México D.F. Martes 24 de junio de 2003
Redición aumentada de su libro sobre ese fenómeno bajo el sello Aguilar-Nuevo Siglo
Campbell subraya la diferencia entre inventar y construir con el poder
Un gobernante puede manipular verdades y mentiras para inventarse una guerra, señala
Prepara un cuento sobre las personas que han fallecido en la Laguna Salada
CESAR GÜEMES
Inventar el poder es distinto a construir con él, expresa Federico Campbell, quien da a conocer la redición, aumentada, de su libro La invención del poder (Aguilar-Nuevo Siglo). La diferenciación entre uno y otro ejercicio puede apreciarse, explica, en que ''Carlos Salinas inventó al personaje de Luis Donaldo Colosio, quien ya se veía como presidente antes de las elecciones. Eso es muy diferente de construir una candidatura. Si hablamos de Andrés Manuel López Obrador para presidente ya no podemos decir que sea una invención sino una construcción política".
Y abunda: ''Por una parte el poder inventa y por otro es inventado. Cuando un gobernante se instala en una estructura de poder, es capaz de inventarse una guerra, ya sea con propaganda o manipulando lo mismo verdades que mentiras. Por ejemplo, se puede decir que en un cierto país existen armas de destrucción masiva con tal de invadirlo".
Respecto de la necesidad de reditar el volumen, señala: ''En principio fue una edición en la que el tratamiento de los temas fue muy abstracto y ésa era la idea. Ahora, con el paso del tiempo, vi la oportunidad de bajar un poco a tierra y abordar asuntos de la realidad más inmediata, como el caso Colosio o el tema de los secretarios administrativos, personajes que roban para su jefe y son claves en la corrupción de las instancias administrativas. Además me atrajo la develación de las relaciones entre el ejército y ciertos actos ilegales, sobre todo en las épocas de Díaz Ordaz y Echeverría. Advertí que se había resquebrajado el tabú de no tocar a ciertas figuras sociales, como al ejército mismo o la figura presidencial".
Desinhibición narrativa
Campbell manifiesta que su trabajo ha cambiado estilísticamente entre la primera edición del libro y la actual: ''Me he soltado. En gran parte los materiales del volumen vienen de mis colaboraciones en la prensa que me he impuesto de manera semanal. Soy disperso y si no tuviera la obligación de entregar cada semana un texto quizá no escribiría más. Esas dos cuartillas cada siete días me funcionan como un diario en público con temas de interés colectivo".
A propósito de la relación entre el ejercicio semanal de escritura y el trabajo propiamente narrativo, expresa:
''Hay puntos en contacto sobre todo en cuanto a los temas. Trabajo por el momento en un texto sobre el desierto de Sonora, y mientras hago un cuento largo sobre las personas que han muerto en el territorio de la Laguna Salada, también reflexiono sobre lo que es el fallecimiento por insolación.
''Siento que me he desinhibido narrativamente. Por ejemplo, no escribía nunca en primera persona, me parecía irrespetuoso para el lector, pero últimamente me he permitido escribir así porque pueden resultar más cálidas. Luego, tengo también una cierta obsesión con la lengua y el fenómeno de los términos que vienen del inglés y pasan al castellano de manera casi literal sin que nos demos cuenta.
''Vamos, no trato de ser un policía del lenguaje, sino de dar cuenta de hechos como el que señalo."
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