Emilio Pradilla Cobos

El dilema del voto

Ante las críticas al curso político que ha seguido el Partido de la Revolución Democrática en el país, en particular en el Distrito Federal, hechas públicas en mis artículos y en el desplegado colectivo šNo renunciar al PRD, recuperarlo!, publicado el 5 de junio pasado, que firmé y cuyo contenido sigo suscribiendo, algunos se preguntarán cuál debe ser el sentido del voto el 6 de julio próximo. A título personal me permito exteriorizar algunas reflexiones al respecto.

El PRD sigue la estrategia electoral de ganar votos y posiciones mediante la aceptación de dirigentes recién salidos del PRI, por diversas razones, entre las que domina no haber logrado la candidatura oficial de su partido a algún puesto de elección. Entre ellos figuran operadores en fraudes electorales como el de 1988 u otros locales, personajes relevantes del gobierno de Salinas de Gortari y de gobiernos estatales que se caracterizaron por su represión a luchadores sociales militantes del PRD. En lugar de buscar el apoyo de los votantes a partir de las propuestas políticas de cambio desde la izquierda, el partido del sol azteca opta por acoger dirigentes y caciques del PRI para atraer sus votos cautivos, clientelares o corporativos. Así, la dirigencia perredista se nutre con personajes que lejos de impulsar el cambio democrático y de izquierda, en el partido y la sociedad, lo frenan introduciendo sus prácticas priístas y sus ideas conservadoras. Esta táctica entra en contradicción abierta con la política de alianzas en los estados, donde va a las elecciones con candidatos así seleccionados, en alianza hasta con el derechista Partido Acción Nacional para "sacar al PRI del gobierno", al tiempo que llama a priístas a entrar por la puerta grande de sus candidaturas. ƑPodemos votar por listas que incluyen personajes e ideas contra las que hemos luchado siempre, razón por la cual nos afiliamos al PRD en sus orígenes?

En el Distrito Federal se da la misma situación de candidaturas surgidas del priísmo y el centro conservador, y el sistema de selección de candidatos mediante encuestas comerciales abiertas a todos los ciudadanos, aplicadas sin reglas claras: violo los estatutos partidarios y dejo sin derechos políticos a los militantes. En ese proceso, rechazado por el Instituto Electoral del Distrito Federal y avalado con el peregrino argumento de "falta de tiempo" por el Tribunal Electoral, la Corriente de Izquierda Democrática, grupo de interés clientelar y corporativo, impuso la mayoría absoluta de candidatos, muchos de ellos sin calidad ni formación política para representarnos en los órganos legislativos o gobernarnos en las delegaciones.

No conocemos, y nos suponemos medianamente informados, de un programa o propuesta política del PRD para el Distrito Federal que podamos analizar; si lo hay fue elaborado para cumplir con la ley electoral, pero no se ha difundido a los ciudadanos; lo que domina es la publicidad personal y de imagen. Se nos dice que las propuestas son las del gobierno de Andrés Manuel López Obrador, por lo que se adoptó para el partido el calificativo de la esperanza que el gobernante local tomó para la ciudad, sin explicar la política que la materializaría. Como críticos de la política de López Obrador para la ciudad, por pragmática, contradictoria y equivocada en lo fundamental, por no compartir sus alianzas estratégicas con el gran capital, las capas adineradas y la jerarquía católica en función de un proyecto electoral personal -línea paulatinamente adoptada por el partido local y nacional-, porque no la consideramos enrumbada a la transformación de la capital en beneficio de las mayorías, ni de izquierda, no podemos asumirla cuando la postula el PRD-DF.

En esta situación, por principios y convicciones, no podemos comprometer nuestro voto por militancia o disciplina partidista; no podemos votar por candidatos del PRI u otras agrupaciones de centro y derecha recién llegados al PRD. Tampoco votaremos por los candidatos del PRI o el PAN. Nos quedan entonces pocas alternativas: abstenernos de votar como protesta contra la burocracia que domina al PRD, su política de selección de candidatos y los candidatos mismos, como parte de la lucha por recuperar al partido; votar sólo por algunos candidatos perredistas aislados que aún mantienen sus posiciones de izquierda; u optar por algún candidato independiente o ciudadano con calidad y propuestas democráticas y de izquierda, salido, como es la situación mayoritaria, de las filas del PRD por sus prácticas excluyentes y autoritarias. Hay todavía tiempo para tomar una decisión al respecto en función de lo que deseamos: una profunda transformación económica, social, política, ambiental y territorial de la capital y el país. Estamos conscientes de que un voto selectivo o una abstención crítica no hacen el cambio, pero muchos sí pueden inducirlo. Unas golondrinas no hacen verano, pero pueden anunciar su llegada.