México D.F. Miércoles 18 de junio de 2003
En su horizonte, relevos en liderazgos del CEN
y el Senado, así como menos curules
Seguir sometido al foxismo, riesgo panista
Sus encuestas le anticipan derrotas en Monterrey, Guadalajara,
León y gobierno de NL
JUAN MANUEL VENEGAS Y GEORGINA SALDIERNA
Las encuestas de la Presidencia de la República
y de Acción Nacional reflejan tendencias desoladoras: el partido
en el gobierno vería reducido su número de diputaciones federales,
perdería la gubernatura de Nuevo León y probablemente las
tres ciudades más importantes del país -luego del Distrito
Federal-, como son Monterrey, Guadalajara y León. Otro riesgo para
el panismo es que sus propuestas programáticas e incluso su institucionalidad
interna se vean opacadas y rebasadas por las necesidades del foxismo, que
hoy tiene sometido al partido entero.
"Ganar
el poder sin perder el partido", iniciativa que Felipe Calderón
Hinojosa lanzó en 1996, cuando buscaba el liderazgo nacional del
PAN, hoy parecería asomar como profecía. Y es que como resultado
de la imposición foxista, el blanquiazul enfrenta una sacudida
interna que hace tambalear su unidad y "disciplina institucional": en la
Presidencia y en el partido no son pocos los que adelantan las próximas
renuncias de Luis Felipe Bravo Mena a la dirigencia nacional y de Diego
Fernández de Cevallos a la coordinación de la bancada en
el Senado.
Para desgracia del panismo histórico y los postulados
que siempre defendió, hoy además depende, en mucho, de lo
que el presidente Vicente Fox Quesada pueda y le deje hacer para apoyar
su campaña, aceptan los funcionarios gubernamentales y partidistas
consultados. Aquí entra una variable que, aseguran, no podrán
medir sino hasta después del 6 de julio: la investigación
que sigue abierta por el polémico financiamiento de Amigos de Fox
y el impacto que tendrá en el electorado.
Sus sondeos, por lo demás, no difieren mucho de
los externos: de las seis entidades cuya gubernatura está en disputa,
tienen prácticamente perdidas Nuevo León, Campeche y Colima;
ubican una cerrada contienda en Sonora, y sus tendencias sólo dan
por "amarrados" triunfos en San Luis Potosí y Querétaro.
De las alcaldías en juego, los panistas encendieron
los focos rojos en Monterrey y Guadalajara, sin descartar el peligro
de perder León, ciudad donde nació en 1991 el foxismo; lugar
de origen del coordinador nacional de la campaña, Carlos Medina
Plascencia, y del dirigente nacional, Luis Felipe Bravo Mena, y lugar de
las mocedades políticas del fundador del partido, Manuel Gómez
Morin.
En cuanto a la elección nacional, públicamente
el PAN sólo muestra los escenarios que le dan ventaja, aunque mínima,
sobre el PRI. Según estas encuestas el partido tendría 42
por ciento de la votación; el PRI, entre 37 y 39, y al PRD no le
conceden más de 18 por ciento. "Quedará demostrado que el
sistema partidista en México es el de dos partidos y medio", sostiene
el vocero del Comité Ejecutivo Nacional (CEN) del PAN, Juan Molinar
Horcasitas.
Sin embargo, la información que no hace pública
apunta hacia un panorama en el que, por distrito, Acción Nacional
pasaría a segundo lugar después del PRI, reduciendo su número
de curules en San Lázaro de 207 actuales a "entre 190 y 195". El
PRI aumentaría su número de diputados de "209 a 215", en
tanto que al PRD lo ubican con una bancada que podría llegar a los
"80-90" legisladores, de los 54 con los que cerró la 58 Legislatura.
La crisis de las jefaturas regionales
La eventual derrota panista en estados y regiones que
históricamente fueron sus bastiones electorales tiene desde ahora
una explicación: más allá de los costos y el desgaste
que implica el ejercicio de gobierno, la Secretaría de Estudios
del CEN acepta que llegarán a julio de 2003 sin la fortaleza regional
que ha sustentado al partido en sus casi 64 años de vida.
En el libro Escenarios de la transición política,
de reciente edición, la historiadora Soledad Loaeza identificó
así la fundación y el crecimiento de Acción Nacional:
"Es un partido de regiones. ¿Qué es hoy? Un partido de notables
locales. No es una estructura que se haya logrado centralizar. No se puede..."
Así
fue hasta llegar al histórico triunfo foxista de 2 de julio de 2000.
Fox Quesada ganó la Presidencia de la República gracias,
en gran medida, a esa fortaleza regional que Acción Nacional alcanzó
sobre todo en las décadas de los 80 y los 90 en el centro y norte
del país. Rodolfo Elizondo en Durango, Fernando Canales en Nuevo
León, Francisco Barrio y Luis H. Alvarez en Chihuahua, Ernesto Ruffo
en Baja California, Adalberto Rosas en Sonora y Vicente Fox y Carlos Medina
en Guanajuato, todos bajo el liderazgo de Manuel J. Clouthier hicieron
valer la fuerza que les representó sus primeros triunfos electorales
y por fin, en los hechos, presencia nacional para gobernar en los años
90 a casi la mitad de los mexicanos.
Hoy esos personajes que fueron identificados como los
"neopanistas" ocupan el poder de la mano de Fox. Para explicar por qué
llegaron podría acudirse a una frase del actual mandatario: "Porque
nosotros sí sabemos ganar elecciones".
Lo paradójico es que así como llegaron al
poder, sabiendo ganar elecciones, descuidaron al partido, que hoy padece
la ausencia de cuadros y de liderazgos regionales que les permitan enfrentar
con ventaja el proceso comicial en puerta.
Barrio, actual candidato a diputado federal, acepta que
no existe más esa clase política -toda formada desde los
organismos empresariales- que "se echaba en hombros al partido".
Si en el espectro blanquiazul no se ven los sucesores
del grupo gobernante actual, menos se ven en el llamado panismo doctrinario.
Los representantes de esa co-rriente hoy se encuentran agazapados en puestos
menores y ajenos a las decisiones importantes que se toman en Los Pinos.
Desde la muerte de Carlos Castillo Peraza no hay quien
tienda puentes entre los grupos que históricamente han ocupado los
espacios del partido, relata por su parte el secretario de Estudios del
CEN y también candidato a diputado federal, Germán Martínez
Cázares.
Sin contrapesos, los foxistas se apoderaron del partido,
como quedó reflejado en el pasado proceso interno de selección
de candidatos a diputados por la vía plurinominal. Desde Los Pinos
se operó para imponer los intereses del jefe del Ejecutivo federal
y no hay decisión partidista que se tome sin que previamente pase
por las consultas de los hombres fuertes de Fox en el partido: Ramón
Muñoz Gutiérrez y Rodolfo Elizondo Torres.
Aun el otrora poderoso e influyente Fernández de
Cevallos fue derrotado en la disputa por las candidaturas, quedando fuera
uno de sus incondicionales, el ex procurador Antonio Lozano Gracia, quien,
por su formación, representaría -como gustan llamarle en
Los Pinos- al establishment blanquiazul.
Aunque se molesten, en corto no son pocos los panistas
que reconocen el poder de Ramón Muñoz y revelan que mediante
llamadas teléfonicas y reuniones, impuso ante los integrantes del
CEN a Francisco Barrio en la cabeza de las listas plurinominales, sugiriendo
desde ahora "la conveniencia" de que el chihuahuense sea el próximo
coordinador en San Lázaro, con todo el respaldo de la Presidencia
de la República.
Por si esto fuera poco, Marta Sahagún se ha convertido
-a la vista de los panistas- en otro factor de desplazamiento del partido
en algunos estados y municipios, donde la esposa del Presidente ha querido
intervenir desde la selección de candidatos hasta las campañas,
como ocurrió en las elecciones del estado de México celebradas
en marzo pasado.
Una dirigencia dividida
La eventual salida de Bravo Mena ha provocado que ya se
piense en posibles sustitutos, ubicándose a la cabeza Medina, a
quien por otra parte se le acusa de estar más interesado en tejer
las redes de su pretendida campaña presidencial (pues ni él
ni sus seguidores ocultan sus aspiraciones para 2006) que en organizar
el partido para los comicios de julio próximo.
Otro de los mencionados para ocupar el lugar que eventualmente
dejaría Bravo Mena es Elizondo, desde hace años miembro del
grupo más cercano a Fox.
Como sea el desenlace, tan es cierto que Bravo Mena está
convertido en un dirigente sólo revestido de formalidad, que la
negociación que ya inició el PAN para las reformas que le
interesan al Presidente las llevan directamente Barrio, Muñoz, Juan
de Dios Castro y Eduardo Sojo, este último otro de los más
destacados foxistas. A nivel de partido, Medina desplazó al líder
nacional de la organización electoral y de la influencia en la estructura
territorial panista que esto conlleva.
El futuro de Bravo Mena es tan incierto que algunos miembros
del CEN ironizan con su situación: "¿Y qué tal si
ganamos la mayoría absoluta? ¿Verdad que se quedaría?",
comentan respecto a un escenario que saben imposible de alcanzar.
A la fractura que se vive en la cúpula se suman
divisiones en la base, que provocaron la cancelación de convenciones
como mecanismo para elegir a los candidatos a diputados federales en los
estados de México, Jalisco, Chiapas y Guerrero. En total, el CEN
tuvo que designar candidatos en 111 de 300 distritos electorales.
Las divisiones panistas se han visto aderezadas con escándalos
de corrupción y altos salarios en los gobiernos municipales, malos
manejos administrativos, venta de candidaturas e inclusive un asesinato.
Por otra parte, en un esquema en el que Acción
Nacional se encuentra subordinado a los intereses del foxismo, integrantes
de la dirigencia aceptan que la agenda legislativa también estará
sometida a las necesidades de Los Pinos.
De esta manera se da por descontado que el debate en la
Cámara de Diputados estará dominado por temas como las reformas
energética, laboral y fiscal, y no por las propuestas del panismo,
entre las que destacan: la relección de legisladores y alcaldes;
evitar conflicto de intereses entre las actividades públicas y privadas
que realizan diputados y senadores; reducción en el número
de legisladores y en el costo de los comicios, y la creación de
un federalismo responsable.
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