A PLENO ZOCALO

José Agustín Ortiz Pinchetti

Confesiones de un candidato

NO ASPIRO a escribir para la posteridad. Pero me puedo dar el lujo de un testimonio. Hoy en la noche, cuando termine la elección a diputados federales, quizás resulte uno de ellos. Esto se lo debo al PRD. Encabezo la lista de los pluris. Me imagino que algo tuvo que ver mi breve colaboración con el jefe de Gobierno. "El que a buen árbol se arrima..."

MI EXPERIENCIA de campaña no ha sido apasionante. La gente me felicitaba por el espectacular arranque de mi vida parlamentaria. En el fondo hubieran querido darme el pésame. Según una encuesta reciente, los diputados ocupan el último lugar en el reconocimiento público, atrás de gremios tan conspicuos como el de los policías y los políticos. Incluso los abogados, a pesar de su negra fama pública, están mejor situados. Conversé con ex diputados veteranos. Todos coincidían en que la actividad podría producir pocos resultados legislativos, pero que era divertidísima. Todos querían volver a la curul. Estaban nostálgicos. šEso me animó!

LOS PLURIS no hacemos campaña ni gastamos dinero. Algún malicioso pensaría que los demás candidatos a diputados deberían hacer lo mismo.

POCAS VECES fui requerido para el combate electoral. Acompañé a un mitin muy colorido a mis amigos Armando Quintero, aspirante a la jefatura delegacional de Iztacalco, y Pablo Trejo, a diputado local. Hice un viaje a Puebla para reforzar allá la posición del partido; fui muy bien atendido por el comité poblano. En una mañana me expuse a unas 76 entrevistas. Después nos fuimos a comer mole y chalupas. También hice un viaje a Morelia, convocado por unos amigos. Me expuse a preguntas de los chicos de la prensa, que estaban empeñados en provocarme para que ofendiera a los líderes de otros partidos. No les di gusto.

FILME UN espot en una plaza de Coyoacán. Unos señores muy amables, expertos en esas cosas, me explicaron qué debía de decir y cómo. Me obligaron a manotear para dar "más intensidad" a lo que decía. Noté que varios vecinos me observaban a la distancia, con curiosidad.

SE SUPONDRIA que las campañas viven este domingo un trance de intensa emoción. Es como la recta final en el hipódromo. En las viejas elecciones hasta los más despistados sabían que el PRI tendría un "triunfo transparente, inobjetable, contundente", etcétera. Pero hoy las cosas son distintas. Hay incertidumbre democrática, hay competidores reales, árbitros confiables, propaganda. Pero noto que las emociones políticas de las multitudes están francamente contenidas. No es que la gente sepa quién va a ganar, sino que parece no importarle. Estas elecciones obligan a un examen de conciencia y/o un balance contable.

HASTA HOY el nuevo Congreso, nacido de la alternancia, no ha producido una sola ley portadora de cambios importantes. No se ha estado a la altura de las expectativas. Más vale reconocerlo. La gente no entiende por qué los senadores y diputados gozan de tantos privilegios. Buenos sueldos, viajes de estudio a todo el orbe. Posibilidad de negocios, incluso de traficar con influencias.

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