México D.F. Martes 1 de julio de 2003
Olivia López, joven madre soltera, sólo
anhela un puesto en el servicio de limpia
Del toquín a buscar el sustento diario,
la vida en las vecindades del Centro
Los abusos familiares y abandonos familiares, constantes
que se repiten en los barrios
JOSEFINA QUINTERO M.
Para Olivia López Flores, residente de la colonia
Guerrero, la tocada, la fiesta y el desmadre fue por mucho tiempo
la forma como le gustaba vivir.
Hoy, a sus 25 años, madre soltera de dos hijos,
sólo aspira a un puesto de limpia en la delegación Cuauhtémoc.
De niña vivía en una de las vecindades de
la colonia Guerrero. No soportó hacer el trabajo doméstico
de un cuarto donde vivía con sus cuatro hermanos y padres, y se
fue a vivir con su pareja.
López
Flores comenta que se cansó del encierro y los golpes que recibía
de su padre. "Yo estaba chava, quería ir a las tocadas porque los
sábados el toquín es seguro y nunca me dejaban".
Cuando empezó la relación con Javier, su
pareja, platica, "todo era diversión. Salíamos, la pasábamos
bien, siempre íbamos detrás del Miky -el sonido de
la colonia- en el desmadre. Me iba de pinta y eso me gustaba más
que estar en mi casa".
El deseo de libertad y la falta de cariño la hicieron
confundir el amor con el sexo. "Me acosté con Javier porque no quería
que me dejara, y la calentura la teníamos hasta arriba, por
eso me embaracé". Olivia comenta que es común en la colonia
que las mujeres tengan hijos antes de terminar la secundaria. De los 13
cuartos que formaban la vecindad donde vivía, asegura, "todas la
chavas salen y se juntan como a los 16 o 17 años de edad.
"Sin darnos cuenta nos metemos en una broncota",
afirma, y cuenta parte de su historia: "Javier me daba unas madrizas por
todo. Porque salía, por vestirme con faldas cortas; era muy posesivo
y yo le tenía miedo, por eso no hacía nada.
"No hablaba de mi situación porque lo quería
y no lo iba a dejar. Además me daba pena, porque yo le reclamé
a mi papá que le pegara a mi mamá y yo estaba igual".
Comenta, "me daba miedo quedarme sola y me aguanté.
Siempre andábamos de la greña, él se iba y
regresaba. Otra vez me embaracé y pensé que íbamos
a estar juntos, pero fue la última vez que lo vi porque se fue".
Su pareja la impresionaba, señaló, "porque
era fuerte y grandote, además trabajador, aunque nunca conseguía
dónde emplearse. Los chavos de la Guerrero traen broncas con los
de la Morelos. Cuando se juntan en la tocadas es pleito seguro".
Pero comenta que son buena gente. "Una vez que caminaba
por Reforma me agarró El Tata y me puso una punta,
cuando le dije: 'qué onda soy la Oli' hasta perdón
me pidió".
Recuerda que fueron siete años los que vivió
con Javier y fue difícil la separación porque "no tenía
trabajo y estaba con los dos niños. Si le pedía ayuda a mi
papá era como regresar con el rabo entre la piernas; entonces me
aguante".
Ahora, orgullosa, comenta: "soy obrera y trabajo en una
fábrica de chocolates, me pagan 64 pesos diarios y aunque no me
alcanza, soy independiente".
El proyecto de vida que Olivia López se ha propuesto
para seguir adelante es conseguir un mejor trabajo para que sus hijos no
padezcan las mismas carencias que ella tuvo de pequeña.
Aspira a tener un puesto en el servicio de limpia en la
delegación Cuauhtémoc, porque "un trabajo en el gobierno
me asegura un salario".
En las fábricas se les acaba el contrato a las
empleadas y son despedidas, por ello una de las preocupaciones de la joven
es tener una estabilidad económica, lo que no significa un gran
salario, sino un sueldo seguro.
Ahora anda "tras un hueso", asegura, "estoy intentando
entrar a una organización porque dicen que en tiempos de elección
amarras algo, y en mi condición cualquier cosa es buena, aunque
no sé nada de política, yo sólo sigo al que va por
delante".
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