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México D.F. Sábado 21 de junio de 2003
Se inauguró una exposición que
abarca de la época prehispánica a la actualidad
Recorrido histórico por la cultura del maguey
y el pulque en Teotihuacán
Las pulquerías están en riesgo de desaparecer;
en 1998 sólo quedaban 80 en el DF
ANGEL VARGAS ENVIADO
Teotihuacan, Mex., 20 de junio. ¿Sabía
usted que, según la leyenda, la caída de Tula comenzó
cuando le fue tendida una trampa a Quetzalcóatl para que se embriagara
con pulque y perdiera así las virtudes de su castidad; o que, durante
la época colonial, la licencia para abrir una pulquería sólo
era concedida como una gracia otorgada por el rey; o que, en ese mismo
periodo, los castigos que se dictaban contra las personas que adulteraban
el pulque era tirarles la bebida y 50 azotes, y, en caso de reincidir,
la sanción llegaba incluso al destierro por cierto tiempo?
Los anteriores son algunos de los datos que puede uno
conocer en la exposición temporal El pulque: agua de las verdes
matas, abierta desde anoche al público en el Centro de Estudios
Teotihuacanos, ubicado frente a la zona arqueológica, donde concluirá
el próximo 19 de octubre.
Fenómeno urbano
El
propósito de la muestra -explica el arqueólogo Jesús
Torres Peralta, responsable de ese centro de estudios- es ofrecer una visión
general sobre la cultura del maguey y el pulque, cultura que si bien prevalece
en el inconsciente colectivo, como parte del patrimonio intangible, se
encuentra en riesgo de extinguirse si no se hace algo para revitalizarla.
La propuesta museográfica plantea un recorrido
histórico, en línea retrospectiva, por medio del que se resalta
el importante papel que esa noble planta y esa bebida fermentada han desempeñado
en la cultura popular del país, desde la época prehispánica
hasta nuestros días.
A lo largo de tres de las cuatro salas que ocupa la muestra
se exhibe una serie de fotografías en blanco y negro relacionadas
con pulquerías, así como con el proceso de elaboración
del néctar. También, se incluyen utensilios y herramientas
propias de un tinacal, además de piezas arqueológicas relacionadas
con el tema.
Mención especial merece la reconstrucción
de una pulquería con la que, de hecho, comienza el recorrido. Se
trata de un expendio con todas las de la ley, desde su ingenioso nombre,
El sostén de Mayahuel. No te la vas a acabar, hasta los colores
chillantes y contrastantes de sus muros, el aserrín en el piso y
el papel picado pendiendo del techo, el mostrador con sus barriles y un
mueble con todos los tipos de recipientes pulqueros: la cacariza (jarra
de un litro), la viola y la tripa (de medio litro) y el chivato o cabrón
(de 4/5 de litro), así como jícaras desde un cuarto hasta
un litro.
''Durante varios siglos, el fenómeno urbano de
la pulquería fue tan importante que toda una cultura popular se
desarrolló alrededor de ella, abarcando las áreas de la artesanía,
la pintura mural, el mito, el juego, la canción, la poesía,
la novela popular, el refrán", se explica en la exposición.
Sin embargo, ''las pulquerías están en vías
de desaparecer. En 1998 quedaban sólo 80 en la ciudad de México,
mientras que en 1870 contaba con 822".
La exposición resalta las condiciones rituales,
medicinales y gastronómicas del maguey y del pulque, bebida de origen
sagrado a la que se hermana con el agua, el semen y la sangre, y cuya etimología
se asocia más a una extinta lengua caribeña que al náhuatl,
pues los indios mexicanos la llaman neutli o neutle.
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