México D.F. Viernes 27 de junio de 2003
El grupo de danza gay, que dirige José
Rivera, celebró siete años de actividad
La Cebra inundó de parodia, tragedia y melodrama
el teatro Julio Castillo
Los bailarines interpretaron coreografías cargadas
de erotismo y sexualidad
ARTURO JIMENEZ
Con música de Mozart, Pérez Prado, Willie
Colón, La Sonora Santanera, Lupita D'Alessio y otros, la compañía
La Cebra Danza Gay, que dirige José Rivera, inundó de parodia,
tragedia, melodrama y divertimento el teatro Julio Castillo para celebrar
su séptimo aniversario y las 50 representaciones de Antes que
amanezca (cuando ya va bien mala).
Pertrechados en un amplio bagaje técnico de danza
clásica y contemporánea, además de un derroche
de vestuario y la complicidad de su público duro, aplaudidor, gritón
y festivo, la noche del miércoles La Cebra ofreció durante
dos horas un programa diverso que fue dedicado a Oscar Olivé:
Dos
obras completas (Antes que amanezca y Bailemos a Mozart por los
ángeles que se han ido, dedicada a los muertos de sida), dos
estrenos (Flores negras que suceden y Mujer como cualquiera),
un fragmento de Yo no soy Pancho Villa ni me gusta el futbol y una
reposición de José Rivera a El caballo negro, de Raúl
Flores Canelo.
El cierre, de riguroso broche de oro, fue el apadrinamiento
de Carlos Monsiváis e Ignacio Toscano, quienes develaron la placa
respectiva, y la entrega de reconocimientos a ocho bailarines fundadores
de La Cebra por parte de Marco Antonio Silva, coordinador nacional de Danza
del Instituto Nacional de Bellas Artes.
Mientras Toscano reconoció y felicitó a
la compañía y a Rivera, Monsiváis dijo:
''Uno debe celebrar siempre a un grupo de danza pudoroso,
reticente, tímido. (La Cebra) es de los grupos que permanecen en
el clóset de la comunidad artística y de los más empeñados
en la humildad y en el ocultamiento de sus dones corporales. Les merece,
a nombre de todos los audaces, ambiciosos, libidinosos y provocadores de
la butacas, un gran aplauso."
Monsiváis bromeaba así ante lo que se acababa
de atestiguar: un espectáculo de danza bien montado, una búsqueda
artística concreta y explorada a fondo y unas coreografías
cargadas de erotismo y sexualidad explícitos: flirteo, besos casi
consumados o consumados, roces, caricias, posiciones, muestra de genitales.
Es decir, ''el orgullo gay", como se dijo durante el anuncio de la tercera
llamada.
La algarabía mayor llegó después
del intermedio, cuando Rivera, en el personaje de Mujer como cualquiera,
reapareció entre el butaquerío para encontrar nuevos significados
y ampliar las posibilidades de esa canción de la baladista D'Alessio.
Luego vendría esa estampa nocturna o crónica
urbana de la vida gay que es Antes que amanezca. Y después,
a la hora de las palabras, todavía con los ecos del vallenato Los
caminos de la vida, de Omar Geles, un feliz José Rivera abría
así la ceremonia:
''Puta madre, deveras que los caminos de la vida no son
como yo pensaba. Y como dice mi comadre Juanga: ya esto es una realidad,
no un sueño."
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