México D.F. Sábado 21 de junio de 2003
Gabriela Rodríguez
Discriminación y poder
Si para un matrimonio las bodas de plata pueden representar la confirmación de un compromiso afectivo que va más allá de las pasiones, la celebración de la vigésima quinta Marcha del Orgullo Lésbico, Gay, Bi-sexual y Transgénero (LGBT) de este 21 de junio bien puede representar la confirmación del derecho a la felicidad de todo ser humano, más allá de la discriminación que han tenido que enfrentar quienes tienen una orientación sexual diferente a la heterosexual.
Con el lema "Vivan todas las formas de felicidad" el movimiento LGBT va al núcleo de la discriminación, uno de los más vergonzosos rasgos de nuestras sociedades. Porque ser aceptado es ser libre, y ser libre es ser feliz. Realizar los deseos es un derecho fundamental que todas y todos los seres humanos merecemos por el sólo hecho de haber nacido. La discriminación es una de las más pesadas barreras culturales que impiden la felicidad. Se trata de un instrumento de regulación social que implica un señalamiento para separar simbólicamente de la sociedad global a la persona o grupo y para que no cause mayor agravio social a manera de castigo ejemplar.
Recordamos a una de nuestras más ilustres representantes de la comunidad LGBT de México, sor Juana Inés de la Cruz: "Aquellas cosas que no se pueden decir, es menester decir siquiera que no se puede decir, para que se entienda que el callar no es no saber qué decir, sino no saber en las voces lo mucho que hay que decir".
El peso de la discriminación por raza, nación, religión, edad, sexo, enfermedad o deformación o por orientación sexual recae en cualquier persona o grupo, independientemente de su posición social, pero las personas o sectores sociales subalternos reciben mayor rechazo social; los grupos dominantes ideologizan la situación para restigmatizarlos.
Castigar a quienes se atreven a ser felices sigue siendo una manera de someter a las masas, que deben conformarse con las precarias condiciones que las políticas económicas nos imponen. Por eso son tan importantes los derechos humanos en las contiendas electorales. Y por eso los partidos conservadores incluyen en su agenda de campaña la discriminación a las mujeres y hombres que al tomar decisiones ejercen sus libertades. De ahí el valioso servicio que ofrece la jerarquía católica a la campaña del PAN: toda vez que discriminar a los homosexuales en pleno siglo XXI no es políticamente correcto, cardenales y obispos se encargan de hacerlo abiertamente para desacreditar a los partidos de izquierda.
Pero la homofobia y los discursos de odio a los homosexuales no sólo hacen ganar votos a Acción Nacional, también son causa de violencia y hasta de homicidios:
En Sonora acaban de asesinar a Jorge Armenta, candidato a regidor local por el partido Convergencia. De acuerdo con los líderes de la Comisión Ciudadana contra Crímenes de Odio por Homofobia "se puede aseverar que este asesinato es un crimen de homofobia que puede tener tintes políticos, mientras las autoridades no demuestren lo contrario." En esta entidad también se ha asesinado a poetas gay, y otros líderes del movimiento y las organizaciones civiles han registrado que en dos años se han cometido 22 crímenes por homofobia contra mujeres de Nogales, Agua Prieta, Obregón, Guaymas y San Luis Río Colorado.
En el Distrito Federal un grupo de 12 jóvenes, incluyendo dos mujeres, fueron brutalmente agredidos el pasado 30 de mayo afuera del Bosque de Aragón al grito de "Aquí sólo Voca 10. A la chingada, pinches putos y lesbianas".
Y en Chiapas siguen impunes los 36 crímenes por homofobia ocurridos entre 1991 y 1993.
No todo es tragedia, la nueva oleada conservadora es también respuesta a los avances recientes de diversos movimientos progresistas.
El pasado 10 de abril (šZapata vive!) en la Cámara de Diputados se aprobó la Ley Federal para Prevenir y Eliminar la Discriminación, importante herramienta para la defensa de los derechos humanos. En su artículo cuarto dice a la letra: "Se entenderá por discriminación toda distinción, exclusión o restricción que, basada en el origen étnico o nacional, sexo, edad, discapacidad, condición social o económica, condiciones de salud, embarazo, lengua, religión, opiniones, preferencias sexuales, estado civil o cualquier otra, tenga por efecto impedir o anular el reconocimiento o el ejercicio de los derechos y la igualdad real de oportunidades de las personas".
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