México D.F. Domingo 6 de julio de 2003
ENTREVISTA /JOSE
WOLDENBERG, PRESIDENTE DEL INSTITUTO FEDERAL ELECTORAL
"Al IFE no debe importarle el resultado de los comicios"
CADA TRIUNFO DEPENDERA DE QUIENES VAYAN A LAS URNAS,
ASEGURA
"A lo largo de estos años no hemos sufrido presiones
ilegítimas de los partidos políticos. Se han dado momentos
de tensión y de desencuentro con ellos, y esos han sido los momentos
más difíciles para el instituto"
MIREYA CUELLAR
La de hoy será la última jornada electoral
de José Woldenberg como presidente del Consejo General del Instituto
Federal Electoral (IFE). Con nueve años en la institución,
siete de ellos al frente, dice que "hay vida fuera del IFE" y no piensa
emigrar hacia ningún partido político -aunque "no critico
a quienes se han ido"-, porque "le haría un muy mal favor al instituto
y a mí mismo".
En la víspera de que abran las casillas de votación,
no le preocupa a Woldenberg qué partido ganará la mayoría
en el Congreso o quién perderá el registro, porque, dice,
"lo único que no le puede importar a la autoridad electoral es el
resultado". Confía en que "no habrá sobresaltos" en el desarrollo
de los comicios y convoca a todos los ciudadanos a votar.
-¿Las elecciones en democracia son poco atractivas?
¿Anticlimáticas?
-No necesariamente, porque en democracia lo que se puede
estar jugando son diferentes diagnósticos y proyectos de país.
Yo creo que los partidos tienen diferentes proyectos e idearios, quizá
no han aparecido con toda su contundencia en el espacio público,
pero de que los tienen, los tienen.
-¿Qué espera de esta elección?
-Para quienes laboramos en el IFE lo que esperamos es
que la gente vaya a votar, que se instalen las casillas, que desde los
comités distritales se genere la información para el PREP
(Programa de Resultados Electorales Preliminares), que el conteo rápido
diseñado pueda dar resultados a las 11 y media de la noche... lo
único que no le puede importar a la autoridad electoral es el resultado,
porque éste no depende de nosotros, sino de quienes van a las urnas.
-¿Ya se van estos consejeros? ¿Es su último
proceso como presidente del consejo?
-Ya. Bueno, yo ya me voy porque termina mi periodo. Yo
mismo he dicho, porque lo creo, que lo óptimo para el IFE es que
la renovación del consejo pudiese darse pensando en consejeros con
experiencia y una inyección de integrantes nuevos. Un órgano
colegiado como éste merece esa renovación, por mitades o
por tercios, eso lo tiene que decidir el Poder Legislativo, pero lo ideal
sería que la nueva gestión no empezara de cero.
-En junio de 1997, cuando tomó posesión
el actual consejo, usted era el único que había formado parte
del grupo anterior. ¿Cree necesario que el próximo presidente
del consejo sea alguno de los actuales consejeros?
-Podría ser conveniente. Es que de otra manera,
¡hombre!, no quiero invadir la esfera de los diputados ni mucho menos,
pero creo que la experiencia tiene un valor. Esta es una institución
compleja, en donde uno va aprendiendo, y hablo por mí. Creo que
en cualquier institución hay un ciclo de aprendizaje, y a los nuevos
consejeros les sería muy conveniente encontrarse a gente que ha
estado trabajando en el IFE.
-¿Es bueno adquirir experiencia en el manejo de
las presiones de los partidos?
-En lo fundamental, yo creo que a lo largo de estos años
no hemos sufrido presiones ilegítimas de los partidos políticos.
Se han dado momentos de tensión y de desencuentro con ellos, y esos
han sido los momentos más difíciles para el IFE. Pero creo
que quienes aquí laboramos debemos evitar convertirnos en un actor
beligerante más. Hay que tomar nota cuando haya un malestar y tratar
de resolverlo como se pueden resolver las cosas: construyendo puentes de
comunicación y atendiendo los reclamos que estén dentro del
marco legal y desechando todo aquello que sean pretensiones inaceptables.
"Ya que hablamos del próximo consejo, la vocación
de quienes lo integren tiene que estar marcada, quizá, por tres
elementos: apego a la ley, la cual es superior a cualquier buena voluntad;
la ley es el ancla y lo que da certeza a partidos y ciudadanos de que se
está haciendo lo correcto. El segundo elemento es la autonomía,
estar convencidos de que todas y cada una de las decisiones del IFE deben
tomarse única y exclusivamente por medio de los circuitos de deliberación
del instituto; entonces, asumir las buenas y malas decisiones como fruto
del instituto y de nadie más.
"El tercer elemento para quien quiera estar en el Consejo
General es la vocación de trabajo en equipo. El consejo es un órgano
colegiado, con individuos con distintos puntos de vista, personalidades,
trayectorias... de tal manera que para funcionar es muy importante discutir,
hablar, mediar, estar en la tesitura de no casarse con la primera idea
que tiene uno."
-¿Se va porque se tiene que ir o porque quiere?
¿Tendría algún impedimento legal para relegirse como
presidente?
-Qué tal si decimos que me voy porque se acaba
el periodo para el que fui electo. Además, aunque no existen taxativas
en la ley, creo que sería absolutamente inconveniente para el IFE,
para mí mismo y para la dinámica del instituto con los partidos
que yo me mantuviera en este cargo. Al finalizar, en octubre, habré
cumplido nueve años y medio en el Consejo General y creo que hay
vida fuera de él (su comentario le provoca una sonrisa).
-¿Qué hará?
-Lo mismo que hacía antes. Voy a volver a dar clases,
a investigar, a escribir. Ahora inclusive la experiencia en el IFE me da
elementos para acercarme a la vida académica de manera más
compleja.
-Cuando llegó al IFE venía de la izquierda.
¿Para dónde va ahora?
-Me sigo considerando una persona de izquierda, a pesar
de toda la redefinición o discusión que en torno a este término
se ha dado en el mundo. A lo largo de estos años, más allá
de objetivos particulares de las diferentes corrientes político-ideológicas,
hubo en México un objetivo superior que unificaba a quienes tenían
un compromiso democrático, y era precisamente la causa democrática.
Por eso yo me sentí siempre muy a gusto en el instituto, porque
no creo que nada de lo que hayamos hecho en el IFE entre en contradicción
con mis convicciones profundas en materia política.
-Quienes se han ido del consejo lo hicieron para ingresar
a un partido. Fue el caso de Juan Molinar y de Emilio Zebadúa.
-Yo no lo haré. No critico tampoco a quienes se
han ido a los partidos ni mucho menos, pero yo no lo haré.
-¿Ya no cree en los partidos políticos?
-No, sí creo. Creo que los partidos son insustituibles
en un régimen democrático. Es más, para que la democracia
sea sustentable y se pueda reproducir es necesario que exista un sistema
de partidos fuerte y con arraigo. Pero ahí también creo que
haría un muy mal favor al IFE y a mí mismo emigrando hacia
algún partido, porque me doy cuenta que la opinión pública
juzga a partir del último acto lo hecho a lo largo de los años.
Entonces, ya nada más falta que yo llegue al partido A y entonces
alguien saque la conclusión de que todo lo hecho estos nueve años
y medio lo hice para llegar al partido A o al B. En primerísimo
lugar me estaría haciendo un flaco favor a mí, pero también
a la institución. No comparto los juicios críticos sobre
quienes se han ido a los partidos; creo que a la gente hay que juzgarla
por lo que hizo en su momento en la institución en la que estuvo.
Pero uno no puede ser insensible a la opinión pública.
-Y la opinión pública toma muy a mal que
los consejeros brinquen del IFE a un partido.
-Por lo menos alguna franja de ella. Pero, ¡hombre!,
no existen taxativas en la ley. Por lo demás, no creo que un consejero
deba ser un ciudadano sin derechos políticos. Cuando están
en el IFE tienen que comportarse con apego a la ley, ser imparciales, no
cargar los dados, no trabajar en colaboración con ningún
partido político; saliendo son ciudadanos con todos sus derechos,
y yo no veo por qué no vayan a ejercerlos. Quizá a lo que
debemos acostumbrarnos es a que quienes salen del instituto van a tomar
diferentes rumbos y que eso es totalmente normal.
-¿Cuál ha sido su peor momento en el IFE?
-Tengo muy mala memoria para los malos momentos.
-¿Y el mejor?
-Las noches de las elecciones son los mejores momentos.
Y espero que en esta ocasión también. Una vez que toda la
energía que desata el proceso electoral se canaliza por medio de
las urnas y empiezan a llegar los resultados, ese es un momento, yo creo
que para los que laboramos en el IFE, muy satisfactorio.
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