México D.F. Viernes 27 de junio de 2003
El ambiente prelectoral, inexistente en una
de las zonas más militarizadas de Chiapas
En los Altos, indiferencia ante los comicios
En los poblados con propaganda pareciera que sólo
hay un candidato: el del PRI
HERMANN BELLINGHAUSEN ENVIADO
Los Altos, Chis., 26 de junio. A pocos días
de las elecciones para diputados federales, los habitantes de los municipios
tzotziles de los Altos apenas se han enterado. Como en los viejos tiempos,
no parece haber más candidato que el del PRI, y eso, echándole
ganas de creérsela. El granero histórico del ''voto verde'',
o lo que queda de él, parece listo para mantener en el Congreso
a los mismos de siempre, gracias al abstencionismo, que se espera elevado
este 6 de julio.
La escasa propaganda electoral (banderillas, mantas, carteles)
se concentra en los poblados mayores. Sin adentrarse en las plazas centrales
de Mitontic, Pantelhó, Chenalhó o Chalchihuitán, o
bien pueblos grandes como Yabteclum o El Pinar, se pensaría que
no hay campañas ni candidatos; menos aún en los parajes y
las comunidades rurales.
Sólo en San Juan Chamula se percibe algún
ambiente prelectoral, y exlusivamente en favor del PRI, porque así
es la cosa debido a unos usos y costumbres que el sistema político
siempre ha respetado, sospechosamente. En Zinacantán, y un poco
Huixtán y Tenejapa, uno percibe que también participa el
PRD. Más allá de las apariencias, los demás partidos
(PT, PVEM o PAN) son invisibles.
Mucho más visibles resultan las tropas federales
en municipios como San Andrés, Chenalhó y los alrededores
de Huixtán, que junto con los ya mencionados y San Cristóbal
de las Casas, conforman el Distrito 05 (de los 12 que corresponden a Chiapas
de acuerdo con el IFE); este comprende a unos 300 mil habitantes.
Pese
al espejismo urbano de ''pluripartidismo'', y para amargura de los mestizos
coletos (priístas incluídos), el dirigente chamula Florencio
Collazo Gómez parece el favorito para representarlos en San Lázaro.
Abogado y expresidente municipal, no es cacique propiamente, pero lo apoyan
los caciques chamulas, y de momento también los de otras partes
de los Altos, entre quienes debemos contar a los poderosos caciques del
exilio chamula en San Cristóbal de las Casas.
De hecho, Collazo y sus seguidores se comportan como si
el candidato ya fuera diputado. El pasado día 23, por ejemplo, éste
llegó a Bochojbó Alto, Zinacantán, diciendo: "Soy
el candidato de Chamula, soy el candidato de los indios, a nosotros no
nos importa el gobierno, nosotros nos mandamos". Los priístas habrían
ingresado "violentamente" a la escuela, según el PRD municipal.
Es importante recordar que en Zinacantán (a escasos
seis kilómetros de San Cristóbal) hay una historia reciente
de choques entre priístas y perredistas. Mariano López Gómez,
representante del PRD en la localidad, declaró al reportero Carlos
Herrera que los asistentes al ''acto de campaña'' de Collazo ''se
dedicaron a ingerir posh y dejaron las instalaciones hechas un desastre''.
Más allá del espejismo
La indiferencia electoral en la vasta región tzotzil
de los Altos no es casual. Después de la selva Lacandona, los Altos
registran la mayor militarización del estado. La presencia zapatista
en la región, como se sabe, es muy grande. Centenares de comunidades
viven permanentemente en resistencia, forman parte de los municipios autónomos,
no reciben programas de ayuda gubernamental, son hostigados por el Ejército
federal, la policía estatal (y al menos en Chenalhó y Pantelhó,
también por paramiliares que cobijan los presidentes municipales).
La inexistencia de verdaderos partidos políticos
no oculta aquí la notable ebullición social que anima todas
las regiones indígenas de Chiapas. De los Altos proviene el mayor
número de escritores en lengua indígena del país.
De los Altos bajaron miles de indígenas encapuchados la noche del
31 de diciembre de 1993, ocuparon la ciudad de San Cristóbal y desde
el balcón del ayuntamiento proclamaron el parteaguas histórico
de su "ya basta".
En los Altos negociaron con el gobierno federal los indígenas
rebeldes y el movimento indígena nacional en 1994 y 1995. Aquí
se firmaron en abril de 1996 los acuerdos de San Andrés, que siguen
sin cumplirse. Aquí se montó el aparato militar que desgajaría
las comunidades de Chenalhó y condujo a la tragedia de Acteal. En
los Altos, la paz sigue pendiente.
La voluntad de cambio político aquí, si
tal cosa puede decirse, se ha manifestado muy por encima de la media nacional.
En pocas partes la lucha por preservar lenguas y cultura, y a la vez cambiar
la vida, ha sido más intensa y dolorosa. Como respuesta a sus reclamos,
los pueblos padecen una asfixiante ocupación militar, instrumentadora
simultánea de la represión y la inversión social gubernamental
con fines de contrainsurgencia.
¿Qué ha pasado con el PRD que presuntamente
existía en los Altos? Sucede que las organizaciones independientes,
en su mayoría vinculadas a la diócesis sancristobalense (como
Las Abejas de Chenalhó), se han afanado en considerarse perredistas
(y "pablistas"), pero los administradores urbanos de la franquicia perredista
no les ha hecho caso. Eso sí, han sido aprovechadas como "base social"
de actual gobierno, y se les han otorgado los programas oficiales (antes
Procampo, hoy Oportunidades).
Un reclamo recurrente de académicos y políticos
al movimiento zapatista es que, al negarse a votar por el PRD ''permite
que el PRI gane las elecciones''. De hecho, casi todos los municipios oficiales
de este Distrito 05 tienen aún gobiernos priístas (a veces
ficticios, como en San Andrés ''Larráinzar''). Pero como
decía hace unos años un comandante del EZLN, ''los zapatistas
no nos alzamos en armas sólo para tener diputados del PRD''.
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