.. |
México D.F. Miércoles 9 de julio de 2003
PEÑALOZA: ¿MAS IMPUNIDAD?
Ayer,
en Madrid, fue embarcado rumbo a México David Peñaloza Sandoval,
ex presidente de Triturados Basálticos SA (Tribasa), prófugo
de la justicia nacional desde diciembre de 2001 y detenido en la frontera
franco-española el 29 de agosto del año siguiente. La extradición
de este presunto delincuente de cuello blanco, participante al parecer
en uno de los grandes desfalcos sufridos por la nación durante el
sexenio pasado, sería un motivo de satisfacción. Pero, con
los antecedentes de impunidad en las acusaciones contra Carlos Cabal Peniche,
Isidoro Rodríguez, El Divino; Oscar Espinosa y otros protagonistas
de las trapacerías del salinismo y del zedillismo, cuyas extradiciones
se tradujeron en cómodas, cuantiosas e indignantes libertades condicionales,
hay motivos para temer que la llegada a territorio nacional de Peñaloza
Sandoval se convierta en una nueva burla a la justicia, a la sociedad y
a la ética pública.
Es pertinente recordar que en agosto de 2001 el ahora
extraditado fue acusado por el delito de fraude, en razón de los
préstamos nunca rembolsados que su empresa recibió de Nacional
Financiera (Nafin) cuando esa institución fue dirigida por Gilberto
Borja Navarrete y, posteriormente, por Carlos Sales Gutiérrez.
Tras el desastre en que culminó la privatización
carretera, y ante los quebrantos experimentados por Tribasa, el gobierno
zedillista decidió "ayudar" a esa empresa con créditos de
Nafin por 30 millones de dólares. Ese "rescate" fue concretado mediante
la adquisición de tres pagarés de 10 millones de dólares
cada uno, concertados a 90 días, que fueron renovados una y otra
vez; Tribasa inventó una empresa inexistente --Aeropuertos del Sureste--
para garantizar la operación. Posteriormente la entidad bancaria
canalizó otros 10 millones de dólares a Tribasa, que sirvieron
para pagar una deuda contraída por esa empresa con el Bank of America.
Esas operaciones son representativas de los masivos desfalcos
al erario perpetrados durante el sexenio de Ernesto Zedillo al amparo,
presumiblemente, del gobierno federal, como dejó entrever en 2001
el abogado corporativo de Peñaloza, Enrique Garza. En ese entonces,
cuando se dio a conocer la denuncia penal contra Tribasa, Garza adujo que
los "apoyos" habían sido autorizados desde el más alto nivel
federal y que "un alto funcionario" del zedillismo había ordenado
a Nafin "ayudar" a Tribasa. Sin embargo, hasta la fecha, la Procuraduría
General de la República (PGR) ha limitado la acusación al
presunto defraudador privado y no se ha tomado la molestia de indagar qué
funcionarios públicos pudieron estar involucrados en ese robo de
recursos del Estado.
El proceso legal contra Peñaloza Sandoval es una
oportunidad inmejorable para que el actual gobierno emprenda, de una vez
por todas, la hasta ahora postergada tarea de ir a fondo en la indagación
de los cuantiosos fraudes perpetrados en el contexto de los rescates bancario
y carretero durante el sexenio anterior. Cabe esperar que lo haga, porque
en caso contrario se expondrá a una nueva pérdida de credibilidad
como la que acusaron los electores el pasado domingo, ya fuera en las urnas
o en su inasistencia a ellas.
|