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México D.F. Jueves 12 de junio de 2003

Investigador argentino señala que 25 millones de personas viven de producir cultura en AL

Ver a la artesanía sólo como factor económico, gran error de nuestro siglo

Los planes oficiales tratan al arte popular como un "cesto donde tirar la pobreza": Carlos Mordó

Hace un llamado a resistir las procesos del mercado que buscan homogeneizar esta expresión

ARTURO CRUZ BARCENAS ENVIADO

Morelia, Mich., 11 de junio. El antropólogo argentino Carlos Mordó tiene la buena fama de ser un rebelde, de llevar la contra por antonomasia en la teoría y la práctica de su especialidad académica, de más de 35 años de experiencia. Entrevistado en el marco del Congreso Iberoamericano sobre Patrimonio Cultural, Desarrollo y Turismo, que concluyó ayer aquí, con la participación de 300 ponentes, expuso cómo se puede analizar el mundo tomando a las artesanías como punto de referencia.

"La artesanía se puede entender como patrimonio intangible y como industria cultural; este último es un concepto relativamente nuevo. La industria cultural no es de masas, sino que hace que la cultura se convierta en mercancía sin dejar de ser cultura. En América Latina existen 25 millones de artesanos; México tiene 10 millones; Brasil, 6 millones; Guatemala, un millón. Son 25 millones de personas que están produciendo cultura.

"Esto implica que hay 150 millones de personas, no menos, si se considera a las familias, que viven de la producción de bienes culturales y del arte popular. Considerar a la artesanía sólo desde el punto de vista económico me parece que ha sido el gran error de nuestro siglo. Me refiero a esta tendencia a considerarla como un bien de consumo y de servicios."

Crisis en el sector

Otra de las grandes crisis de este siglo es que la política cultural, de Estado, agregó el antropólogo, ha usado a la artesanía "como un cesto donde tirar la desocupación y la pobreza, acrecentando un sector que ya de por sí es marginado, que ya está en el nivel de pobreza y que ha sido abandonado como sector productivo. También, estas políticas globalizadas -entre paréntesis, entre comillas, porque no creo en la globalización, sino en la mundialización y en la interculturalidad- han hecho que se piense que la artesanía puede tener espacio de desarrollo.vendedoras

"No todas las comunidades indígenas pueden tener acceso al turismo con buenos resultados, no todas las comunidades artesanales pueden vivir del turismo.

"Si se piensa en el ingreso del turismo per capita y en lo que gasta cada turista en artesanías o en arte popular, la incidencia económica, la renta anual, no es de supervivencia. Es más importante que haya políticas integrales de desarrollo, que se apoye a los artesanos, pero que se acabe el clientelismo, el paternalismo y el asistencialismo. Muchos de los programas de desarrollo lo único que hacen es entusiasmar a las comunidades para producir y después las dejan abandonadas.

"El Estado tampoco puede hacerse cargo del sector; tiene que promocionarlo, darle nivel, sacarlo al mundo, a la calle, pero no lo puede cubrir. El Fondo Nacional para las Artesanías (Fonart) trabaja con 6 mil artesanos, pero en México hay 10 millones. Entendamos estas proporciones. Es un sector dinámico, pero mal apoyado y que necesita sacar su imagen a la calle. Claro que hace falta capacitación y formación. Se trata de reconceptualizar, de entender que nuestras culturas están produciendo diversidad, no homogeneidad. Hay que tratar de evitar los procesos comprados del mercado global, que intentan que todas las artesanías sean iguales y respondan a las góndolas de los supermercados, que nuestra imagen dependa del consumo."

El antropólogo porta en su muñeca una pulsera tejida, de las millones que venden miles de personas en playas, pueblos, mercados. "Si sobrevivieron las artes populares en nuestro continente, y no pudieron ser destruidas, durante 500 años, es por su diversidad; reflejan la multiplicidad de culturas, enormes, trascendentes. La artesanía refleja la identidad de nuestros pueblos."

Mordó ha recorrido América más de una vez. La conoce desde su visión antropológica, no sólo como turista. "Damos -dirige la Comunidad Iberoamericana de la Artesanía, con sede en Argentina- cursos de formación, sobre todo para gerenciadores, para líderes de comunidades y cooperativas; im- pulsamos proyectos de desarrollo, pero también tratamos de romper con estos mitos de que la solución es única, de una sola receta. Cada comunidad indígena o sector urbano requiere de una estrategia que necesita salir de ellos mismos, de abajo para arriba, y no dirigida."

Dijo que los programas internacionales tampoco terminan de ayudar definitivamente a las comunidades. "Si no hay una dinámica local, interna, si la necesidad no surge de las propias comunidades, lo mismo que el proyecto, nada sirve. Pasan cinco años y al regresar los vemos que están peor que antes. Debemos decir no al clientelismo, al paternalismo. Se entiende a la artesanía como un recurso único, y no es cierto. Todas nuestras comunidades han tenido a la artesanía como una parte complementaria de su supervivencia, pero para qué sirve el desarrollo artesanal sin acceso a la educación, a la salud, a la vivienda, sin acceso a los mercados."

Ve como algo triste que en sus 35 años de estudioso de las artesanías se hayan perdido muchos procesos de producción, pero "a mí no me preocupa la artesanía en sí, ni el arte popular en sí, sino la calidad de vida de nuestra gente."

-Hay personas que consumen arte y no regatean el precio de un cuadro, por ejemplo, pero a los artesanos siempre se les exigen rebajas y rebajas.

-Hemos aprendido muy mal las leyes de mercado. En América Central, la mecánica de mercados es muy anterior a la Conquista; era el eje del comercio de nuestras comunidades, pero no sólo eso. Era una relación social, de intercambio, de socialización. Cualquier relación de mercado establecía entre el comprador y el vendedor una sintonía, una difusión, un intercambio cultural. Cuando nosotros, desde Occidente, de esta cultura mal aprendida, nos apropiamos de esa mecánica de mercado entendimos que el regateo era una manera de bajar el precio, de menospreciar al productor.

"Nosotros no intercambiamos. Olvidamos que cuando vamos a un mercado popular y el productor nos pide un precio está esperando dialogar, que le contemos quiénes somos, y lo mismo él, quiere decirnos quién es. Por el otro lado está la gran mercantilización de la cultura, en la cual lo que vale es el objeto, y no lo que éste transmite. Lo que la gente debe entender es que cuando está comprando una pieza de artesanía está comprando un pedazo de una de las culturas de nuestros pueblos.

"Hay una dinámica perversa. Más aún: hemos concebido a la artesanía no sólo como un arte pobre, no sólo como una industria de la pobreza. Otro tema es el del arte menor, que es una lectura desde Occidente. Pensamos en esas tendencias de la moda, del consumo, y vienen los grandes diseñadores a decir que por qué no cambian estos artesanos y hacen lo que pide la tendencia. Nos olvidamos que nuestra historia del arte es mucho más potente que la historia del arte de Europa, que América puede generar su propia tendencia y tiene una trascendencia de más de 15 mil años.

"ƑPor qué nosotros no vamos a imponer modas? ƑPor qué, si nuestro potencial artístico es tan potente? Hay diseñadores que se enojan conmigo, pero a ellos no les interesa ni la identidad, ni el origen, ni la técnica, ni la materia prima, ni la sabiduría. Les interesa el objeto en sí desprovisto de todo. Para nosotros nuestro arte y cultura populares no son el objeto, sino quienes los hacen."

-ƑCómo relaciona el tema de las artesanías con el turismo?

-El turismo es una de las grandes industrias del milenio, dinámica, potencial, que está ayudando y salvando a muchos países, aportándoles ingresos. Pero hay riesgos; hay que detectarlos y manejarlos implica tener una conciencia absoluta y plena de cuáles son los objetivos de cada país para preservarse, no digo conservarse, que es algo estático. Los procesos son dinámicos. El consumo cultural en gasto es pequeñísimo. El turismo hotelero obliga a consumir adentro y no en las comunidades.

"Debemos hacer que el turista conozca nuestras culturas y salga de su refugio."

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