludaron con las manos en alto, pese a su evidente agotamiento; a cambio, recibieron un concierto de fanfarrias con claxonazos y los pulgares en alto.

Pero el improvisado festejo y descanso de los trabajadores duró unos instantes, porque empolvados y arrastrando pies y herramientas tuvieron que desplazarse hacia el tramo de Río Becerra, para continuar la colocación y soldadura de parapetos.

Arriba, la mayoría de los automovilistas, entusiasmados por lo despejado de los puentes y la ausencia de policías, aceleraron a más de 80 kilómetros por hora, pese a la grava que se desprendía del encarpetado y a que el límite de velocidad es de 60 kilómetros -so pena de ser multados con mil cien pesos-, pero en el segundo piso ocurrió lo contrario: disminuyeron la velocidad para disfrutar el panorama de la ciudad.

Abajo nada cambió. Periférico, Patriotismo, Revolución y Viaducto estuvieron pletóricos de automóviles. La minoría, principalmente taxis sin pasajeros que se atrevieron a desplazarse por el monstruo de concreto, fueron seguidos con la mirada por pasajeros de microbuses y camiones y gente que salía de la estación San Antonio del Metro y otros que desayunaban tamales y tacos de guisados en la calle.

"A nosotros no nos toca, ya ve que no dejan subir a los peseros, así que para verlo, pues sólo en taxi o en aventón, Ƒno?", se lamentó Armando Segovia en un parabús, mientras una trabajadora doméstica comentó: "Ojalá nos dejaran caminar otra vez por los puentes, como el otro domingo; un día a la semana estaría bien".

En bata, pantuflas y pants, despeinados, pero con cámaras de video y fotográficas "para grabar este momento", decenas de vecinos madrugaron, y esta vez no hubo quejas, reclamos y críticas por el polvo, el ruido, la invasión de la intimidad, el deterioro físico y la depreciación inmobiliaria de sus viviendas, aun cuando los coches corrían a unos metros de las ventanas de sus casas. "šEsta es una gran obra! šDios la bendiga! Va a agilizar la circulación y aumentará la plusvalía de nuestras casas, aunque durante meses no hayamos tenido una jarra de agua limpia", gritaba sollozante la señora Elvira Leño, trepada sobre una de las vallas.

De acuerdo con el reporte final de las autoridades, ayer circularon 50 mil vehículos en el distribuidor vial. Cabe mencionar que desde las 4 de la mañana había conductores en espera de que se abriera al tránsito.

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