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México D.F. Domingo 6 de julio de 2003

Carlos Bonfil

Hulk

La mayor injusticia hacia la película más reciente del director taiwanés Ang Lee, sería desdeñarla de antemano como un producto más de la maquinaria mercantil hollywoodense. Ese prejuicio reduciría a Hulk a ser una rutinaria superproducción de verano, un apéndice de los éxitos del momento, X-men 2, Daredevil o El hombre araña. La cinta es efectivamente un gran espectáculo y aprovecha la moda de las adaptaciones fílmicas de tiras cómicas de la casa Marvel, pero para muchos cinéfilos es sin duda mucho más que eso. Es una inventiva revisión del género fantástico, con apoyo en referencias clásicas (King Kong, Doctor Jekyll y Mr.Hyde y, por supuesto, Frankenstein), una aventura estética que pronto deriva en un alarde de exploraciones visuales de alta tecnología (pantalla dividida, dos, cuatro, seis veces, horizontal y verticalmente, a la manera de una navegación cibernética o como simulación de la lectura de un comic, con disolvencias imaginativas, una gran variedad de ángulos y juegos caprichosos con la distancia); es también una prolongación de las proezas coreográficas de El tigre y el dragón (cinta anterior de Ang Lee), en un inesperado mestizaje cultural que imprime un sello oriental, sin sombra de exotismo, a la pretendida fabricación hollywoodense.

El director taiwanés hace del personaje fantástico de la mole (the hulk) una figura trágica, animada por una voluntad de supervivencia en un territorio hostil, y ya no el clásico superhéroe con la misión de utilizar su fuerza descomunal en beneficio de la humanidad. Una mole vulnerable, con aspecto humano y sentimientos a flor de piel, un ser enamorado y a la vez impotente, víctima de una fatalidad genética que le hace crecer y volverse irascible a la menor provocación; un ser solitario que sólo podría evitar la monstruosidad reduciéndose a sí mismo a la calidad de un guiñapo humano.

El joven científico Bruce Banner (Eric Bana) prosigue, sin saberlo, la misma línea de experimentación genética que su padre (cuya identidad desconoce) había ensayado tres décadas antes para el gobierno estadunidense, con resultados por demás catastróficos. El padre que utilizara a su hijo como conejillo de indias, regresa para verificar los resultados de su elaboración genética de un fortalecedor inmunológico, y aprovecharlos para sus propios fines, evidentemente esquizofrénicos. David Banner, interpretado por Nick Nolte, es un villano de amoralidad perfecta, carente de escrúpulos, empeñado, según sus palabras, en rebasar los límites del poder de Dios. La propia dislocación de las imágenes en Hulk es reflejo de esta esquizofrenia, pronto compartida, muy a pesar suyo, por el propio Bruce Banner. La relación padre-hijo es fascinante y prosigue la línea inaugurada magistralmente por el cineasta inglés Michael Powell en Trauma (Peeping Tom, 1960): una ambición desmesurada, inevitablemente malévola, se transmite de una generación a otra, ya sea mediante el sometimiento del hijo a la voluntad tiránica del padre, o, más perversamente, mediante la inoculación de un factor genético que garantiza la continuidad del propósito paterno.

El monumental Hulk atraviesa praderas y desiertos a saltos y a paso veloz, se pierde en las profundidades del cañón de Colorado, derriba helicópteros, aplasta tanques, y como King Kong, su pariente más cercano, pierde todo su vigor al contemplar a la mujer amada. Un Sansón impotente, a punto de derrumbarse. Ang Lee transita así de la aventura fantástica a una extraña gesta romántica en la que el conquistador aparece derrotado de antemano, y donde la fatalidad le cierra cualquier vía al heroísmo. En este sentido, Hulk poco tiene en común con el grueso de producciones hollywoodenses de este género, o con otras visiones esquizofrénicas de la supremacía de un imperio. En declaraciones al periódico francés Le Monde, Ang Lee precisa: "Los estadunidenses son dragones disimulados, avanzan siempre enmascarados, protegidos por un puritanismo donde el placer se mezcla siempre con la culpa, y esto es algo que siempre he querido explorar. Hulk es un ser solitario e incomprendido, y éstas son, en mi opinión, las características del héroe occidental".

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