México D.F. Domingo 15 de junio de 2003
REPUBLICA DE PANTALLA
Jenaro Villamil
La guerra de los espots... y de las telenovelas
Las elecciones como vía de transferencia de recursos
a la pantalla
Acceso a la información, el comienzo de un cambio
paulatino
EL UNICO PUNTO CLARO que ningún partido
o gobierno ha denunciado en este proceso electoral federal es que los auténticos
ganadores de la guerra de los espots partidistas y de la publicidad oficial
en medios electrónicos serán las estaciones concesionadas
de radio y televisión. Enfrascados en denunciarse unos a otros por
la transmisión de promocionales (PRI y PRD contra la Presidencia
de la República; ésta, a la defensiva, evadiendo su responsabilidad
para suspenderlos; el PAN respaldando los anuncios foxistas y contra los
del PRI-PVEM, y en esta semana, todos los partidos "escandalizados" por
la transmisión de un mensaje con la figura de Andrés Manuel
López Obrador), ninguno de los partidos ha demandado que se transforme
este esquema de mercantilización en las campañas en medios
electrónicos que, a pesar de los más de 4 mil millones de
pesos que los partidos destinarán a la compra de espacios en las
más de mil 200 estaciones concesionadas, no garantizarán
mayor participación ciudadana.
POR EL CONTRARIO, se calcula que el índice
de abstencionismo puede rebasar 40 por ciento del padrón, pese a
que existen 11 partidos políticos y que el Instituto Federal Electoral
(IFE) desarrolla una campaña para alentar el voto.
ESTA
GUERRA DE los espots tiene un alto costo para la nación y es
derivada del decretazo del 10 de octubre de 2002 que redujo de 12.5
a 1.25 por ciento los tiempos fiscales y no generó ninguna obligación
de las televisoras y las estaciones de radio a destinar tiempo-aire sin
costo para las campañas políticas. La industria privada se
ha escudado en un argumento para no destinar mayor espacio a la promoción
del voto y a la contienda electoral: "los comicios no generan rating".
Por supuesto, no son como la competencia obsesiva por telenovelas de vieja
factura como Amor real y Mirada de mujer, el regreso, ni
tampoco son los reality shows que los productores de Televisa y
Tv Azteca quisieran, pero, a pesar de eso, generan una sangría de
recursos públicos hacia las estaciones concesionadas que a ningún
dirigente político parece alarmar.
LAS ELECCIONES FUNCIONAN como vía de transferencia
de recursos públicos a empresas privadas, en particular a dos consorcios
televisivos, sin garantizar el derecho a la información y mucho
menos la calidad en el debate democrático. Ciertamente, ya no son
las épocas de desigualdad informativa que caracterizaron a los telenoticiarios
durante la era priísta, a cambio la democracia mexicana funciona
como una especie de "pago por politizar". Y, hasta eso, la politización
no se ha logrado mediante la mercadotecnia televisiva de los partidos que,
en general, saturan al ciudadano e inhiben la participación informada.
Las encuestas revelan que, pese a los miles de millones de pesos destinados
a la pantalla, ninguno de los tres partidos principales dará el
"gran salto electoral". Resulta paradójico que una estación
pública como Canal 11, que recibe mucho menos recursos de los partidos
que Televisa o Tv Azteca, tenga una cobertura electoral más equitativa
y con mayor tiempo-aire.
EL SUBSIDIO A LAS televisoras privadas es alentado
por la Presidencia de la República y no pocos gobernadores. Una
muestra: tan sólo durante mayo se transmitieron 3 mil 567 espots
con la imagen de Vicente Fox hablando en primera persona del mundo feliz
que él gobierna a un costo de 407.6 millones de pesos, según
un estudio de Berumen y Asociados. Durante ese periodo, PAN, PRI, PRD y
PVEM difundieron 3 mil 18 mensajes (menos que los de la Presidencia) a
un costo casi igual. Hasta Fox reconoció hace poco en un chat
con la BBC que, a pesar de la enorme cantidad de recursos que su gobierno
destina a publicitarse, su partido no logrará la mayoría
legislativa necesaria.
MAS CIFRAS DEL mercado de las campañas mediáticas:
A) EL TOPE DE gastos de campaña para los
300 distritos electorales uninominales es de 254 millones de pesos por
partido. Ochenta y cinco por ciento de estos recursos, según reconocen
partidos y candidatos, se han destinado a la televisión y la radio
en el pago de promocionales. La voraz maquinaria mediática ha hecho
que muchos partidos y candidatos se vean obligados a "rascarse con sus
propias uñas" para encontrar fondos para las campañas personales
y existen serias sospechas de que varias organizaciones han roto el límite
de gastos.
B) TAN SOLO ENTRE el 21 de abril y el 2 de junio,
los partidos destinaron 468.4 millones de pesos en espots para Televisa
y Tv Azteca, según cálculos del IBOPE. Televisa concentró
229.3 millones de pesos con 3 mil 581 mensajes y Tv Azteca recibió
239.129 millones con sólo mil 920 anuncios. Es decir, la empresa
de Ricardo Salinas Pliego, que tiene un promedio de 30 por ciento de la
audiencia nacional en televisión abierta, captó más
que Televisa por menos promocionales. Negocio redondo después del
asalto al Chiquihuite.
C) LAS DISPARIDADES ENTRE una estación y
otra son brutales. Por ejemplo, un solo espot de Vicente Fox ("México
pregunta, me jubilaron" se transmitió 17 veces en Canal 2 a un costo
de 3 millones 398 pesos y en Canal 40 el mismo anuncio se transmitió
36 veces por un costo de 556 mil pesos.
D) EN MAYO, la Presidencia de la República
gastó más que los partidos en anunciarse en la televisión.
Según denuncia del PRI, Vicente Fox apareció en 3 mil 567
mensajes que costaron 407.6 millones de pesos. Francisco Ortiz respondió
que no todo el tiempo-aire es pagado, ya que el gobierno federal tiene
derecho a 18 minutos diarios en pantalla, que representan 36 promocionales
de 30 segundos. "No son comerciales del Presidente, sino de todo el gobierno",
argumentó el coordinador de Opinión Pública de la
Presidencia. Sin embargo, resulta que Fox en tan sólo dos días
tuvo una exposición de 4 horas 19 minutos en espots televisivos.
Por supuesto, la mayor parte fue pagada.
E) A PESAR DE LOS enormes recursos destinados a
estos mensajes, los telenoticiarios sólo destinan un porcentaje
mínimo de su cobertura a la competencia electoral. En el caso del
Distrito Federal, de las 480 horas de transmisión de 15 programas
informativos entre el 19 de abril y el 23 de mayo, sólo seis horas
se destinaron a la cobertura de campañas, según el monitoreo
del IFE.
LAS TELEVISORAS TIENEN el "argumento" perfecto
para desentenderse de una mayor cobertura (no sólo por noticiarios
o programas "especiales" que se transmiten después de las 23 horas):
los comicios no generan rating. La industria concesionada de medios
electrónicos impone así un criterio que poco o nada tiene
que ver con una función de servicio. Quizá con la redición
de telenovelas que tuvieron éxito, Televisa y Tv Azteca pretendan
contribuir a la democratización del país. O tal vez La
hora pico (que tiene la mayor audiencia en la televisión privada)
deba convertirse en el modelo de debate político que la nación
requiere.
Ley de acceso, los desafíos
ENTRE EL JUEVES 12 y el viernes 13 de junio, el
Instituto Federal de Acceso a la Información contabilizó
poco más de mil solicitudes de información entre las más
diversas áreas y dependencias del gobierno federal. La indiferencia
inicial que marcó la entrada en vigor de la Ley de Acceso a la Información,
en Sinaloa (el primer estado en que rige una ley similar a la federal)
se pudo romper. Sin embargo, la auténtica prueba para este nuevo
instrumento se verá en los próximos 20 días, cuando
las dependencias respondan a las solicitudes y se genere una dinámica
que, efectivamente, rompa con la cultura de la "secrecía" y la discrecionalidad.
No obstante, en los próximos meses el verdadero
desafío para el inicio de una nueva cultura de acceso a la información
pasará por los siguientes pasos:
1. LA INFORMACION pública deberá
convertirse en un instrumento del desarrollo social. Una ley de acceso
no es un simple adorno para que el gobierno federal tenga una estrella
más ante los organismos internacionales, sino para que el ciudadano
pueda tomar mejores decisiones en todos los ámbitos de su vida (¿cuáles
son las mejores escuelas?, ¿cómo acceder a mejores servicios
de salud?, ¿cómo encontrar un empleo digno, no sólo
a través de "Chambatel"?, etcétera). Para eso se requiere
de ordenamientos estatales y municipales que conciban la información
como bien público.
2. EL MEJOR Y mayor acceso implica enfrentar las
desigualdades existentes en términos de información y conocimiento
en una nación con tantas disparidades. Es claro que los primeros
beneficiarios de una ley de este tipo pueden ser los consorcios privados,
las instituciones y algunos medios. Sin embargo, el reto para todos (gobiernos,
universidades, empresas, organizaciones civiles, periodistas, los propios
institutos de acceso, principalmente) será democratizar estos beneficios.
Eliminar la brecha tecnológica y crear las condiciones para promover
por conducto de la información la pluralidad y la diversidad son
los pasos siguientes.
3. UNA LEY DE ACCESO no se agota en sí misma.
Requiere de otra generación de reformas y de prácticas que
van desde una legislación moderna de medios electrónicos
hasta modelos para promover una educación en la información.
El gran riesgo es que, si se aísla una ley de este tipo, el derecho
puede degenerar en privilegio o en pretexto para crear nuevos candados
de discrecionalidad y de corrupción.
POR LO PRONTO, LA obligación de la apertura
de los archivos públicos más la creación de unidades
de información y enlace con los ciudadanos es el comienzo de un
cambio cultural paulatino con grandes retos por delante.
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