México D.F. Viernes 27 de junio de 2003
Superan al número de efectivos asignados
a las principales tareas militares
Desertaron más de 48 mil elementos del Ejército
y la FAM, en tres años
El ingreso y la salida masiva de militares tiene un
gran impacto económico y operativo
JESUS ARANDA
El número de desertores del Ejército y la
Fuerza Aérea Mexicana (FAM) en los tres años recientes sumó
48 mil 407 elementos, es decir, aproximadamente la cuarta parte de los
casi 200 mil soldados adscritos a la Secretaría de la Defensa Nacional
(Sedena).
Consultados
al respecto, militares en activo aseguraron que el número de deserciones
rebela la gran rotación que existe en las fuerzas armadas. Unos
atribuyeron ese comportamiento a la "baja moral" de los soldados y otros
a los reducidos sueldos que perciben (el de menor rango gana unos 4 mil
pesos mensuales), así como a la excesiva carga que representa participar
en operaciones contra el narcotráfico, en la sierra, durante periodos
de dos a cuatro meses y alejados de sus familias.
De acuerdo con la información proporcionada por
la Sedena, en el contexto de la ley de transparencia, lo cierto es que
esos 48 mil 407 desertores enfrentan cargos ante la Procuraduría
General de Justicia Militar (PGJM) por ese delito.
En los mismos tres años recientes ingresaron al
Ejército Mexicano y a la FAM 79 mil 248 efectivos, cantidad que
confirma la gran rotación de personal que se da en el instituto
armado.
Para dar una idea del impacto económico y operativo
que representa para las fuerzas armadas el ingreso y la salida de soldados,
cabe mencionar que el número de desertores supera al de efectivos
asignados a las tareas más importantes que desarrolla cotidianamente
el Ejército.
Por ejemplo, 27 mil soldados participan cada día
en la erradicación de cultivos ilícitos y en el combate al
narcotráfico. Además, a partir de su creación, 4 mil
510 elementos de la primera brigada de Policía Militar pasaron a
la Policía Federal Preventiva y, de acuerdo con datos de la propia
Sedena, 7 mil 436 efectivos participan en tareas de labor social.
Esta situación también repercute en la formación
del personal, porque gran parte de los recursos prácticamente se
desperdician cuando un soldado deja su cargo sin haber terminado su ciclo
natural de servicio.
De acuerdo con la Sedena, durante el año reciente
8 mil 711 soldados recibieron adiestramiento militar en los cinco niveles
de las escuelas de clases del Ejército.
El primer nivel es de carácter común y obligado
para todos los elementos recién incorporados y se imparte en los
centros de adiestramiento básico individual de cada una de las 12
regiones militares. Tiene una duración de 10 semanas para el personal
de las armas y los servicios técnicos, y de cinco para el de servicios
administrativos y personal femenino.
De los 65 mil 548 soldados que dejaron las filas del Ejército
durante estos tres años, 48 mil 407 lo hicieron mediante la deserción,
y muchos de ellos aún enfrentan un proceso penal ante la justicia
castrense.
El Código de Justicia Militar establece cómo
se configura el delito de deserción y las sanciones para los soldados
que quebranten la ley.
Sin embargo, cabe mencionar que altos mandos del Ejército
reconocen que dicho código es anacrónico (data de 1934),
sobre todo en cuanto a las distancias que menciona, porque en la actualidad
la capacidad de movimiento permite que muchos soldados vivan inclusive
a más de 20 kilómetros de su centro de labores y que viajen
diariamente a éste sin ningún problema, aunque cotidianamente
se viole la normatividad.
Las fuentes consultadas consideraron que el capítulo
del Código de Justicia Militar en materia de deserción merece
una revisión urgente, no sólo porque muchos conceptos son
obsoletos, sino porque significan para la PGJM un enorme esfuerzo y pérdida
de tiempo en procesos penales que podrían simplificarse.
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