México D.F. Viernes 13 de junio de 2003
Franco "aguantó las presiones yanquis";
mantuvo las relaciones con Cuba, recuerda
Aznar, "fascista"; Berlusconi, "bufón burlesco":
Fidel Castro
Cientos de miles de personas marcharon en La Habana
como respuesta a las sanciones europeas
Hay que tener estómago para reunirse en las cumbres
con seres repugnantes como Menem, dijo
GERARDO ARREOLA CORRESPONSAL
La Habana, 12 de junio. Relajado, sarcástico,
gesticulante y coloquial durante unas tres horas en la cadena nacional
de radio y televisión y luego al frente de una marcha de cientos
de miles de personas, Fi-del Castro estimuló tácitamente
entre el miércoles y el jueves al gobierno de España a romper
relaciones diplomáticas con Cuba.
Durante unas 25 horas, casi sin parar, La Habana disparó
metralla de propaganda en respuesta a las sanciones diplomáticas
que la semana pasada anunció la Unión Europea (UE) contra
la isla.
Pero
la descarga de fusilería se fue decantando contra los gobiernos
de España e Italia, con el fuego concentrado en la figura del "führercito
del bigotico", como Castro llama reiteradamente al presidente del gobierno
español, José María Aznar.
El ciclo se abrió en la mañana del miércoles
cuando la radio y la televisión nacionales difundieron en vivo la
declaración que leyó el canciller Felipe Pérez Roque.
Concluyó hoy cuando los últimos manifestantes,
con banderitas cubanas en alto, corearon la versión larga de La
Internacional frente a la sede diplomática española,
en la antigua ciudad colonial, de cara a los fuertes que un día
defendieron el poder de Castilla.
Arrogancia y prepotencia
A lo largo de esa jornada, en ex-tenso, en síntesis
o en exégesis, el mensaje retumbó con redobles en la radio
y la televisión. Entrada la noche, el presidente cubano habló
en vivo en cadena nacional.
Aunque la respuesta formal es a la UE, el líder
cubano subrayó que hay responsables principales ("no todos los países
ni todos los embajadores han tenido igual actitud").
Entre otros temas sueltos y va-riados, Castro entiende
que la re-ducción de visitas oficiales de la UE a Cuba tiene su
lado favorable: "Nos ahorramos la arrogancia y la prepotencia de algunos"
(...) "nuestro mayor placer es conversar con nuestra gente, del tercer
mundo, con los africanos, los latinoamericanos que no sean lacayos de ese
imperio" (...) "hay que te-ner estómago a veces para reunirse con
ellos en una de esas cumbres que repugnan".
Al parecer habla de las reuniones iberoamericanas, porque
vuelve al tema, quizás anunciando su renuncia por tiempo indefinido
a esas citas anuales: "Me da la tranquilidad de que me voy a desaparecer
de las cumbres esas".
Un caso repugnante de esas ocasiones, recordó entonces:
el ex presidente argentino Carlos Menem.
Pero Aznar estaba en la mira. Castro se burló de
su corta estatura y de su bigote. En la escalada verbal, el líder
cubano terminó elogiando a Francisco Franco (1892-1975), el implacable
dictador que gobernó España con puño de hierro desde
el fin de la guerra civil (1939) hasta su muerte: 36 años.
Aznar, dijo Castro, es fascista, como Franco. Pero aquél
se inclinó ante la potencia hegemónica. Este "fue más
astuto: maniobró, evitó involucrarse y mantuvo un asombroso
nivel de tenacidad en las relaciones con Cuba" (...) "aguantó las
presiones de los yanquis" (...) "era un fascista que te-nía sentido
nacional, sentido de la dignidad y talento; no se dejó arrastrar
por (el dictador italiano de la época, Benito) Mussolini".
Castro gratificó a los biógrafos al invocar
elípticamente su sangre gallega (su padre, Angel Castro, era originario
de Galicia), como la de Francisco Franco.
Contó, en aras de explicar la actitud del caudillo
hacia Cuba, que el grueso de los marinos españoles muertos en la
batalla de Santiago (decisiva en la guerra hispano-estadunidense de finales
del siglo XIX) eran de El Ferrol, la población de origen del generalísimo.
El hilo conductor de este tramo es que Franco pasa la
prueba del ácido de la difícil relación con Cuba.
Aznar no.
A la decisión de los europeos de limitar sus viajes
de primer nivel, bajar el rango en actos culturales comunes e invitar a
los opositores cubanos a sus cocteles principales, Castro replicó:
ningún funcionario del gobierno cubano asistirá a acto oficial
de la UE; ninguno de sus embajadores será invitado a acto oficial
del gobierno de Cuba, y "si su misión es tener relaciones con mercenarios,
realmente sobran".
Quince embajadores en La Ha-bana se quedaron sin piso.
O quizá más, si se toma en cuenta que la declaración
de la UE sobre Cuba, del 5 de junio, fue respaldada por los países
en trámite de ingreso (Chipre, República Checa, Estonia,
Hungría, Letonia, Lituania, Malta, Polonia, Eslovaquia y Eslovenia),
los asociados (Bulgaria y Rumania) y los del Acuerdo de Libre Comercio
Europeo (Suiza, Islandia, Liechtenstein y Noruega).
Castro dijo que los contactos de los diplomáticos
destacados en Cuba con opositores equivalen a que la gente de Osama Bin
Laden se instalara en Estados Unidos y fuese recibida en las embajadas
en Washington, o a que las misiones extranjeras en Madrid invitaran a los
etarras a sus saraos.
"No tenemos ninguna obsesión por las relaciones
diplomáticas -dijo -. Nada nos quita el sueño."
Casi al empezar este jueves el mandatario habló
de la marcha que en unas horas más tarde pasaría frente a
la sede diplomática española. Con una sonrisa evocó
un futuro hipotético: "Si esa em-bajada permanece ahí".
Confirmó que denunciará el convenio por
el cual Cuba y España sostienen en común un centro de cultura
española en La Habana, y anunció que su gobierno se hará
cargo de la difusión "de la verdadera cultura española".
Todavía tuvo munición para Silvio Berlusconi,
primer ministro italiano, a quien le encontró gran parecido físico
con Mussolini.
Igual que el líder fascista de la Segunda Guerra
Mundial, dijo Castro, el actual jefe de gobierno es "burlesco, bufón".
Deberían llamarle "Burlesconi", y así lo llamó durante
el resto de la transmisión.
Más de un millón de marchistas
A
las 7:30 de la mañana de este jueves la banda de guerra del estado
mayor general de las Fuerzas Armadas Revolucionarias (FAR) rompió
la marcha, en el Malecón de La Habana, y enfiló rumbo al
casco antiguo de la capital.
Pasó la columna frente a la em-bajada española,
mientras en la azotea su personal diplomático observaba. Al centro
de la descubierta iba Castro, junto a Carlos Lage, cabeza del equipo económico,
y al canciller Pérez Roque.
A la misma hora, unos 15 kilómetros al oeste, en
la Quinta Avenida, la espléndida vía que cruza la zona residencial
de Miramar, el general de ejército Raúl Castro, hermano menor
del presidente y ministro de las FAR, caminó al frente de otra columna,
que pasó frente a la embajada de Italia.
Los manifestantes no habían dormido. Se reunieron
en la ma-drugada. Venían de barrios de la ciudad y de pueblos de
la vecina provincia de La Habana, el cinturón agrícola de
la capital, a bordo de miles de autobuses.
Hoy fue feriado laboral y no hu-bo clases en esta región
de Cuba. La maquinaria estaba aceitada. A la hora de la caminata los contingentes
estaban ordenados y listos.
Bajo el sol picante de la mañana la gente llevaba
carteles con la fi-gura de Aznar como Hitler, y la de Berlusconi como Mussolini.
Az-nar, con cuernos y suásticas; Berlusconi, con casco fascista.
Se escribió y se gritó todo lo que ayude
a esas equivalencias, todo lo que ayude a corroer esas dos figuras políticas.
En las dos concentraciones marcharon más de un
millón de personas, dijeron los locutores de radio y televisión.
La caminata compacta duró casi tres horas.
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